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UNA VIDA DESPUES DE TI”








A Daniella, por enviarme al Exilio en el que por fin aprendí sobre el amor y a Diana Aguilar por compartir conmigo los secretos de la soledad. GRACIAS AMOR MÍO.




Sin duda, aunque el tiempo haya pasado y las cosas hayan cambiado estaba nervioso, claro, era lógico, un día había estado con ella, había sido dueño de sus labios, esclavo de sus ojos.
Dos años, dos largos años hacía que no la veía y hoy, después de tanto tiempo nos volveríamos a ver, quizás fue capricho del destino, de la vida y de Dios que yo la llamara esa noche por teléfono a su casa. Y es coincidencia en verdad que justo me contestara ella, al oír su voz diciendo ¿aló? me quede frío y durante unos cuantos segundos no pude articular palabra alguna, cuando ella estaba a punto de colgar recupere la voz y la confianza. No reconoció mi voz, jugué por el teléfono, no la culpaba, desde que nos separamos no tuvimos ningún tipo de contacto, no sabía nada de su vida y mi temor más profundo era que se hubiera enamorado, pero recordé que el Amor es la libertad y deseche ese fantasma. Cuando supo quien era grito de alegría. Mi corazón dio un vuelco cuando me dijo que me había extrañado. Hablamos como una hora de banalidades pero ninguno de los dos menciono el pasado. Al decirme que quería verme agradecí a Dios por haberme exiliado y llore en silencio por haber creído. Quedamos en vernos al día siguiente a las 4:00pm para ir al cine, le pregunte en donde nos encontraríamos, “donde mas pues tontito, me dijo, en la Videna, sabes que allí empezó todo”. Reí y ella conmigo. Nos despedimos y yo pase el resto de la tarde preguntándome sobre lo que haría. En la noche pensé en mi cama si habría crecido, si su cabello estaría corto o largo, en su rostro lleno de ternura; tenía que verla para poner un punto final a aquella historia. Y allí estaba parado, en la puerta del I.P.D, fumando. Era algo muy raro en mí fumar, solo lo hacía cuando estaba nervioso o muy triste, y aquel día por casualidad compre una cajetilla de Hamilton. Ya iba cuatro en menos de una hora. Maldita sea, ¿por que vine tan temprano? Demasiado temprano, faltaba una hora y media para la hora indicada, entonces empecé a recordar, mire hacia atrás, todo ese verano juntos, cogidos de la mano, rogando que cada segundo valga por dos y así tener el tiempo suficiente para hacer todo aquello que queríamos hacer para que al final no nos haga daño el separarnos. Era imposible estar juntos cuando acabara las clases del I.P.D, su padre y la distancia constituían razones suficientes y poderosas. Al principio no quise aceptar la triste verdad pero poco a poco y casi los últimos días comprendí que Daniella tenia razón, yo era el enamorado y ella la sensata, me hubiera gustado que fuese un poco loca, así me entendería y viceversa.
Llego el día, tres de marzo, fin de las clases. Jugamos como siempre y nos besamos como nunca, caminamos a la salida un poco más lejos que de costumbre, nos despedimos, ella subió al primer carro que apareció y yo eche a correr para no llorar. Hay unas palabras que llevo en mi corazón siempre y son las que escribí ese día:

“Escribo en esta hoja indigna para la que
un día fue mi todo y hoy sigue siendo una parte.
Escribo porque sigo pensando en aquello
que pudo y no fue al final. Escribo por este loco
corazón que cada noche evoca tu recuerdo
y se pregunta sí lucho lo suficiente.
Escribo porque algo me dice que tú sentiste
lo mismo que yo alguna vez, o quizás aun
sientes. Escribo por ese tiempo que fue maravilloso
a tu lado…”
Bueno, me salió desde adentro. Algunas veces podía ser poeta y otras un escritor, sin dejar de lado mi verdadera reputación: un bohemio. Daniella…Daniella. Pensando en cosas vanas pasaron los minutos y también los cigarrillos, de pronto ella apareció en una esquina, yo me puse a sudar y bote el cigarrillo a medio terminar. Sonriendo se acerco.
- Hola.-dije
Ella no me beso en la mejilla como esperaba sino que me abrazo.
- Hola.-susurró
Estaba preciosa. Llevaba puesto un jeans apretado y una camiseta que tenia estampado think about you
- Has crecido.- me dijo
- Y tú has cambiado.
Nos quedamos en silencio unos cuantos segundos. Note que su cabello estaba un poco mas corto. Cuando su cuerpo se junto con el mío sude frío.
- ¿Tú fumas? .-pregunto olfateándome
- Si, hace mucho
- ¿Tú, el deportista a muerte?
- Ya no juego básquet
- ¿Qué?...Pero era tu vida.
- Tienes razón al decir “era”, ya no lo es, madure, mi pasión es ahora la carrera que estoy
estudiando: Derecho y Ciencias Políticas.
- ¿Cuanto tiempo llevas estudiando?
- Dos años
- El mismo tiempo en que no nos hemos visto
- Casi
- Bueno antes que nada quiero pedirte disculpas por lo que te hice
- No tengo nada que perdonarte. No podíamos estar juntos, yo no entendí eso. Pero aprendí.
Vamos al cine, en el camino conversamos.
Ella asintió y fuimos por las calles de siempre pero algo en nosotros era diferente. Yo iba con las manos en el bolsillo y ella con los brazos cruzados. Llevaba en la espalda, dentro de la mochila, la verdadera esencia de su Exilio y el peso de aquello le hizo encorvar una poco la espalda.
- ¿Aprendiste a tocar guitarra?.- pregunté
- Si, mas o menos. ¿Y aun quieres ser escritor?
- Sabes que escribir es mi vicio. Si no fuera escritor estaría negándome a mi mismo
- ¿Ya publicaste algo?
- No, por el momento
- Tú me contaste que ni bien acabaras el colegio te irías a Paris a vivir de las letras.
- En ese entonces era solo un Daniella, no sabía muchas cosas de las que decía
- Veo que con la Universidad has asentado cabeza
- Si, la carrera me ha ayudado bastante. Este año tú acabaste, ¿Qué vas a estudiar?
- Aun no lo se pero tengo que decidirme ya.
Dude un poco pero al fin le pregunte:
- ¿Te has enamorado otra vez?
- Si .- dijo Daniella con indiferencia.- Un par de veces pero nada llego a algo serio
Yo aguarde por unos segundos a que ella me preguntara “¿Y tú?” pero no hablo, parecía que un sexto sentido le avisara de lo que había hecho en esos dos años.
No hablamos de nada más hasta llegar al cine. Al entrar a la sala había varias parejas y como que nos intimidamos un poco pero Daniella me tomo del brazo y conseguimos unos asientos casi al final. Nos sentamos y al poco rato empezó la película que era de terror. Sinceramente no me acuerdo mucho solo que todos los personajes estaban muertos. Estábamos sentados y ella como sin querer recostó su cabeza sobre mi hombro, yo, como una piedra, ni a respirar me atrevía.
Cuando aquello acabo la magia se rompió, salimos del cine tres horas mas tarde, la noche caía rápidamente, era hora de despedirnos, era hora de la verdad. Caminamos de regreso y yo esperaba el momento preciso para decirle una parte de todo lo que había hecho en esos dos años. En la esquina de la avenida Del Aire con Aviación, sin que ninguno de los dos lo sugiriese nos paramos frente a frente, ví reflejado en sus ojos aquella chica que marco mi vida para siempre. Hoy terminaría todo.
- Daniella.-empecé.- Te estarás preguntando porque he vuelto después de tanto tiempo.
Porque aquella noche te llame y porque no antes, ¿sabes que día es hoy?
- Tres de marzo…
- Un día como hoy hace dos años atrás, exactamente después de haberte dejado ir hice un
juramento. La oscuridad de la noche escucho mis palabras y el viento se las llevo. Jure que si volvía a verte alguna vez seria para maldecirte… o para amarte.
Ella retrocedió un paso, yo sonreí.
- Si estuviera aquí para maldecirte, créeme Daniella ya lo habría hecho. Pero tampoco he
venido para amarte. Dios es algunas veces muy extraño pues me enseño a traves del Dolor lo que había olvidado: el Amor es la libertad. Te traje un regalo.
Saque de mi mochila un libro recién empastado, con la tinta aun brillante.
- ¿Qué es eso?.- pregunto
- Un libro, o mejor dicho nuestra historia hecho un libro: “Un Verano entre tus labios”. Cuando
trataba de olvidarte en aquellos días pensé que moría, mi corazón se negaba a perderte, cegado por el dolor olvide la lección mas importante de todas, el Amor.. Cometí el peor de los errores, quise amarrar el Amor a mí, y fue por mi egoísmo que fui castigado. Una noche, descubrí el cuaderno que tu me regalaste y encima de el se hallaba el lapicero que había destinado para escribir. Entonces entendí lo que Dios quería que aprenda.
Mire al cielo y al bajar la mirada note que los ojos de Daniella estaban brillantes.
- Me di cuenta de lo que en realidad tenia que hacer. Yo pensaba en buscarte, en verte, en
seguir con lo nuestro, llevarlo hasta las últimas consecuencias. Pero no. Tenia que renunciar ya que esta es una de las más grandes demostraciones de Amor. Una semana después de dejarte cogí el cuaderno junto al lapicero y empecé a escribir sobre ti. Durante dos años escribí “Un Verano entre tus labios” y todo ese tiempo fui exiliado del mundo y llevado al Éxodo.
- No entiendo, explícame
- Cometí un error y todo error lleva consigo un castigo. Durante dos años, tiempo en que me
demore en escribir aquella historia fui exiliado del mundo y de las cosas del mundo, llevado al Éxodo y allí
fue donde aprendí los secretos de la soledad, el Éxodo es mi soledad Daniella, cuando acabe de escribir comprendí que mi Exilio terminaría el día que yo fuera a verte. Ahora Daniella vine para regalártelo, este libro contiene en sus paginas lo aprendido en esos dos años, la soledad ya me enseño toda sus sabiduría, fue mía y ame la tibieza de su desnudez…
- Tu solo te condenaste a la soledad…
- Dios lo hizo Daniella . Y creo en El por haberme enseñado de esa forma
Ella no quería creerlo, aceptar la verdad le era difícil
- Pero tu odias la soledad
- Si, hubo un tiempo en que la odie, pero del odio al amor hay un paso y yo aprendí a
amarla.
Daniella se acerco a mí, me tomo las manos y me miro dulcemente
- ¿Por qué lo hiciste?.- pregunto.- Yo no valgo la pena , yo no valía esos dos años, debiste
haber vivido, haber amado, pensé que tu me olvidarías.
- Olvidarte nunca, tu ya estas en mi, formas parte del mundo que yo he creado para olvidar la
realidad.
Tenía el libro debajo del brazo, solté sus manos suavemente.
- Daniella, escúchame bien, al tomar el libro con tus manos y quedártelo estarás sellando lo
nuestro, terminaras con mi Exilio y podré volver. Entonces el Amor sabrá que aprendí y podré enamorarme otra vez.
Yo estaba tenso, hoy terminaría para bien o para mal aquella soledad. Le ofrecí el libro.
- No te estoy obligando a nada, esta en ti que mi Exilio termine, tu tienes el poder para que yo sea feliz o puedes condenarme a la soledad para siempre.

Daniella miro el libro luego a mí. Sonrió y tomo el libro, este al entrar en contactos con sus manos brillo con una luz diáfana, a pesar de esto Daniella lo atrajo hacia si.
- ¿Qué fue eso ?.- pregunto algo asustada
- Una señal…de El
De pronto un vientecillo ligero sacudió mis cabellos y me sentí liberado cuando termino de pasar.
- Mi Exilio ha terminado.- dije.- Gracias Daniella por existir…
Le di la espalda por unos segundos y murmure al atardecer que terminaba:


“Plagas sicut Thomas non intúeur
Deum tamen meun te confiteur;
fac me tibi semper magis credere
in te spem habére, te dilígere…”

Ella se acerco a mí
- ¿Qué hablas?
- Nada, yo me entiendo…
- Te escuche hablar algo en otra lengua
Yo reí.
- Algún día sabrás lo que dije
- Quizás mañana o pasado me lo dirás ¿verdad?
- No, Daniella
- Ya acabe el colegio, podemos vernos mas seguido por Internet en el Messenger, correos,
saldremos a pasear pues ahora tengo mas libertad ¿Qué dices?
Acaricie su mejilla y ella cerro sus ojos, se acerco para besarme, yo también me acerque sonriendo, cogí su rostro y solamente deposite mis labios en su frente. Daniella abrió los ojos, sorprendida.
- Daniella, fue por ti que aprendí a renunciar. No quiero amarrarte a mi, no otra vez. Tu vivirás
solo en el yugo de mi memoria más no te amare ya.
- Pero yo no quiero eso. Tu, de alguna manera, eres especial…podemos intentarlo…
- No Daniella. Ahora tienes que aprender, haz pasado dos años sin mi, sigue con las mismas
cosas que antes. Enamórate de las personas que quieras, no importa si eres herida, el Amor es una búsqueda constante. Se feliz, amor mío.
- Yo no te he olvidado, ¿crees que podré ser feliz ahora que se que eres libre?
- No lo se, pregúntaselo a Dios
Se quedaron en silencio. Ella estaba llorando.
- Bueno, supongo que este reencuentro es en realidad una despedida definitiva, ¿te vere alguna vez?
- Quizás unos años más tarde. Por ahora es lo mejor que cada uno siga su camino y forje su
destino. Tengo la certeza de que te vere de nuevo, tengo fe en el reencuentro.
Daniella suspiro. Tenia que decir adiós hasta que Dios quiera
- Si te vuelvo a ver, ¿tú aceptarías?
- Eso tampoco lo se
- ¿Y ahora que vas a hacer?
- Por lo pronto mandar mi obra al premio Planeta, aun sigo con mi sueño de ser escritor
- ¿Tienes otra copia?
- Saque de la imprenta tres copias, una para ti, otra para mi y el ultimo para mandarlo a
España. Después empezare de nuevo. Escribiré y buscare chicas, me enamorare mil veces…viajare por el mundo, quiero conocer España, Rusia, Holanda; sinceramente creo que no me alcanzaría esta vida ni la otra para hacer todas las cosas que quiero.
Mire a lo lejos recordando casi todas las noches de mi Exilio, pensando en mi libro y en los secretos de la soledad. “Mi Éxodo comenzó al terminar el verano y llega a su fin al renunciar a Daniella”, pensé.
- Es hora de irme.- dije, y al hablar en mi garganta sentí un nudo, ella lloraba.
- Ven acá.- susurro
Nos abrazamos largo rato. Hasta que ella al fin me pregunto si me había enamorado.
- Me enamore Daniella, no lo niego, pero estaba exiliado y negué aquel Amor, la deje ir…
- Y ella…
- Se llama Diana…
- ¿Te amaba?
- Si, yo lo sentía. Pero no podía amar sin antes haber aprendido pero aun me sigue esperando.
- Entonces ve y búscala.- dijo ella sonriendo.- Tu Exilio a terminado y nada te prohibe ir detrás de ella. Adiós.
- Adiós Daniella
Ella cruzo la avenida y desapareció tras una esquina.



Daniella iba por la calle apenas iluminada, pensando en el. “Ha madurado, no me cabe duda, ya no es aquel chiquillo que podio morir por amor, que hablaba de ángeles y demonios, en estos dos años de Exilio ha aprendido los secretos de la soledad, mientras yo… El tiene razón, yo debo vivir, tengo tiempo de sobra para amar, tratar de ser feliz, como dijo ahora yo debo aprender”, pensó
Y abrazándose así misma para darse fuerzas rezo un padre nuestro para que alguna vez se vuelvan a encontrar.



Ya nada mas tenia que hacer, metí las manos en el bolsillo y me fui con el con el viento al nacer la oscuridad. Vagaba por las calles, aun no quería ir a mi casa, los cigarrillos iban y venían, la confusión más grande reinaba en mí, estaba libre. Podía amar otra vez. Jamás había gozado tanto aquella libertad y mi corazón me decía que mi Exilio había terminado podía ver a Diana otra vez, a ese amor lejano de mi soledad. La conocí una tarde de lluvia, en aquellos días yo solo vicia para aprender y escribir, no hablaba con mis amigos, siempre me encontraba solo y aunque odiaba mi soledad tenia que convivir con ella pues era la única manera de que yo aprenda, de que entienda. Cuando vagaba entre ángeles, espectros y almas ella se acerco a mí, al principio pensé que estaba loca, pero en los días que siguieron supe que siempre me observaba. Yo no quería hablar con ella, sabia que ya la estaba amando como jamás ame. Me dijo su nombre: Diana. Y añadió que era malo que las personas se condenaran a la soledad. Yo le conteste que algunas veces Dios necesitaba enseñar. Entonces ella dijo con voz ahogada: “No sabia que Dios era un maestro”. Al escuchar esto reí, reí como no lo había hecho en todos esos meses y ya no hubo manera de olvidarla. Fue el Amor más puro que sentí y aun siento, ame su inocencia, su rostro de niña buena, su esencia y su vida entera. Ella parecía que yo también le atraía, decía que yo era el príncipe azul de su talla, el gustaba mi pelo desordenado, mis manos gruesas y tímidas, amaba lo que yo hacia, le gustaban mis poemas…
Sin embargo, yo no debía enamorarme, era un exiliado y aunque hablábamos yo no podía tocarla, me moría de ganas por tocar su piel blanca como la leche. Lo que más me gustaba de ella era su forma de reírse pues al hacerlo su rostro resplandecía con la palidez de la luna llena. Fue difícil negarme a ella y también fue difícil explicarle los motivos por los cuales no podíamos estar juntos, mas tarde comprendí que Diana no había aparecido en mi vida por casualidad, todo estaba dicho, ella era una prueba mas del Exilio. Diana se quedo callada por un rato, meditando para si misma. Luego me dijo: “ Yo no entiendo ni una palabra de lo que me has dicho, que estas en un Exilio y que no puedes regresar hasta que hayas aprendido, que Dios te esta enseñando…Te amo, no se como paso, si quizás me atrajo tu soledad o tu forma de escribir pero repito: te amo, y eso justifica al Universo y el resto de los mas sublimes sentimientos. Y como te amo estoy dispuesta a esperarte el tiempo que sea necesario. Ve y busca tus limites y no tengas miedo, yo estaré esperándote en el lugar mas indicado.”
Yo apreté los puños, mordí mis labios, di la media vuelta y la deje. Un año sin verla (realmente a mi me encanta alejarme de las personas que quiero), no sabia nada de su vida y la historia como siempre se volvía a repetir.
Caminaba completamente distraído, sin rumbo fijo, al tomar conciencia las personas se materializaron a mi lado, los carros hacían mas bulla de lo normal porque un semáforo estaba malogrado, la noche ya esta en su auge; parado en la Av. Javier Prado con San Luis, contemplo la rutina, todas las personas parecen sumergidos en ese agujero que lleva a otra dimensión…
No…no…debo estar soñando, ¡esto no puede ser posible! No sufro de alucinación, entonces ¿es o no es?
Era ella, aunque estaba de perfil yo note inmediatamente aquel lunar en su hombro izquierdo a pesar de las sombras. Diana tenia sus manos apoyados en la baranda del puente recientemente construido, ella parece mirar a lo lejos como perdonando el tiempo. Yo camine hacia ella lentamente, como si aun no lo creyera, falta pocos pasos para acercarme cuando Diana me miro, entrecerró los ojos y volvió a verme, sonrio al reconocerme.
- Te has tardado mucho.- dijo ella, y su voz a pesar de los días pasados parecía el susurro del viento
- Hola.- dije, tímido.- ¿Qué haces aquí?
No respondió, miro fijamente la pista abarrotada de automóviles que se extendía por debajo de nosotros como una serpiente que se perdía en el horizonte. Diana agradeció de todo corazón por haber apostado, desde allí se prometió a si misma creer en sueños.
- Estaba esperándote, sabes que siempre he estado pensando en aquel viejo amor, dije que yo estaría aguardando tu regreso, ¿o no?
Yo estaba asombrado.
- ¿Cómo sabias que vendrías aquí?
Recién entonces me fije en su aspecto, vestía un polo rojo y un short, note que sus piernas eran blanquísimas, sus pies desnudos se movían graciosamente por encima de las sandalias que usaba, aun era verano.
- Anoche, en sueños, se me apareció una sombra que me hablo de ti. Me dijo que tu Exilio había terminado, que estabas libre y que vendrías aquí para meditar. Estuve casi todo el día en este puente pues no sabía a que hora te aparecerías.
- ¡Dios siempre Dios! .- exclame
Ella se acerco y echando sus brazos en mi cuello me dijo:
- Es bueno haberte esperado tanto para que al fin estés en mis brazos, amor mío.
Acaricie su brazo y sus mejillas, jamás había tocado algo tan suave, sus ojos brillaban de amor.
- Si volviste es porque me amas, ¿verdad?
- Si Diana, te amo, desde que te conocí en el Exilio me enamore de ti, se que me amas de
verdad, hoy me lo has demostrado la sobrellevar contigo el tiempo y la distancia que te separaban de mi.
- …Y además porque eres mi primer amor…
Nos miramos fijamente, los dos abrazados, mejor dicho ella abrazada a mi, en ese momento mis brazos parecieron cobrar vida y palpe su cintura, la atraje hacia mi.
- ¿Y que fue de la chica que te llevo al Exilio? .- pregunto maliciosamente
- También la ví a ella
Diana se separo un poco de mi
- ¿La has visto?
- Hoy me cite con ella
- Entonces ustedes dos…
Esta vez fui yo quien sonrio.
- No es lo que tu piensas Diana, ella y yo… Yo aprendí en mi Exilio y ahora ella esta aprendiendo. Se que algún día la volveré a ver pero aun falta muchos años para eso
- ¿La amaste alguna vez?
- Si, la ame. Pero ahora te amo a ti y…
No me dejo terminar pues sus labios junto a los míos ahogaron todo tipo de explicación y entonces conocí toda la intimidez de su boca, mis manos la estrecharon contra mi, una fuerza volcánica nació en ese momento. Creo que fue el mejor beso de mi vida, nadie me había expresado amor, ternura, placer y pasión en un instante.
Cuando nos separamos habían varios curiosos que nos observaban divertidos, uno grito provecho. Diana sonreía feliz, la abrace y en silencio la bendije por ser el Amor eterno de mi Exilio. Mientras caminábamos las calles se abrían ante nosotros como un nuevo amanecer, el Amor es algo maravilloso, pues cuando te enamoras de alguien y eres correspondido, parece que amas a todo el mundo. En ese momento sentí un cosquilleo en la nuca, alguien que no debería estar allí me observaba bruscamente voltee a la derecha y a la izquierda, nada. Estaba seguro de que alguien me miraba aun, mi instinto no me engañaba pero mis ojos solo veían personas normales, autos, jardines, autos… sabía que estaba allí pero no podía verlo. Solo existía una persona aunque no se si en verdad haya sido un hombre, mas se asemejaba a un espectro, él era el único que conocía y que era capaz de ser invisible ante los ojos humanos. Jamás lo vería otra vez pero deseaba encontrármelo para agradecerle por todo lo que aprendí a su lado, quizás después de años si Dios quería me lo encontraría.
Diana jalo suavemente mi mano, yo la mire y ella me interrogo con la mirada
- Nada Diana es solo que… No, no me hagas caso, vamos.
Seguimos caminado hasta que ella me pregunto:
- ¿Qué hiciste verdaderamente en tu Exilio?
Presentía aquella pregunta, dos años no es una semana, es un largo tiempo, para mi lo fue. Pero, ¿realmente me animaría a contarle? Y si lo hiciera, ¿ella me creería? Si yo no hubiera visto y vivido tampoco creería. El dijo que las personas son incrédulas ha ignorantes al negar los milagros grandiosos de cada día, tenia razón. Aun después del Exilio necesitaba fortificar mi fe. Diana me hizo la misma pregunta. Medite unos instantes y le dije:
- Lo que hice Diana no te lo puedo contar, no ahora…Quizás algún día, cuando por fin haya aprendido a creer
Ella acepto en silencio y se recostó en su hombro. Una llovizna ligera refresco sus rostros, la naturaleza anunciaba el comienzo del otoño.



El espectro lo siguió con la mirada hasta que desaparecieron, entonces se desbrocho la gran capa negra que lo cubría, no se podía ver su rostro pues se encontraba oculto tras una capucha, debajo de la capa su cuerpo se cubría completamente con una túnica también negra. El espectro permaneció parado unos instantes, las personas pasaban por su lado sin percatar su presencia casi extravagante, parecía que tenia el DON extraordinario de hacerse invisible. Al empezar la llovizna el espectro hablo a la noche:


“Visus, tactus, gustus in the fallitur,
sed auditu solo tuto creditor; credo
quidquid dixit Dei Filius; nil hoc
verbo veritatis verius…”

Su voz resonó como el rugir de una tormenta, tan terrible podía ser este. Mirando al cielo rezo un Padrenuestro, bajo la cabeza y su vista permaneció fija en donde había desaparecido aquella pareja.
Sonrio pensando que su misión estaba cumplida
- Has aprendido bien, hijo mío. Sinceramente pensé que no soportarías la prueba del Exilio,
maduraste al aprender al convivir con tu soledad. Me has demostrado que existe el Amor contra el tiempo. Cuando dejaste a Daniella hoy supe que la lección estaba aprendida, por eso, y gracias al poder que El me ha dado traje a tu Amor del Exilio a este puente para encontrarse contigo. No quería que todo ese tiempo de enseñanza y de espera queden sin una recompensa, el Amor verdadero. Ahora depende de ti si luchas por ella o la dejas, yo ya cumplí ante los ojos del Señor. En este momento eres libre para moldear tu destino según tus designios y que lo que hagas, para bien o para mal, que quede grabado en el tiempo y se vea reflejado en la posteridad. Dios te quito a tu padre y me puso a mi en su lugar, yo he hecho todo lo posible por ayudarte y en el Exilio te he considerado como el hijo de m propia soledad. Nunca mas te volveré a ver pues mi tiempo ya se esta terminando, no me queda otra cosa mas que decirte que recuerdes todas las lecciones que te enseñe y que no cometas el mismo error dos veces. Se feliz hijo mío de mi soledad, y nunca te olvides que la propia vida es un acto de fe…Adiós.
El viento silbo ligeramente, la capa onduleaba de un lado a otro, con un movimiento rápido se envolvió otra vez. Se deslizo hasta la esquina y en una pared escribió con la punta de sus dedos esta frase: “Dios esta por mi y conmigo”, la tinta roja brillaba en sus dedos y en la pared, era sangre salida de la nada pues no tenia herida alguna. Lentamente el espectro se apretujo con la capa un poco más y desapareció con la llovizna. Los perros, sin explicación alguna, empezaron a aullar…


Fin

Texto agregado el 12-03-2008, y leído por 345 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
16-03-2008 Bello, muy bello texto/ Dos mujeres, dos amores que para él fueron muy importantes en su vida. Una mirada al pasado, los recuerdos y los sentimientos albergados a través del tiempo, hacen del protagonista un romántico, un ser algo solitario y reflexivo a la vez, cuántas sensaciones le embargaron al recordar a Daniella y el nerviosismo antes de aquel encuentro luego de dos años/ “el Amor es la libertad” eso es cierto, quien ama no ata, quien ama no aprisiona....muy lindas las palabras que escribiste aquí /Luego de la despedida con Daniella, él, al fin se siente libre para amar, amar sin miedos. Y entonces recuerda a Diana, a ese amor lejano, entre ellos había un lazo muy fuerte, y el tiempo que se mantuvieron separados los ayudo a aclarar mas sus sentimientos...el amor aún existía dentro de sus almas/ Un cuento hermoso y con un final muy reflexivo. Buenísimo***** flor_silvestre
 
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