INVIERNO HABITADO



El viento susurraba, susurraba palabras de odio en mis oidos. Palabras que daban inumerables giros en torno a mi cabeza y se incrustaban en lo mas profundo de mi inconciente. El frío inminente, la lluvia que golpeaba con sus inmensas gotas mis débiles miembros, todo a mi alrededor daba una especie de ambientacion trágica y maligna. Palabras de creciente soledad a mi mente, palabras que dibujaban en mi pocas expectativas de vida.

Sin vuelta atras seguí transitando un espacio indeterminado, esperando sea facil y rápido y sin deseos de nada. Tropezando torpemente con cada escalón roto, los cúmulos de agua formados tras la interminable lluvia daban a mis pies una sensacion de pesado andar. Con dificultad y cada vez más insegura en el transito me dirigí a donde los árboles bailoteaban con un son extraño, el son que les daba el viento, y que para mi emprendia otra ambición que finalizaria con todo aquello. Me senté en una silla del parque, veía caer las hojas de los enormes árboles, la música brotaba por mis venas y avanzaba como un caudoloso río el cual terminaría en una precipitada caída y una muerte subvita.

Iba y regresaba una manada de pájaros en un desesperado intento de escapar a tal situación.

Muerte que escapas a todo llamado de mi mente, muerte que oscilas y nunca llegas, muerte que viajas atentando mi mente pero vuelves a esa sombría posición. Muerte, tan anhelada por mi ven y lleva mi ser a otro espacio, a otro mundo a otra tierra de felices cantares.

El cielo gris y tormentoso, el aspecto del funeral de un pariente daba. Tristeza que se encarnaba en mi piel, puro pensamiento angustioso quedaba en mi. La vida ya no tenia sentido en este inhóspito lugar, mundo de injusticias.

Sentí un suave pero mojado cariño en mi pierna, una sensacion de indescriptible miedo me abordaba, repetidos sentimientos mojan estas hojas débiles y caidas, faltas de vida y pocas ganas de continuar en pie.

Miré incrédula hacia el lugar del que se dirigía aquel tactado movimiento. Una sufrida carita pequeña, de ojos caidos y mirada desconsolada estaba arribando a mis abiertos y asombrados ojos, los cuales esperaban hallar otro aspecto. Un niño pequeño se encontraba hechado bajo el banco del parque, sentí la completa caida de mi mundo, esa infelicidad que habitaba, repetidamente inhóspito lugar.

Niña de pardos ojos, abre ese corazón de cerrado cariño y deja lugar a mi cuerpecito, quien habitará en esacaso espacio.

Tomé la mano del niño y ahupandolo con rapideza quité una sonrisa muy agradable. La esperanza caminaba y tomaba aspecto. La soledad iba rompiendo su hielo, e iba derritiendo ese congelado tímpano que flotaba en mi cabeza. La ausencia de un te quiero que roba esa felicidad transitoria me volvía a surgir tras la suave mirada de un niño necesitado de mi misma carencia. Completada a pesar de la vivencia de un escandalizado invierno que asechaba con todo posible afecto.

La tormenta se iba abriendo y dejaba pasar un rayo de incandescente luz. Fuerte e inhabitable mundo creado, el cual roto con una sonrisa daba un universo de espranzas.

El camino ahora sería transitado por dos.