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[Canto de Makalai, fragmento 16: El lugar del encuentro]

La lanza se hubo incrustado en el costado de la bestia. Los guerreros vieron como el horroroso invasor tornaba su atención hacia el valiente, el corazón temblando, rápido en sus acciones, listo a enfrentar al terror de la oscuridad que corrió a su encuentro.

Lo, armado con su lanza pudo escuchar las voces de sus hermanos, ya rezando sus lamentos. El destino había decidido que esta noche fatal enfrentara al monstruo, para evitar que volviese a derramar sangre sobre el suelo sagrado. Si la muerte honorable estaba dispuesta a recibirlo en su seno, no había nada que el adversario pudiese arrancarle y mucho daño el que podía causar.

La sed de sangre de la despreciable bestia dio paso a la sed de su espada, que no permitiría la ruina de la humillación que este miserable hombre de vida breve estaba causando con su atrevimiento. ¡En ningún lugar un hombre se había levantado en su contra y ninguno más lo haría! La osadía del acto... [fragmento perdido]

El guerrero, firme en sus pies sintió como se cernía la oscuridad sobre él.


Actus Quartus. Scoena prima.

[Ingresan Lord Few y Madame Anna, vestidos enteramente de negro.]

Few: He llorado su muerte antes, las lágrimas me abandonaron al saber su destino. Aquello que he perdido él ha ganado. Por ello es mi deseo que pronuncies lo acontecido esta noche para evitar que se repita.

Anna: Nadie ha de ignorar más a los monstruos que regresan de la muerte. Doquiera vaya habrá alguien que sepa su existencia. En tanto exista no conocerá la paz ni el descanso reservado para otros.

Few: Ve ahora Anna. Nunca había sentido un día tan horrible y tan lleno dejúbilo como el de hoy. Permite que como el Ave Fénix regresemos una y otra vez con rostros nuevos a enfrentar al chupasangre.

[Se retira Madame Anna de la escena]

Few: La última noche de todas y aún viendo el peligro me pregunto, ¿quiénes son estas criaturas que vuelan por las noches en busca de sangre?¿Viven ellos vidas como nosotros o no viven realmente? La noble esperanza de derrotarlo la poseo, pero no así la certeza de acabar realmente con él. ¿Si es inmortal realmente qué hago yo con una vulgar espada en mis manos?

[A través de la plataforma aparace Makalai]

Makalai: Mi lord odiado, ¿por qué preguntas al viento aquello que no ha de contestar? No ofreceré respuestas, no usaré la razón contigo. Mis manos son las herramientas que la boca no puede ser, la respuesta yace en la muerte, a la que es mi deber llevarte esta noche.

Few: Te he invitado a mi hogar y me llevaste a la desgracia. Te pido partir, pero desato tu ira. Lo que alguna vez fue mío, ahora tú posees. Te imploro una vez más que partas, a pesar de lo errado que resulta consultar contigo.

Makalai: Has probado tu lealtad, frente a la muerte muestras lo más amable de ti, pero no puedo sino despreciarte porque aquello que ofreces no vale nada si no lo puedo arrancar.

[Suenan el barullo de los campesinos acercándose]

Few: Con vergüenza acepto mi fortuna. A ti, te despojo de lo más preciado, donde hayas de caminar, alguien te señalará, sabiendo la peste que llevas contigo. Mis posesiones ha de llevarlas el viento.

[Exeunt para Makalai y Few]


Fragmento de la Carta de Heinrich Wlislocki a Miss Gerard

... el carruaje me condujo por un bosquecillo espeso, en el cual se me antojó inquietante el saber que estaba dando vueltas en círculos, con la evidente intención de demorar mi llegada al castillo. Mencionarlo al cochero me pareció inapropiado, ya conociendo las intenciones del vampiro, era inevitable que demorase el inicio del duelo hasta la hora donde su poder es mayor.

No voy a negarte, querida mía que eso me producía un insospechado escozor, ya que si bien soy un hombre, no soy ajeno al miedo. Todas esas historias sobre el nosopheros no me daban una seña de debilidad alguna ante otra cosa que los símbolos sagrados, en los que como bien sabes, no creo ni un ápice.

Desmonté en el patio del castillo, donde hube de subir por una escalera de madera hasta alcanzar la torre, sobre la cual los criados encendieron antorchas para preparar el terreno. No pude evitar pensar que era tal vez el deseo de la servidumbre el que desechara a su amo, ya que todo alrededor de la arena parecía ser afilado.

Combatimos con espadas, dando vueltas sobre nuestros pies, raramente saltando al frente, con método y precisión. Sus ojos me observaron con una lujuria sangrienta cuando hubo pasado la media noche, donde me aventuro a decir, que me encontraba menos cansado que él. Manejaba la espada como si fuese un cuchillo grande, sin gracia pero con tanta fuerza en cada movimiento que si hubiese logrado acercarse lo suficiente, la mejor de mis mitades habría sido cercenada de inmediato.

A pesar de eso, noté que buscaba alejarse de la ventana cuando se acercaba el alba, cosa que evité con las muchas fintas que me enseñó tu hermano y a quien he de agradecerle mi vida en cuanto desembarque. El caso es que el vampiro, una vez se hubo consumido la llama de la última antorcha, retrocedió y arrojó su espada al suelo diciendo "Aquí es cuando parto," salió corriendo hacia mí mostrando sus colmillos gritando "pero tú no lo harás."

Fue entonces cuando temblé, como si sintiese el veneno de un reptil paralizando mi cuerpo, cuando el brillo de mi espada quemó sus cabellos.

Entonces el monstruo actuó aterrado y se transformó en un murciélago, desapareciendo al interior del castillo y dando por finalizado el duelo. Por lo visto es la hermosa luz del sol la que puede destruirlo.

No envidio ya su vida eterna, sabiendo que el precio por pagar sería no poder desayunar junto a ti en una mañana soleada en la calle Baker.

Ansioso por un futuro reencuento, Heinrich.

4,3,2,1:

¡Como nunca lo viste antes! El ave fénix en forma humana: MACKAULAY EL VAMPIRO.

Con cada gota de sangre que bebe, se hace más fuerte.

Mackaulay, el vampiro se refugia entre los bastidores bajo la persona teatral del conde Alucard, donde toma por amante a la hermosa Etta, quien pronto descubre que le espera el destino de todas las mujeres que el dice amar: ¡La Muerte!

Frank, el hermano de Etta encuentra en el sótano de vestuario los cadaveres de las mujeres que han sido víctimas del vampiro, una escena cuyo contenido ha causado desmayos entre la audiencia en todas las salas donde se ha presentado.

En la sala del Dark Oaks Theatre, Frank corre a prevenir a su hermana, pero es demasiado tarde. Moribunda, Etta le revela aquello que puede matar al vampiro, escuchado de los propios labios de Mackaulay en sus sueños.

Jurando venganza, Frank inicia una aventura que traemos a ustedes en glorioso Cinemascope.




De "Las puertas del vampirismo", 1968, para distribución gratuita:


Drake Mackaulay vagó sin rumbo por las calles, llevaba mucho tiempo sin poder limpiar su vida y esta pausa en su deambular sólo lo empujaba más a la desgracia. En las dos semanas que llevaba en la comuna no había podido lograr nada. El ácido lo tenía divagando sin sentido y viendo monstruos por doquier, siempre angustiados, imparables.

Los había tenido toda su vida, pero sabía que no había hecho nada con ellos, sólo los desperdiciaba, los bebía y los arrojaba, lo cual, pensándolo seriamente, estaba mal. Se condenaba a sí mismo por su estupidez, ¿qué derecho tenía él de sentirse tranquilo en un cuarto lleno de gente que estaría en su derecho de matarle en cuanto vieran al niño que había dejado seco la otra noche? No es que fuesen mucho al baño, o que entendiesen algo de lo que pasara a su alrededor, pero seguían estando en su derecho.

La miseria y la nostalgia se apoderaban de él al darse cuenta que ya no tenía nada bonito, ningún sitio que ocupar que no fuese el asiento de un tren en tercera clase si podía salir del vagón. ¿Era esta la vida que tanto defendía?

Tenía más de 300 años y ya era demasiado consciente del hecho. Su mente estaba vacía, muerta. Cada cierto tiempo surgía un hombre a enfrentarlo y era cada vez más pequeña la pausa entre uno y otro. No podía conservar nada que no pudiese cargar consigo ya. Recordaba al primero y su expresión de satisfacción. Despertaba aún con aquella pesadilla de hombre prometiendo regresar para matarlo.

Era como si una sola persona hubiese bastado para que las puertas de la mente de todos los humanos se abrieran ante la posibilidad de hacerle daño. Todos descubrían una manera nueva. Incluso amando hacían daño.

Este fue un muy mal viaje para Drake, pero uno que le hacía sentirse más iluminado, que le hizo pensar que tal vez era hora de cambiar. Pero en cuanto despertó, Muhammed lo estaba viendo, todavía portando su "uniforme" de Panteras Negras, con esos ojos que evidenciaban que había llorado seguramente por su hermanito que había dejado solo con Mackaulay para que lo cuidara. No dijo nada. Le bastó apuntar con una escopeta y volarle las entrañas de un disparo. Todo aquello que había aprendido de su viaje, se le borró mientras corría con agujeros en su cuerpo del tamaño de sus manos a través del Bayou.



Extracto de "Las alas del murciélago", publicado en 1987 por Editorial Magyar, se reservan todos los derechos y se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra:

Así que estaba en esta fiesta, con cocaína por doquier, como si fuese nieve cayendo sobre la cabeza de la gente, escuchando Depeche Mode, que de un momento a otro ya se había vuelto aceptable socialmente, cuando vi a Mackie sentado solo en el sofá junto a una rubia con las tetas más sintéticas que había visto en mi vida, del tamaño de bolas de baloncesto. Pero la rubia estaba muerta, kaput, sin vida.

Drake me miraba como esperando que le preguntara algo, porque tenía la boca llena de sangre y la cara blanca como si fuese un mimo, pero lo único que podía pensar es que se veía bien, como una estrella de rock. Tuve ganas de tomarle fotos, pero todo aparecía desenfocado en mi polaroid, seguramente por culpa del temblorcito de la perica.

Era elegante. Sin duda alguna era de alta clase como se veía el muy cabrón. Era David Bowie, Mick Jagger y el jodido papa Juan Pablo segundo con su camisa blanca manchada de sangre y el aire europeo trash que tenía. Pero él no se sentía bien. Pensaba que lo estaba jodiendo con mi silencio y mis fotos. Dijo que era un vampiro, que esa era la verdad y que sentía que era mejor que lo supiera ahora, de su boca, en vez de descubrirlo cuando viera muertos a mis hermanos y mi novia muertos en la habitación principal. Que de paso sea dicho, me engañaba con mis hermanos y de vez en cuando con él al mismo tiempo bastante seguido. No era nada personal. Es sólo que ella era un perra.

Pero lo comprendía, y lo admiraba por su sinceridad. Era un vendedor de droga, un proxeneta y un sodomita, pero era mi amigo y lo quería como tal. Le hubiese perdonado cualquier cosa. Si de algo me arrepentía era de no haber tenido sexo con la rubia tetona antes de que la bebiera. Se lo dije y me dijo que podía hacerle si quería, porque todavía estaba tibia, pero le explique que yo pasaba con eso de la necrofilia.

A la semana siguiente, cuando acabo la fiesta, Mina me contó que un viejo llamado Frank preguntó por él y le clavó una estaca en el corazón. No sentía nada por eso, porque igual salió vivo, pero fingí un poco de consternación para que Mina abriera las piernas para consolarme.


From: victoramil@hunter-nets.org

Si quieres matar un vampiro, es bastante fácil. En la actualidad es difícil diferenciar quién es realmente uno y quién pretende serlo. En muchos casos, es mejor que dispares primero y preguntes cuando intente levantarse.

Hace dos semanas encontré a uno de ellos en un craigslist donde buscaban voluntarios para ser "consumidos con lujuria vampírica". Normalmente descarto a este tipo de sujetos obsesionados con la cultura gótica, pero el nombre de Drake Mackaulay ya lo había visto antes.

Este era uno de los viejos. Así que lo hice de una manera decente y eficiente: Llegué a su casa al mediodía, dos días antes de la cita que había logrado concertar, maté a los guardias a puñaladas y empaqué todo lo de valor que encontré para cubrir las pistas y de paso sacar algo de provecho, porque esto de la cacería de vampiros no te hace rico.

Localicé el ataúd, instalé las cargas en el muro que daba al exterior, tras lo cual le clavé la jeringa de anticoagulante en el pecho. Me alejé un poco para dispararle en las rodillas antes que se transformara, activé las cargas y se cayó el muro, iluminando toda la habitación.

El sujeto estuvo en llamas un rato diciendo "Lo, eres tú" varias veces antes de que le volara los sesos con la escopeta.

En resumen, cuando te encuentres a un nosferatu, no olvides tener muchos planes alternativos para asegurarte de que quede bien muerto.

Si tienes dudas, comentarios o sugerencias, no escribas.

_________

Victor Amil
Cazadores de la 22
Bogotá, Colombia.

Children of the night, shut up!

Texto agregado el 28-02-2008, y leído por 135 visitantes. (0 votos)


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