Babieca: migos míos ¿Que diría mi amo el Cid, si viera como esta el mundo todo patas arriba?
Antes moros y cristianos éramos amigos, si hasta mi señor era más almoravide que castellano.

Rocinante: Me lo dices a mí que me vendieron por potro árabe, al hidalgo caballero de la flacuchenta figura. Ese fue el primer cuento del tío.

Dromedario: Vosotros llevabais una vida regalada, de aventuras sin par recorriendo lugares, llevando a vuestros amos a cuestas con pendones y lanzas.
Pero yo aparte de ir al supermercado por algunas comprillas de mala muerte. Me tiene atada a la cola un matamoscas y en mi cabeza una sombrilla para taparle el sol de medio día.

Babieca: Caramba amigo dromedario, ¿Ni una vez has ido a la guerra? de esas con largas espadas, cotas de mallas y lanzas. Si hasta a mi amo me vestía de telas coloridas para realzar su prestancia.

Rocinante: Dromedario amigo mío, cuanto lo siento, por suerte que mi amo don Quijote era enjuto y flaco y la hojalata que vestía ere de tercera mano, si hasta tenía por metálico casco un bacín del peluquero de la esquina.
El soñaba que yo diera tremendas galopadas hacia los molinos de viento; yo lo dejaba que soñara, total a mi nadie me sacaba de mi cancino paso.

Dromedario: Yo a batallas también he ido; no esas de largos cuchillos y lanzas, pero más parezco taxi de techo amarillo llevando y trayendo cubiertas damas a su tienda y esperando para llevarlas de vuelta todas sonrientes y contando con los dedos de la mano las estrellas que vieron.

Babieca: ¿Acaso vuestro amo tiene un telescopio en la tienda?

Rocinante: Cuenta, cuenta dromedario.

Dromedario: Si tiene uno guardado con mucho cuidado entre algodones y telas y solo lo saca cuando vienen ellas a visitarlo. Solo vi una plaquita en la tapa que decía: Made in Germany

Babieca: Ya, ya entiendo vamos a tomarnos un buen trago de agua

Rocinante: Y que sea con un fardo de pasto por favor

Dromedario: Y como siempre, más parezco burro que camello. Donde estas Camelia para que me ayudes.