El de los pelos verdes, Francisco y Yo

De su boca salieron gusanos. Y de sus ojos, pequeños rayos amarillos. El pelo verde lo cubría desde la nuca a la frente. Frente abultada al igual que sus pómulos. Y en ellos un tatuaje, parecido a los que lleva en los brazos. Todos símbolos chinos, o japoneses, orientales para ser mas imprecisos. Ahora me mira. Furioso. Y se lanza hacia mí blandiendo un sable de fuego. Su imagen queda suspendida en el aire intensos segundos. Y un grito de furia se disemina por toda la habitación. Yo lo miro a través del cristal y aunque se que no puede traspasarlo, me siento algo perturbado. Casi tengo miedo.
A mi lado esta Francisco, extasiado con las imágenes. Preso de la fantasía, inmensamente irreal, que se afanan por ver sus ojitos de nene de cinco años. No se que estaba pensando cuando acepte a su propuesta de “¿papi, venís a mirar los dibus conmigo? Pero ya estoy aquí. Y eso cuenta, al menos para él. Por lo tanto me dejo atrapar por el paradigma (¿es un paradigma?) de la violencia como forma de entretenimiento mientras clamamos por la paz.
Y cuando las horrorosas imágenes lo permiten liberarse, me mira y me regala su enorme sonrisa sin un diente. Y así me convence a seguir a su lado, resignado, esperando que en algún momento aparezca Tom corriendo a Yerry con un hacha en la mano.

Dedicado a mi Amigo Tiresias que me conmina a seguir “intentando” estas locuras…(ja-ja)