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15. LAS LEYENDAS NANDITAS

Decidieron pasar un tiempo en las tribus Nanditas antes de empezar un viaje al que la joven alquimista se había apuntado. En el palacio quedaron una tarde solas, la alquimista y María, pues Miranda había ido a la biblioteca a buscar alguna información que les sirviera de ayuda en su viaje. Las bibliotecas Nanditas eran famosas en todo su mundo, había salas y salas del palacio de aspecto laberíntico que llenaban con libros sus paredes hasta llegar al mismísimo techo de la sala. Miranda conocía muy bien gran parte de ellos, y fue a buscar algo más de información sobre el mar que tenían que atravesar en su viaje.
-No lo entiendo, ¿por qué dices que no consideras a ese hombre tu enemigo después de lo que te ha hecho? - preguntó María a la alquimista
-Hay peores enemigos, además no hay motivos por los que lo tenga que tomar como un enemigo
-Vamos, a mi no me mientas. No ocurrió nada de lo que nos contaste, ese hombre salió demasiado enfadado. Si quieres le buscamos en la ciudad, no habrá ido muy lejos, le devolveremos todo el daño que te ha hecho. Seguro que nadie te ha hecho tanto daño como él. Nunca te había visto tan triste... merece ser tu enemigo - dijo enfadada María
-Tienes razón en eso, pero lejos de sentir odio por él, es otro sentimiento el que ha crecido en mí. Antes estaba confusa e indecisa, pero ya lo sé seguro - dijo la joven. Hubo un silencio - María, ¿para ti qué es un enemigo?
-Alguien a quien desees la muerte cada mañana por el daño que te ha hecho y... - dijo María enfureciéndose cada vez más
-Pues yo soy incapaz de hacerle eso a alguien...
-Yo sí sería capaz...
-¡Ah! Mira, el otro día hice esto para ti. Hará que dejes de amar a ese chico... Te quitará todo ese dolor para siempre - dijo la alquimista. Sacó un pequeño frasco de su bolsillo con un líquido rojizo en él
-Gracias pero... la culpa de este amor es de Heaven y ella ha de solucionarlo. Ella es mi ahora mi enemiga. Ella hizo que pocos días antes de su muerte yo me enamorara de él. Ahora he de aguantar con esta vida de sufrimiento. ¿Para qué demonios existe una diosa del amor si todo lo que hace lo hace así de mal? ¿Por qué me da esta maldición que es peor que la muerte? ¿Tanto le cuesta fijarse un poco en mi y aliviar mi sufrimiento, en lugar de estar tranquilamente en su mundo sin hacer absolutamente nada salvo gozar de una vida de dioses?... - dijo María enfurecida, de pronto la sombra de la alquimista oscureció la figura de María, ahora parecía mucho más grande de lo normal.
-¡Tú, calla ya! – dijo con la mayor de las iras - ¿Qué sabrás tú de la vida de un dios? ¡Ni te imaginas lo difícil que es mi vida como para tener que ocuparme también de la tuya! Me paso los días recorriendo los cientos de mundos que existen y que cada vez son más numerosos. Me caso con alguien que ni me ama ni le amo, que hizo desaparecer a quien realmente quiero, y ahora que le encuentro ¡me rechaza por algo que ya ni siquiera siento! Y al igual que tú, millones de personas desean mi muerte cada mañana. No sabes tú de lo que yo he sufrido por amor… ¡Pensé que había muerto! Así que te diré una cosa, María, la chica más importante que los trillones de personas que hay en cada mundo: ¡Piérdete!
La joven alquimista reveló así su auténtica identidad. Entonces le brotaron unas gigantescas alas y salió volando de la habitación atravesando el techo del palacio.
María se quedó perpleja intentando asimilar que la joven que las había estado acompañando tanto tiempo no era sino la mismísima Heaven. El hombre misterioso era sin duda Regeos. También comprendió qué razón tenía Heaven, y que el dolor que sentía en su corazón se había convertido en parte de su ser y ahora no deseaba deshacerse de él. Ahora comprendía muchas de las cosas que Heaven decía y ellas no entendían. Pronto Miranda llegó corriendo
-¡María! ¿Dónde esta la alquimista?
-No te lo vas a creer... - dijo María. María le explicó toda la conversación que habían tenido ellas dos
-¿Y tú para qué la buscabas? - dijo María
-...En la biblioteca leí algo sobre el mar, pero no decía nada de cuando las aguas empezaban a hervir. Luego fui al apartado de mitología y leí un capítulo en el que hablaba del mal de Heaven. Pensé que tenía que estar relacionado con que ella sangrara, pero ahora todo encaja - dijo Miranda
-¿El mal de Heaven?
-Sí mira, traigo el libro. Es muy fino, y la realidad está un poco tergiversada, pero debe ser una reproducción de lo que pasó... - dijo Miranda y le extendió un fino libro titulado Maldiciones de un Dios donde hablaba de todas las maldiciones caídas sobre los dioses, Miranda abrió por una página y allí ponía Heaven y la rosa de Regeos:

En el centro de la gran ciudad de Heavenpolis entre exóticas plantas, cuando los dioses habitaban nuestro mundo, se conocieron la diosa Heaven y Regeos. Regeos era todavía un niño y Heaven se negaba a crecer, y ambos jugueteaban juntos por allí. Pero sólo cuando por primera vez se miraron a los ojos, un brote creció del suelo. Ambos decidieron crecer y dejaron de verse. 2746 años después Heaven tuvo que casarse, pues necesitaba tener descendencia, ya que se estaba haciendo mayor. Finalmente Heaven se casó con Bakal. La boda fue muy pronunciada pero no la más. Todos los dioses asistieron, incluso Regeos, pero habían pasado muchos años y no relacionaba la infantil imagen de la niña que con él jugaba con la Diosa Suprema Heaven. Un día, Heaven escapó a llorar por su nefasto matrimonio al, para entonces en ruinas, centro de Heavenpolis, y vio entonces que intacto al ataque de las bestias de Bakal, estaba el brote, que había crecido hasta convertirse en una rosa sin rosal. Entonces Heaven recordó al niño que conoció en aquel lugar. Se quedó llorando contemplando la rosa 3 días y dos noches hasta que Regeos, también guiado por sus instintos fue a parar al centro de la derruida Heavenpolis. Ambos volvieron a encontrar sus miradas y prometieron amarse por siempre. Hay quien dice que pasaron solo unas horas juntos, y hay quien dice que pasaron 13 meses juntos y que de su amor surgió un hijo. Un día, Bakal descubrió a la pareja y encerró a Regeos en la rosa fruto de su amor. Bakal hizo que la rosa se marchitara con él dentro, haciendo que su amor se desvaneciera y Heaven olvidara a Regeos. Pero olvidar cuesta, y Heaven sufrió mucho, tanto que aún sabiendo que era inmortal se clavó un puñal en el pecho, pero aún así solo consiguió sangrar y sufrir. Heaven consiguió olvidar a Regeos, pero se dice que cada vez que Heaven entristece, sangra por el pecho recordando a aquel al que tanto amaba.


-¡Eso lo aclara todo! - dijo María al terminar de leer el relato
-Bueno, todo, lo que se dice todo no
-¿Como?
-Pues que hay cosas que no cuadran, - dijo Miranda -si el Señor de Nandia era Regeos, y Heaven lo estaba buscando ¿Por qué Heaven quiso continuar con nosotras el viaje?
-Tienes razón, aunque ahora parecía tener muy claros sus sentimientos - dijo María, y entre las dos se produjo un inquietante silencio
-No nos tendríamos que meter en los asuntos de los dioses, tenemos que centrarnos en nuestra misión, ¿crees que en ese libro vendrá algo de la maldición de Minina y Unipuma?... - preguntó María con el libro en sus manos
-Es verdad, tiene que estar en algún lado... – dijo Miranda - ¡Aquí!
Ambas se pusieron a leer el capitulo del libro titulado La maldición de las diosas supremas:

En la época en la que los dioses habitaban nuestro mundo Heaven engendró a dos hijas provenientes de un falso amor. Minina y Unipuma, ambas tenían derecho a heredar el poder de Diosas Supremas pero solo una podía serlo, lo que hizo que hubiera una gran disputa entre ellas. Cada 20 años, ambas Diosas argumentaban lo que aportarían al mundo bajo su reinado y los dioses formaban su opinión acerca de ellas. Esto se repetiría hasta que se tomara una decisión común a todos. Unipuma utilizaba sus dotes de convicción para hacer la justicia a su manera y Minina utilizaba su sensatez. Los dioses no lograban decidir, ninguna de las dos daba la talla, ninguna era realmente buena en lo que decía. Poco a poco fueron apareciendo los insultos y amenazas en los debates de las diosas. La guerra entre las diosas había empezado: Si Unipuma paseaba por el bosque, Minina incendiaba el bosque, si Minina paseaba en las aguas, Unipuma las hacía hervir. Y así fueron destrozando el mundo poco a poco. Los dioses tuvieron que salir de aquel mundo, pues harían falta varios siglos para que se volviera a reconstruir por si mismo. Unipuma y Minina concentraron su poder en crear sus propias tribus, y Unipuma logró incomunicar a las tribus de su enemiga. En la lucha sin fin, agotaron todo su poder, así que poco a poco fueron absorbiendo el poder de la tierra, las plantas, los animales, las piedras...Empezaron con un gigantesco cabo del antiguo país de Corland, y agotaron tanto su poder, que se quedó casi vacío de él. Finalmente, el cabo se fue desplomando cayendo así al mar. El nivel del mar subió tanto, que el gigantesco cabo de Corland se acabó convirtiendo en una gran montaña en mitad del mar. Los dioses se reunieron secretamente para hablar de la situación del mundo que reinaban Minina y Unipuma, y decidieron encerrar a ambas diosas en una prisión eterna. Así que aguardaron a que las diosas fueran a la aislada montaña, para obtener más poder, para encerrarlas en dos templos construidos en la misma y dedicados a ellas dos. Su codicia y su curiosidad les hizo entrar al templo del que jamás saldrían. Minina y Unipuma rogaron noche tras noche que las liberaran, pero quedaron olvidadas por todos. Lo único que todavía se recuerda y no se ha olvidado, es que ambas diosas, en un momento de desesperación prometieron convertir en diosa suprema a aquella que les sacara de allí.


-¡Sí que es útil este libro! - dijo María
-Bueno, pero este libro es más poesía que realidad, y sabemos que estos textos no dicen siempre la verdad. ¡Hemos estado engañadas mucho tiempo!
-¿Cómo? No te entiendo... - dijo extrañada María
-Claro, si esa joven era Heaven, la diosa del amor, no podía ser la misma Heaven descrita en los libros como Heaven, la diosa del amor y la belleza...
-Claro… Heaven no era tan preciosa como se le ha descrito en muchos textos, “Tan preciosa, que no se le podía ni esculpir ni pintar, pues no le hacía honra” ahora dudo que exista una verdadera diosa de la belleza… - dijo María sonriendo, pero en el fondo estaba dolida por lo que Heaven le había dicho, y lo que ella, a su vez, le había dicho de Heaven antes de saber que era ella.
-¿Vienes a pasear a los jardines? - dijo Miranda para intentar contentarla, al ver su falsa sonrisa
-No ¿puedo quedarme un rato sola? Por favor... - dijo María cambiando su rostro
-Como si estuvieras en tu casa, ya sabes donde estoy... - dijo Miranda sonriendo para ver si así al menos, María alegraba la cara.
Miranda se fue a los jardines. María se desplomó pensando en todo lo que le había pasado, cuando en la habitación entró un animal. Ya era conocido por María, pero desconocido por muchas otras personas: el perro, símbolo de Regeos. Como ya anteriormente había hecho, el negro perro se transformó en el joven Regeos bajo su apariencia humana
-Nos amaremos igual que antes, y el destino del mundo cambiará, porque ya ni las más poderosas criaturas del más poderoso dios nos podrá separar... - dijo Regeos
-¿Cómo? - preguntó extrañada María
-Esto mismo le prometí a Heaven mientras estaba encerrado en aquel templo... - dijo Regeos
-Ah... y ¿qué ha...? - dijo María
-Al parecer tu poder es mayor al de las más poderosas criaturas del más poderoso dios... - dijo Regeos, María comprendió lo que Regeos le dijo
-No... Heaven ahora me odia, oyó como decía que deseaba su muerte, y noté en su mirada que no podía sentir nada de eso por mí. Eso yo lo sé percibir muy bien, de todas formas... - dijo María
-Ya lo sé, lo vuestro no podría haber sido porque no sientes nada por ella, y ahora ella tampoco lo hace por ti. – dijo Regeos - Pero eso que ella sintió por ti le ha hecho cambiar, ya no es la misma y como tú misma has dicho, noté en su mirada que ya no sentía nada por mí. Yo también lo sé percibir
-Entonces, ¿A qué has venido? ¿para vengarte?
-¿de verdad pensabas que iba a hacerte daño? - dijo Regeos riéndose
-Pues... ¿para qué has venido? Tu llegada ha sido muy extraña... - dijo María
-He venido a buscar a Heaven, pero al ver que no estaba contigo intuí lo que había pasado y paré para preguntarte lo que había pasado
-Perdona por hacerte tantas preguntas pero ¿qué le querías preguntar?
-Tranquila, no me importa que me hagas preguntas, llevo tanto tiempo encerrado que echaba de menos que la gente me preguntara cosas. He venido a despedirme de Heaven. Vuelvo a mi mundo, aquí no puedo hacer nada más bajo mi apariencia humana
-¡Vamos Regeos! ¿Nos vamos o no? - dijo desde fuera de la habitación una voz conocida
-Date prisa, te estamos esperando - dijo otra voz, ésta María no la había oído nunca
-¿Elhené? - dijo María identificando al fin el primer tono de voz, y a la habitación entró una joven del mismo aspecto físico que Elhené, pero ésta era humana, seguida de otra un poco más joven, más o menos de la misma edad aparente que Regeos
-¡María! Sí, soy yo en mi forma humana, ¿te gusta? - dijo Elhené dando un fuerte abrazo a María
-¿Nos vamos? – dijo la otra joven - Me aburro aquí... Irene preparará una fiesta de 25 años en tu honor!
-¡Elena! ¡Ana! Por favor, ¿podéis salir un momento? Tengo un recado que darle a María - dijo Regeos
-Está bien, cuídate María. Recuerda lo que te dije en el templo, ¡al final te llegará la felicidad! - dijo Elhené saliendo de la habitación seguida de la otra joven.
-María ¿me podrías hacer un gran favor? - dijo Regeos cuando se fueron
-Si, claro... - dijo María contradictoria a sus pensamientos, pues imaginaba largos viajes en dirección completamente opuesta a los templos de Minina y Unipuma, como fue el último favor que hicieron a Regeos
-Dale esto a Heaven y dile que haga con ella lo que quiera - dijo Regeos extendiendo una rosa con sus manos, María únicamente asintió - Si lo haces, podrás hacerme cualquier pregunta y te la contestaré
Con esto Regeos retomó su forma de perro y salió de la habitación.
Mientras, Miranda paseaba por los extensos jardines de su palacio, cuando le pareció oír unos sollozos de entre los boscajes y se aproximó hacia ellos
-¿Pablo? ¿Eres tú? – preguntó ella, y cuando retiró la maleza que lo escondía descubrió a un joven llorando amargamente como nunca había visto Miranda en un varón. Miranda conocía a Pablo desde que era pequeño, era hijo de una de sus sirvientas y siempre lo había visto corretear por su palacio. Ahora ya era un muchacho hecho y derecho, nada que ver con aquel niño. Miranda había permitido a Pablo vivir unos años más de lo que mandaban los rituales, pues siempre había sido muy servicial. Pablo, al descubrir a Miranda tuvo deseos de abrazarla, pero no lo hizo, simplemente se secó las lágrimas para hablar con ella
-Mi reina... - dijo Pablo
-Pablo... ¿por qué lloras?
-No, tranquila, no me pasa nada – dijo secándose las lágrimas
-Entonces... - dijo Miranda
-He conocido a una chica... Jessica, es una nandita, y dice que quiere pasar conmigo el resto de su vida... - dijo Pablo
-¡Eso es fantástico! - dijo Miranda con una sonrisa
-Ahora ya no existe obligación de matar a los varones, pero tampoco está prohibido… Ella ha decidido perdonarme la vida... es lo mejor que me ha pasado nunca... ahora sé que ella me quiere de verdad... Pero a veces no lo parece...
-Es normal discutir en una pareja, que más da una peleita, ¡oye! Me la tendrás que presentar, ¿no?
-Lo siento, soy un hombre, ni puedo ni debo tener amigos, es más, no tendría ni siquiera que estar aquí. Jessica dice que los hombres no deben salir si no es con sus mujeres - dijo Pablo - ¡Adiós Miranda! - se despidió y se incorporó y comenzó a caminar hacia el pueblo. Miranda se interpuso en su camino y empuñó contra él su espada
-¡Tú no eres Pablo! – dijo Miranda - ¿Quién demonios eres tú? Pablo nunca había hablado de esa manera, siempre estaba feliz y seguro de si mismo. Y además, Pablo no le tiene miedo a nad... - en ese momento vio que todo lo largo y ancho de la espalda de Pablo estaba sangrando - ¡Pablo! ¿Qué te ha pasado? ¿Estas son las discusiones que tienes con Jessica? ¿es por eso por lo que le tienes miedo? -dijo enfurecida y asustada Miranda
-¡Nunca lo comprenderías! – dijo Pablo llorando - un hombre normal y corriente no habría llegado a mi edad, y tengo suerte de poder estar aquí. Hay hombres a quienes no les dejan salir de su casa y yo ya he estado fuera más de 15 minutos - dijo Pablo marchando de nuevo
-¡Pablo! ¿Y qué me dices de esas heridas? - dijo Miranda
-¡Me las merecía! Desaparecí de casa delante de bastantes personas, ahora todos hablan mal de nosotros. Por mi culpa, hablan también mal de ella. Además, esto no es nada… - dijo Pablo caminando
-¿Comparado con qué? - preguntó Miranda, pero Pablo no contestó, Miranda le alcanzó - ¿Y por qué no la dejas?
-¿Bromeas? ¡Me quiere! ¿No lo ha demostrado ya? ¡Me ha perdonado la vida! Y los castigos que me impone son por mi bien estoy aprendiendo mucho con ella…
-Mira Pablo, ¡ya basta! ¡Eso que estás diciendo no te lo crees ni tú mismo! Hazme el favor y no vuelvas - dijo Miranda pero Pablo no regresó.
En palacio Miranda buscó a María
-Tenemos que encontrar a Heaven - dijo María en cuanto la encontró Miranda, y ambas decidieron salir en busca de Heaven
-He oído hablar a una de mis sirvientas acerca de una mujer que cayó de los cielos, está en el hospital por una hemorragia en el pecho - dijo Miranda
-Está claro, es ella.
En el hospital preguntaron por Heaven dando una descripción de ella, pero ya se había marchado hacía unos minutos tan solo. Salieron de allí y la vieron a lo lejos extendiendo sus alas para comenzar a volar
-¡Espera! ¡No te vayas! Perdona... - dijo gritando mientras corría María
-¿Qué quieres? ¿Quieres algún favor? ¿Tienes alguna molestia? Ya me estaba yendo, si es eso lo que te incomoda - dijo ofendida Heaven
-Heaven, lo siento mucho. Es lo único que puedo decirte... - dijo María
-¿Es eso lo que has venido a decirme? - dijo Heaven
-No – dijo María, Heaven puso mala cara - Es esto
Y María extendió su mano al frente dándole la rosa. Heaven temblorosa la cogió, y María se dio la vuelta ofendida por el tono de voz empleado por Heaven, pero al instante oyó el llanto de Heaven y se acercó a ella e intentó consolarla. Mientras la abrazaba pudo comprobar de nuevo como sangraba por el pecho, pero esa vez lo hacía más abundantemente de lo normal. Cinco minutos después yacía en el suelo.
Heaven despertó en una de las habitaciones de palacio junto a María y Miranda, todavía llevaba en la mano la rosa
-No ha habido manera de que la sueltes - dijo sonriendo Miranda mientras le señalaba la rosa, Heaven le sonrió, María salió de la habitación.
-Heaven, ya sé que no es el momento ni el lugar, pero quisiera pedirte un favor, bueno en realidad dos - dijo Miranda
-Dime, es para eso para lo que me queréis ¿no? ¿Es eso una diosa para vosotras? Una heroína que os ha de sacar siempre las castañas del fuego, alguien que no tiene voz ni voto y que no tiene preocupaciones ni intereses - dijo enojada Heaven
-Es por un amigo, Pablo… Necesito que deje de amar a alguien – dijo Miranda – Su mujer lo está tratando realmente mal
-Entonces no me necesita, él no está enamorado - dijo Heaven
-¡Pero si me lo ha dicho él! - dijo Miranda
-Pero Jessica no está enamorada de Pablo - dijo Heaven
-Pero Pablo sí que lo está de Jessica - dijo Miranda
-¿Pero qué te crees que es el amor? ¿Simple atracción? El amor es algo mágico, el amor es algo indescriptible en el que para que alguien deba estar enamorado, la persona de quien se ha enamorado debe estar también enamorada de él - dijo Heaven
-¿Cómo? - dijo Miranda
-Que para estar enamorado, el sentimiento debe ser mutuo - dijo Heaven
-Entonces...cada vez que nos enamoramos...
-Os encapricháis, pero no llegáis a enamoraros. Así funcionáis, ahora ya lo sabes... – dijo Heaven - ¿Y qué era lo otro que me querías decir?
-Es algo que yo creo que te debe interesar - dijo Miranda
-¡Regeos ya ha mandado demasiados mensajes para ser un dios! ¡Y no me importa lo que otros me digan, que me lo diga personalmente, que para eso es un dios!
-Es que no se trata de un dios - dijo Miranda
-¡Pues ya te he dicho que no me interesa! - dijo Heaven
-¿Ni siquiera si es de tu hijo? - dijo Miranda
-¿Que has dicho? - dijo Heaven con la cara totalmente cambiada
-Tu hijo me dijo algo, y... - dijo Miranda
-¿Quién te ha dicho que yo tengo un hijo? solo tengo dos hijas: Minina y Unipuma
-Bueno, lo de que era tu hijo lo dedujimos nosotras...
-¿Y qué pruebas tenéis de eso? No podeis afirmar estas cosas a la ligera - dijo Heaven
-Mira Heaven, di lo que quieras, pero Dean es hijo tuyo, lo admitas o no… - dijo Miranda , y al oír ese nombre a Heaven le comenzó a doler el pecho
-Lo siento Miranda, no te puedo ayudar. Cuando los dioses cometen una brutalidad no se les permite volver atrás, hay magia muy poderosa impidiéndolo, si me viera Dean...no se ni lo que podría pasar... - dijo Heaven
-No hará falta que te vea, o eso creo - dijo Miranda – solo quiero saber… porque la última vez que lo vi me dijo…
-No te lo creas, no era verdad – dijo Heaven. Miranda se quedó paralizada, Heaven había respondido a su pregunta sin darle siquiera tiempo a formularla
-¿Puedo hacerte a pregunta? – dijo Miranda – si me lo permite...
-¡No soy Regeos! ¿A qué vienen tantas preguntas? – dijo Heaven enojada - En fin sólo eres una humana, tu sabiduría es ínfima, dime
-Usted...es la diosa de la belleza...y siempre se le ha descrito como la diosa indescriptible... y...
-¡Ah! Eso no es más que una leyenda. Como ves, no soy gran cosa hablando de belleza
-Ya... – dijo Miranda, pero rápidamente se percató de que le estaba faltando al respeto a su deidad - quiero decir que ¿por qué conformarse con eso pudiendo ser la más bella?
-Porque mi verdadero poder es el del amor, y ¿cómo saber si alguien se enamora realmente de mi y no de mi físico? Esta no es mi verdadera esencia en efecto, pero es la que quiero tener. No quiero ser un fetiche físico - dijo Heaven sonriendo, y Miranda asintió con la cabeza - Si ya no me quieres para nada más... me despido. Miranda, siempre os recordaré
Y Heaven extendió sus alas y comenzó a volar. En tan solo unos segundos, desapareció de su vista. María y Miranda fueron a una de las habitaciones de palacio. Tanto ajetreo les había quitado las ganas por continuar su viaje.
- Miranda, - dijo María mientras ambas descansaban -si pudieras preguntarle a Regeos lo que quisieras, ¿qué le preguntarías?
- Mmm es una pregunta difícil - dijo Miranda pensativa - Quizás...si conseguiremos llegar a nuestro dest... aunque no tenemos destino alguno. No nos podría decir nada de nuestro futuro… Sinceramente no lo sé... ¿por qué?
- Regeos me dio esa rosa a cambio de una pregunta...y no sé qué preguntarle...
- Yo...
- ¿Qué?
- Nada… - dijo Miranda bajando la mirada
- Tranquila Miranda, le haré esa pregunta en caso de no tener otra mejor, pero busco una pregunta que nos ayude de verdad... - Dijo María, Miranda se limitó a mirar hacia otro lado - Sé que es la única pregunta útil, pero estoy pensando en otras que la puedan responder mejor
- ¿A qué te refieres?
- Si le preguntamos que si Shalia está viva solo nos contestará sí o no y eso no nos ayudará, y si le preguntamos dónde está nos contestaría y seguiríamos sin saber si está viva. He pensado en preguntarle como resucitar a los muertos, así Orly revivirá, y Shalia esté donde esté podría revivir si le pasara algo
- No, eso no servirá de nada, hace tiempo que las gentes de mi pueblo conocen ese secreto. – dijo Miranda - Regeos le concedió esa misma pregunta a la antigua reina Era Nueva.
Posteriormente Era Nueva describió en los libros la única forma de realizarlo, pero para llevarla a cabo, además de ser muy complicado, deberíamos tener el cuerpo...
-Entonces...
-Lo siento... si hubiera tenido más cuidado con mi hija... ahora podrías haber preguntado cualquier cosa a tu antojo. Pero ahora te ves en la obligación de... - dijo Miranda con lágrimas en los ojos
-¡No digas tonterías! – dijo María - Escúchame bien, no tienes que arrepentirte de nada, lo pasado, pasado está. Arrepintiéndote no vas a cambiar en pasado...
-¡Eso es! - dijo Miranda dejando de llorar de golpe - ¡Cambiar el pasado!
-¡Tienes razón! – dijo María, y tras unos segundo procedió a invocar al dios de la sabiduría - Oh Regeos dios de la sabiduría ha concluido tu misión, ahora reclamo mi recompensa…
-…Y te será concedida - dijo una voz mientras un humano con cabeza de perro se materializaba en la habitación
-Y bien, ¿cuál es tu pregunta? - dijo Regeos
-Queremos saber como controlar el tiempo - dijo María
-Sí, ¿los dioses podéis controlarlo? - dijo Miranda
-El tiempo no puede ser controlado. No es algo material. Sin embargo...quizás se pueda hacer algo... – dijo Regeos tomándose un tiempo para pensar - Hace mucho tiempo, antes incluso de mi nacimiento, que los dioses pensaron que era útil poder controlar el tiempo y utilizaron para ello un razonamiento muy primitivo e incorrecto, cada dios aportó su poder al experimento. Crearon un objeto que hacía que aquel que lo tocara pudiera hacer que todo su entorno tuviera un ritmo de vida más rápido, o que viviera al contrario, es decir, para atrás. Este fue su error. Lo probaron, pero lo único que hacía ese objeto era cambiarlo todo excepto a ti, no al tiempo. Lo probaron y cómo no: salió mal. Uno de los dioses hizo que el ritmo de vida de todo lo demás fuese más rápido, pero lo único que hacía su alrededor era envejecer y morir en tan poco tiempo que apenas les dio tiempo a moverse. En tres minutos treinta y siete segundos aquel dios extinguió toda forma de vida existente en uno de los mundos. Hicieron falta años y años para que entre todos los dioses pudieran crear nuevos seres para ese mundo. Hicieron la prueba en este mundo exactamente, pero en ese caso volviendo atrás. Uno de los dioses puso la mano en el objeto y todo comenzó a rejuvenecer hasta morir. El tiempo no puede ser manipulado y ellos lo sabían, por eso no intentaron manipular el tiempo sino el resto del mundo.
“Pero hoy en día estoy yo, la única persona capaz de conocer ese secreto, y ahí estas tú, la primera persona en oírlo pues ni siquiera los dioses lo saben. Años atrás los dioses creamos un objeto capaz de descomponer la materia en luz así como otro capaz de transformar la luz en materia: Los Dermán Blanco y Oscuro. Ese objeto fue muy bien escondido en este mundo cuando comenzó la guerra de las dos diosas. ¿Conocéis el Bosque de las Luces al norte de aquí?
-Sí, no queda muy lejos - dijo Miranda
-En algún lugar de ese bosque está el templo donde están escondidos los Dermán - dijo Regeos, y se acercó a la mesa de la habitación y cogió una pequeña lámpara, abrió la puertita de cristal y metió los dedos pulgar e índice. Frotó sus dedos, y de ellos comenzó a brotar una gran luz - Tomad esta lámpara, os ayudará. Id de noche al bosque y dejadla caer al suelo, os indicará el camino al templo. Una vez allí podéis intentar llegar al interior, pero dudo que lo logréis, yo mismo puse los sellos del templo. Y ahora, si no os es mucha molestia me marcho
-Tienes que cumplir tu palabra, tienes que decirnos todo de cómo controlar el tiempo - dijo María
-Ya os contesté tu pregunta y la de ella, y esas son dos preguntas, dos medias preguntas hacen una, la única que no ha cumplido aquí eres tú
-¡Espera! dinos al menos que tienen que ver esos objetos con el tiempo - dijo Miranda
-Veamos, cada tiempo para una persona está determinado por el espacio en el que está, las imágenes que ve, lo que pueda tocar, lo que pueda oler, lo que pueda saborear y lo que pueda oír, ¿no es cierto? – dijo Regeos, ambas asintieron - Bien, pues todas esas sensaciones viajan por el cosmos indefinidamente hasta que el tiempo vuelva a empezar de cero. El espacio lo conservas, las imágenes son luz, el tacto puede traducirse en materia que se puede convertir en luz y luego aquí, a materia de nuevo, el olor está en pequeños átomos de materia al igual que el sabor, y el sonido son ondas que fácilmente se pueden convertir en materia, del mismo modo que la luz. ¿Lo entiendes ahora?
-Mmm no estoy segura - dijo Miranda, y Regeos haciendo caso omiso a su opinión se convirtió en un diminuto perro y pasó corriendo por entre sus piernas, saliendo de la habitación.
-¿Qué ha querido decir? - dijo extrañada María
-Creo que dijo que si convertíamos el tacto, el olfato, el sabor y el sonido en luz y la trajésemos aquí junto con la luz de la vista, se podría convertir todo eso en materia de nuevo creando un tiempo pasado en el tiempo actual
-¿Y cómo crees que convivirá con el tiempo actual?
-No lo sé, pero si Regeos nos lo ha aconsejado, nada puede salir mal - dijo Miranda
-Bueno ¿y dónde está ese bosque?
-Al norte de las tribus. – dijo Miranda – Siempre se ha dicho que ese bosque está maldito. Es hermoso como el que más a la luz del día y hechiza a todo el que osa acercarse de manera que entra, y muy pocos han encontrado la salida, y de ellos todos salieron de allí por pura casualidad. Por la noche es tan oscuro, que ni siquiera los animales nocturnos sabrían si delante hay camino o tronco. La leyenda cuenta que antes era el hermoso bosque que ahora aparenta ser, y que los dioses se paseaban por allí e incluso algunos moraban allí, y que cuando el sol se ocultaba no perdía su belleza, pues unas hermosas luces brotaban de los árboles en forma de frutos. De todas maneras no iluminaban más que un palmo a su alrededor, pero los dioses las adoraban por su forma de frutos colgando de los árboles. Dicen que un día Minina destruyó todas las luces cuando Unipuma estaba dentro para dejarla atrapada en la oscuridad. Unipuma tardó dos años en salir, pero lo hizo, y el bosque desde entonces ha sido siempre igual de tenebroso.
Salieron de la habitación, y bajo su puerta había una nota. Miranda leyó la nota firmada al final con una HV
-Así que Heaven te ayudó al final. – dijo María -¿Qué dice la nota?
-Es la historia de Diana y Cristal... - dijo Miranda y leyó el conocido mito:

Leyenda de un amor imposible

Hace mucho tiempo, en la ciudad sagrada de Heavenpolis, cuando todavía resplandecía la Tierra, nació de una humilde familia una niña llamada Cristal. La llamaron así porque sus sentimientos eran siempre transparentes, además de por su fragilidad y belleza. Con la llegada del otoño, cuando Cristal ya tenía 17 años, Diana, la diosa de los árboles hacía su recorrido anual para hacer caer las hojas de sus árboles. Cuando pasó por Heavenpolis y fue a parar a uno de sus árboles coincidió con Cristal justo cuando ella dormía a la sombra del árbol. Diana no pudo hacer caer las hojas de ese árbol, no con ella allí. Los Heavenpolitas se quedaron asombrados al ver todos los árboles sin hojas salvo en el que estaba durmiendo Cristal.
Pasó otro año, Cristal estaba despierta esa vez, y aguardaba bajo el árbol para ver venir a la diosa Diana, pero Diana era sabia y no se dejaba ver fácilmente. Aquel año deshojó muchos árboles, pero no todos, no le dio tiempo, estuvo gran parte de la época observando a Cristal. Estuvo tanto tiempo mirándola que, sin percatarse, estaba a la vista de todos. Cristal también se le quedó observando, se pasaban las horas mirándose pero Cristal no sabía que tras esa forma humana se ocultaba la diosa a la que tanto deseaba ver. Cristal ya no parecía tan viva, “la opaca” la comenzaron a llamar haciéndose mofa de su nombre, pues ya no hablaba de nada con nadie, y tampoco tenía nada que contar, pues aquello que le ocupaba los días de su vida era algo que reservaba para su interior. Diana también dejó de vivir, su única ocupación era la de ir a Heavenpolis y observar a aquella chica de la que nada sabía y a la que en su interior conocía como si fueran hermanas, así que la singular caída de hoja del otoño dejó de ocurrir en Heavenpols.
Un día Cristal se llenó de pena, pues se sentó como siempre bajo su árbol y miró al mismo rincón donde día tras día y año tras año le aguardaba Diana, pero ella no estaba allí. Diana fue como una humana más al templo de Heaven, y junto con dos mujeres que rezaban por conservar su belleza y casar a sus hijas, Diana comenzó una oración: “¡Oh, Heaven escucha mis súplicas!” y entonces, como si un trueno se apoderara de todo el templo, Heaven le habló. Las mujeres y el aspecto oscuro que el templo tenía en esos momentos desaparecieron. Entones Heaven dijo “¿Por qué, oh Diana, tú que formas parte del circulo de dioses, te refieres a mi como un ser superior y no como a una igual? ¿Por qué me hablas como si fueras una de esas egoístas humanas que solo piensan en si mismas y exigen a los dioses responsabilidades sobre sus actos y los de sus allegados?” “Creo que ya sabéis bien, cual es la miel que amarga mi alma y me causa este dolor que por nada en el mundo quisiera perder, aunque éste acabase conmigo” dijo Diana “¿Dices que aunque éste acabase contigo o malinterpreto tus palabras?” Dijo Heaven “Interpretasteis bien, pues ese es mi deseo, deseo ser consumida por el amor a lo que éste será consumido, deseo morir por aquella persona que, como vos sabéis, me inquieta más que mi propia inmortalidad” dijo Diana “Sé bien que esa solución es la única para el dolor que tú tienes, pues los humanos, incluso los creados por mí, tienen los caracteres de los dioses, pero más exagerados, tienen una enorme cantidad de defectos, aunque también de virtudes, por lo que son menos equilibrados. Son demasiado imperfectos, y aunque sé que el verdadero deseo de tu corazón es que sea ella la que experimente el cambio, pues os aseguraría un hermoso futuro, no se puede hacer nada al respecto.” Dijo Heaven “No es eso lo que os pedí. Por favor, acabad cuanto antes. Ardo en deseos de verla” dijo Diana “Antes deberás acabar con esto y oír las condiciones. A nadie deberás decir quién eres en realidad, a partir de ahora tu nombre será Mónica” dijo Heaven, y haciendo un gesto de manos, apareció de súbito Elhené con un pergamino y una pluma en la mano, “¿No podré decírselo ni siquiera a esa chica?” dijo Diana “Elhené, ha ocurrido lo que te dije, haz aquello que acordamos. Y tú Diana, a nadie significa eso precisamente, y si se lo dijeras, no sólo tú volverías a tu forma original, si no que ella sufriría grandes consecuencias, incluso podría causar su muerte en el caso de que, como tú has supuesto, ella realmente te amase. Y dicho sea esto, sólo queda tu firma en este, tu nuevo destino...” Elhené se le acercó con el pergamino en blanco, y Diana firmó. Y acto seguido notó como un gran cansancio se apoderaba de su cuerpo, de su belleza y juventud y de todos los sentimientos de Diana, para hacerlos de Mónica. Cuando Diana hubo acabado, miró hacia donde estaba Heaven y había desaparecido. Todo estaba volviendo a la normalidad, y Elhené ya solo era un borrón que le susurraba “Días 15 y 20, dentro de 18...”
Mónica volvió al lugar de costumbre, y se puso a llorar. ¿Había insinuado Heaven que esa chica no estaba enamorada de ella? y aunque así fuera, ¿cómo iba a gustarle con ese aspecto de humana cansada por los años, aunque todavía joven? Y entre sus llantos notó como una mano acariciaba la suya que en esos momentos reposaba sobre la hierba, Mónica se sobresaltó y miró a la persona que tan tímidamente le había tocado la mano. Aquella chica ahora estaba sentada a su lado, y en un esfuerzo de consolarla le había acariciado la mano. Mónica se acercó lentamente y la besó, Cristal la abrazó y la apretó fuerte junto a ella, y se besaron una y otra vez. Sin hablarse, pero se conocían demasiado como para hacer preguntas. Pasaron varios días igual, se amaban, pero no hablaban con la voz, lo hacían con la mirada, y con las caricias. Diez días después de la conversión de Diana con Heaven, ella le preguntó a Cristal por su nombre “me llaman Melancolía, aunque últimamente Alegría y Ojos que esconden, antes, y como me gustaría que tú me llamases era Cristal. ¿A ti como te gustaría que te llamase?” dijo Cristal “Como me gustaría que me llamases no me es permitido decírtelo, pero me puedes llamar Mónica” dijo Mónica “Pero, yo sí te seré transparente. Me gustaría que tú también lo fueses” dijo Cristal “lo siento...” dijo Mónica. El pueblo estaba inquieto, empezaba una serie de protestas que iban dirigidas hacia ella, sin que nadie se lo dijera directamente “¡Diana nos ha abandonado!” “¡Hemos de contentar a la diosa descontenta!” decía la gente. El día 15 de ese mes, cuando hacía 18 días de la conversión de Diana con Heaven, se anunció al pueblo el inicio de sacrificios humanos para contentar a la diosa Diana, y con terror Mónica descubrió que en cinco días sacrificarían a Cristal. Ahora comprendía la advertencia de Elhené: “Días 15 y 20 dentro de 18”. Aquella mañana, Mónica fue al templo a rogar a Heaven, pero Heaven no le respondía. Quizás ahora entendiera el defecto de los humanos, ¿por qué, ahora que ella era una más entre tantos humanos iba a hacerle caso Heaven, siendo además este un deseo tan egoísta como Heaven le había advertido? Aquella tarde decidió contárselo todo a Cristal, de todos modos, que podría ser peor que la muerte? “Cristal” le dijo “He de contarte quien soy, de donde vengo, donde vivo en realidad, y todas las consecuencias que esto te ha de traer a ti. Quiero que sepas que si te lo digo, esto se podría convertir en una despedida prematura, podrían matarte...” dijo Mónica “La muerte ya la tengo, prefiero que sea a tu lado...” dijo Cristal “Yo... en realidad... soy Diana, la diosa de toda la vegetación...” dijo Diana que recuperaba toda su fuerza y vitalidad a medida que desvelaba su identidad. Miró a Cristal, y vio que ésta se iba haciendo cada vez más transparente, hasta que se convirtió en brisa. Así, Diana, con lágrimas en los ojos lanzó un grito que hizo que las hojas de todos los árboles cayeran de golpe. Aquel año, el otoño se convirtió en un verdadero infierno. Pero Cristal no había desaparecido, había conseguido la aceptación de los dioses en el círculo. Heaven la aceptó desde un principio, pero sabía que debería pasar un tiempo para que ambas estuviesen preparadas. Así, Cristal pasó a convertirse en diosa del viento. Cuando Diana volvió al mundo de los dioses tras escampar su ira por el mundo, se encontró con Cristal y Heaven, y la alegría que le brotó en el corazón era tan inmensa que no podía contener sus lágrimas y no le dejaba hablar. Cuando al fin se recuperó, y después de abrazarse firmemente a Cristal le dijo a Heaven “¿No decías que una humana nunca podría ser una diosa?” y Heaven respondió “Pero también he dicho que el amor es lo más poderoso que hay en el mundo” Desde entonces, en otoño, mientras Cristal mece las hojas de los bosques, Diana las hace caer como lágrimas de felicidad.


Miranda entonces rompió la nota que ocupaba varios folios y la lanzó lejos
-¿Por qué lo has hecho? - dijo María
-Esto no tiene nada que ver ni con nosotras ni con Dean. ¡No nos interesa! - dijo Miranda enojada
-¡Pero yo ni siquiera acabé de leerla!
-Al final... la humana se transforma en diosa...
-No veo por qué te enojas, al final la diosa y la humana acaban ju... - dijo María pero no acabó, pues Miranda ignorándola salió de la habitación - ¿Y ahora dónde vas?
-Al bosque ¿vas a venir o no? - dijo Miranda mientras salía de la habitación

Texto agregado el 09-05-2008, y leído por 84 visitantes. (0 votos)


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