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“Cuando leas esto, yo que ahora soy visible, me habré vuelto
invisible.
Entonces tú serás compacto, visible, y realizarás mis poemas,
volviéndote hacia mí,
Imaginando cuán dichoso sería yo si pudiese estar contigo y
ser tu camarada...”
(Lleno de vida, ahora. CÁLAMO)



Quien iba a pensar que ese monótono itinerario llamado vida lo llevaría hacia su gran destino. Todo ocurría tan intrascendentemente que no existían dudas que estaba condenado a vivir exiliado de todos esos placeres que ultrajan y fecundan al ser humano. Nada fue, ni lo será, tan inerte como sus ojos, que ignoraban que su vida transcurría y la muerte andaba buscándolo con insaciable apetito. Así fue su vida, tan simple como esto mismo.


“Desde que el perdió el conocimiento nadie sabe de donde viene, ni hacia donde va. Es simplemente un cuerpo con el don del habla. Sus ojos, su nariz y sus oídos se cansaron de escuchar el romper de las olas contra las paredes de su casa. Dicen que cuando se lo ve, él solo habla, mientras casi todo su cuerpo permanece inmóvil en posición vertical. Su larga barba y pelo cubren toda posibilidad de que este hombre pueda entender algo de la civilización.”
Así lo describía uno de los tantos diarios que hablaban de él. Lo llamaban “El loco de las olas”. Nunca nadie había podido establecer una comunicación con él. Anduvo en psiquiátricos de todo el país en los que no mostró mejoras. Ni empeoramientos, por desgracia.

Mi inquietud por este hombre habría de superar ampliamente mis expectativas iniciales en poco tiempo ¿Qué secretos guardaría? ¿A quién habría esperado (si es que alguna vez esperó a alguien) durante tantos años? Muchas preguntas que jamás habían sido respondidas. Y todas las respuestas eran su propiedad inviolable.

Comencé estudiando caso por caso las veces que se habían querido establecer comunicaciones con él. Al comenzar la investigación, note con gran asombro que habían muchas experiencias relacionadas con el. Desgraciadamente, también aprecié que el 100% de las experiencias habían fracasado. Nadie de ninguna forma había podido ni ver un gesto que nos permitiera decir que se hubiera producido un fugaz interés por él para comunicarse con las otras personas. Todo esto me daba a suponer, que había muy pocas posibilidades de que yo estableciera algún tipo de vínculo con él.

Suponer que en mi primer intento iba a tener suerte y lograr esas tan ansiadas señales para demostrar que él en realidad no estaba loco, era realmente algo muy descabellado, pero no imposible.
Mi primer intento consistía básicamente en volcarme por intentar hablar con él de forma normal, como si se tratase de una charla ocasional en donde no había ningún interés de por medio mas que el de matar el tiempo. Era una certera realidad que este intento iba a ser una frustración total, pero en realidad mis intenciones no eran las de producir actitudes, sino que eran mas bien las de ganar la confianza del individuo para luego intentar de una forma mucho mas profunda llegar hasta su mente.

Inicié el camino hacia su casa que quedaba solo a unos minutos de la mía. Me interné en un barrio con casas desordenadas hechas de chapa y madera tan comunes en el sur. El frío y el olor a mar ya era costumbre en mi. Yo, desde muy chico había caminado y jugado por esas costas toda la vida, nada era desconocido, tal vez había cambiado un poco el sector, pero todo había sido causa de eso que nos afecta a todos y que se llama tiempo. Luego de haber caminado por las costas resbaladizas, pude observar con impaciencia la casa de “el loco”. Trepé por un par de piedras hasta llegar a su ventana. Me acerqué lentamente y lo pude ver hablando solo, era como si le estuviera hablando a algo que estaba allí presente pero que solo él podía ver.
Entré tranquilamente y el no notó mi presencia (o no quería notarla). Este era el punto de inicio de mi 1ra estrategia.
-Hola, espero que no te altere mi presencia. No vengo a molestarte y a hacerte fatídicos interrogatorios, solo deseo brindarte mi compañía.
-“... el mar mostró su majestuosa capa de vidrio liquido sobre vuestra eterna embarcación. Todo lo que os ocurriera a partir de ese instante iba a corresponder a la insaciable sed de razón que tiene nuestro Señor de los mares. Verás que Vuestra Alteza se encuentra en tierra firme, imaginando las barras de oro que traeremos hacia su tierra, a cambio nos dará...”
Su discurso se interrumpió de repente. Cambio de dirección, miró al mar y dijo:
-“... el vestigio de toda una época yace bajo este eterno manto amarillo que cubre toda raza racional. Veras que es austera su naturaleza, pero quiere que cada acto suyo sea un poema épico. ¡No os veis! ¡Muertos de frió y de sed buscando caricias en mares helados! ¡O quizá mendigando la limosna que Vuestra alteza tira a las calles como signo de compasión! La rebelión tiene que venir de todos o ninguno. Pero os pido el favor que esos todos sean realmente ‘algunos’.”
Quedó callado y luego procedió a sentarse en la destruida silla que parecía conocer cada historia de este hombre. Luego prosiguió:
-“En las pérfidas nubes espero que las insaciables podredumbres marinas no tomen mi cadáver como trofeo de sus violentos incestos. Os han dejaos el peligro de toda una realidad que en verdad es una mentira. ¡Miráis como cada recuerdo a través del tiempo tiene su dosis de mentira!. Muchas cosas en este crepitante fuego mudan sus pieles para ser lo contrario a lo que eran. Caballos con crines relucientes de pelos plateados se convierten en cenizas en unos instantes. Pero yo jamás permitiré que mis huesos se vuelvan humo.”
En ese instante el hombre fue hacia fuera y se sentó sobre una piedra a observar el vuelo razante de los gaviotines sobre aquel mar. Estuvo así sin decir palabra alguna a razón de unas 2 Hs.
Después decidí marcharme pues se estaba haciendo muy oscuro y no era recomendado andar caminando por esa zona a esas horas. Mientras caminaba recordaba las palabras de este hombre que habían quedado retumbando en lo mas profundo de mi cabeza.
Al llegar a mi casa, me acomodé y puse la radio como para no sentirme tan solo. Pensaba en mi pequeño aislamiento, desde chico había sido muy aislado y me costaba hablar con otras personas. Cada vez que deseaba exponer mis ideas o proponer algo, tartamudeaba y todos se reían. Era algo realmente molesto (yo diría insoportable). Mis padres me llevaban al psicólogo, pero él nunca pudo solucionar nada, sino que empeoraba las cosas. Cada día que iba a la escuela era una eterna tortura que me hacia daño.

Este trabajo me estaba entusiasmando mucho y no quería perder detalle alguno de las palabras de este hombre. Realmente cada palabra era un enigma para resolver, una vida que no había encontrado eco en otra vida.
Me encaminé hacia la casa de “El loco” como a eso de las 10 de la mañana. Iba pateando piedras y observando cada rostro que se cruzaba. Creía detectar en cada uno de ellos un secreto por revelar, un silencio que nadie jamás había escuchado. Al llegar a su casa noté que él estaba parado con sus brazos extendidos hacia el cielo y hablando solo. Me acerqué y lo saludé, pero como era de esperar no respondió a mis palabras. Él siguió hablando como sigue:
-“...Que en cada isla azotada por tempestades y temporales blancos eternos, no falté aquel naufrago que los enfrente con pujante fuerza. Pero recordad que nadie recordará tus hazañas y quizás seas alimento de los carroñeros. ¡Vosotros tendréis que pelear! Pensáis que venciendo aquel litigio eterno, verás el barco salvador. Pero el no os salvará a vosotros, él salvará al cobarde que temió enfrentar a la naturaleza tal como es.”
Corrió hacia una roca grande en donde se puso en cuclillas y cerrando los ojos dijo:
-“Aquel susurro marino que suavemente busca un oído que lo sepa escuchar, envejecerá de tan ardua espera. ¡Como os vemos cuando envejecemos! Vuestra piel se desvanece como esperando sacar lo interior nuestro, vuestros ojos se pierden en una inmensidad eterna que ya no busca nada. Todo ha llegado y todo lo tenemos y tuvimos. Nos conformamos con poco y solo queremos volver a ver ese rostro que en las tempestades de los mares...”
Espontáneamente se paró y mirando la ruta empezó a llorar desconsoladamente. Inesperadamente empezó a correr en dirección hacia su casa, mientras reía a carcajadas.
Cuando llegó a su destino dijo:
“ ¡Veía en los caminos la esperanza de poder llegar! ¿De llegar a donde? ¿Llegar o ir a ningún lado? Buscad en os mares las mil salvaciones y el solo tiene las mil tempestades. ¿No veis que de un soplo violento te mata todas tus fábulas? En los castillos corroídos de moho y balas está él que nos ordena descubrir tierras en su nombre, pero estas tierras son vuestras. Tú, que naciste en las marejadas mas terribles, tú, que derramaste la sangre en cada caracol de esta triste y desolada playa. Tú que viviste y moriste aquí, en este suelo en donde solo vosotros podéis sembrar el trigo cobrizo que baña los cadáveres muertos con espadas de fuego...”

Decidí que ya era tiempo de dejar a este hombre con sus historias tranquilo. Habían pasado 2 horas y todo me resultó tan fugaz que era como si hubiera estado solo unos pocos minutos. Cada cosa que escuchaba me sembraba mas dudas en mi cabeza, y por lo tanto mas preocupaciones.
Cuando llegué a mi casa, me apresuré a prender la estufa pues hacia mucho frío allí. Me senté a su lado y mientras tomaba mates pensaba en todo lo ocurrido, era como si cada pequeño viento hubiese levantado en él grandes tempestades. Cuando mas cómodo me estaba sintiendo y ya Morfeo se adueñaba de mi, alguien tocó la puerta. Detrás de la puerta estaba ella, una de mis pocas amistades. Entró y se sentó en un “confortable” banquito al lado de la estufa.

-Che, espero que no te moleste en nada de tu agitada vida privada.—Dijo irónicamente—
-No para nada. Sabes, me había quedado pensando en todo lo que estuvo diciendo ese loco que vive al lado del mar. Por ahí me da a pensar que no es tan tonto como parece.
-¿Por?-preguntó-
-Dice muchas cosas que no están tan erradas como parece, sino que hace falta mas bien desentrañarlas. Son como pequeños trozos de papel separados que esperan ser armados para así descubrir una gran historia.
-Y puede que sea así, o puede que él invente todo, que sea una farsa de su mente, ¿no?
-Es que por ahí se ve muy estructurado para ser una farsa inventada en el acto. Hay detalles que se repiten en sus historias, como el mar, por ejemplo.
-Y quizás haya tenido algún drama con el mar, un barco que se hundió, que se yo.
-Tal vez...

Luego de haber mateado un rato mas, decidimos que ya era tiempo de ir a acostarnos. Cuando me saludó pude percibir en ella, esa mezcla de bondad y energía que la hacia tan especial para mi. Ella siempre fue una de las cosas que me mantuvo atado al mundo, era como un pequeño hilo de cobre que me conectaba con todo lo demás que había a mi alrededor.

Cuando me levanté al otro día noté con asombro que eran las 11 en mi reloj despertador. Rápidamente me vestí y fui hacia esa casa a la orilla del mar. Cuando llegué “El loco” estaba arrodillado y tenia entre sus manos una gaviota herida y parecía que la estaba curando. Mientras realizaba esa tarea hablaba:

-“… ¡Oh! Tenaz pájaro que buscabais rocas donde anidar en mis manos has ido a caer. Caíste por una piedra que intentó fulminar tu vida, pero por cosas que nosotros no comprendemos, el destino nos juntó. Tú, con tus miedos deberás acostumbrarte a mi mano que intentará salvarte del ocaso triste de la muerte. Yo, con mis callosas manos buscaré sanar tus alas para que tú puedas hacerte al aire. ¡Que difícil tarea será esta! Las gaviotas son del cielo y yo soy de la tierra, y cada cual es dichoso en su medio…”
Se levantó con la gaviota herida en sus manos y exclamo:
-“Vosotros, que pretendéis amar toda criatura libre en una jaula, y no comprendéis que cada ser tiene su propio aire y que aunque vosotros queramos quebrar esta suerte de destino es imposible. Vosotros escuchad los ruidos con los que gimen los pájaros enjaulados y sabéis que con cada grito mueren un poco. Tú mientras miras ese pájaro entre las rejas intentas acariciarles las plumas con caricias de miradas, pero las caricias se dan cuando el verdadero aire roza sus alas, y no en esa jaula ficticia…”
-“Donde hallases el agua, arremeterás con furia tremenda. Donde llores, crearás un río por el que navegarás. Todo será la dicha aunque todo sea un infortunio, pues se vive matando todo lo que explota dentro nuestro. ¡Gaviota! ¡Si me creyeras por un instante roca! Anidarías en mi mano, criarías vuestros débiles pichones y aprenderían a volar en mis rompederos.”
En ese momento la paloma dio un leve gemido y murió. El “loco” giró su cabeza y tuve la sensación de que me estaba mirando. Fue allí donde todas mis esperanzas se desvanecieron en un aparente hilo de realidad.

Pasaron varios días en los que estuve pensando en esa mirada, en esos ojos que me habían carcomido los míos con un poder sobrenatural, ya mi mirada era la suya, y eso era lo que me atemorizaba. Mi vida era su vida, o mejor dicho yo estaba siendo parte de su vida.

El frió del invierno estaba golpeando las calles y los cristales de nieve se estrellaban contra la ventana que lloraba calor. Algunos árboles se desnudaban ante ese increíble poder, otros resistían valerosos vestidos de verde dándole asilo a la nieve que en ellos quería habitar.
A todo esto había pasado mucho tiempo sin ir al mar, pero no por olvido, sino porqué estaba muy ocupado como para ir a ver como andaba todo por ahí. Sin embargo, me hice un tiempo para ir a verlo.
Cuando llegué ahí estaba él, mirando su casa y su mundo, llorando.

-“…Lo increíble del tiempo es que no se le puede dar tiempo. Esa es la doble personalidad de él, ese es el misterio que atrae y aterroriza tanto, puede ser el demonio o Dios, El mar y el sol, el llanto de un bebe o la callada muerte en un anciano. Amad y respetad a este inmortal, pues con un movimiento de agujas nos revela que nos queda un segundo menos de existencia, que la vida no es mas que una fuga de números que nos llevan a lo desconocido ¡Comprendéis que en la vida la única certeza que tenemos posee nombre y personalidad, carácter y bondad! Comprended con los ojos cerrados a mente abierta el letargo que nos espera bajo tierra, comprended los miles de kilos de tierra que en ese momento pesaran sobre nosotros, comprended que el destino, que la vida de un ser es eso, es seguir las huellas que nuestro amigo dejó para nosotros, comprended que todos llegaremos mas tarde o mas temprano, que todos moriremos al fin y al cabo.”
“Continuo la carrera por la vida y veo que miles de ojos miran las obras que uno ama y hace por quien ama, es decir, la gloria. La gloria es alcanzar el éxtasis de saber que fuimos vistos por otros ojos como una forma de pensamiento semejante a la de ellos. ¡Oh! ¡Por creer demasiado en ti cuantos Miguel Angel han muerto, cuantas cuerdas murieron en la taberna fea y maloliente. Pero tú, que soy yo, y que pretendes soslayar las plegarias de un alma en pena dime: ¿Acaso morir en la miseria, rodeado de obras de matices eternos pintados con pinceladas de eterno novato, eterno decadente, no son acaso la máxima gloria? ¿No eran acaso bellas las palomas que pintó aquel hombre y que en el mismo instante que las terminaba por obra del fuego ese día volaban? ¡Ay, gloria! Tanto sabemos de ti que nos resulta poco.”

Fue allí cuando él salió corriendo hacia el tranquilo río. En ese instante noté que habría una gran revelación, tuve miedo pero algo como una especie de imán no me dejaba escapar de su lado, era inevitable quedarme junto a él. Ya el río se había tornado insoportable, su corriente avanzaba sobre todo ser y era como si todo esto ya estaba escrito en una inviolable hoja de agua. No sé cuanto tiempo pasó, pero en un pequeño momento de tranquilidad él dijo:
“Ya es tiempo de que todo se lleve hacia las aguas que vuelcan su dulzura sobre las lagrimas del mar. El tiempo será largo, pues será el tiempo de despedidas. Ya nadie puede negar que lo nuestro es un contacto constante, ya nadie puede negar que siempre estuvimos conectados por ese mágico hilo de sal que todo lo puede, que nos ayudó a reencontrarnos con nosotros. Toda despedida es señal que el camino está por comenzar. ¡Ay, mar! ¡Quiero estar siempre a tu lado! ¡Deseo el mayor de los gemidos en tu eterno grito de amor que siempre rompió contra las rocas! ¡Oh, ven a mi gaviota de los sueños y arrullaré con suaves versos las plumas de tus alas que siempre quieren volar, volar, volar...”

Pasó mucho tiempo desde ese suceso, pero jamas me pude quitar su mirada de encima, repito una y mil veces sus palabras mientras vago por las calles. Durante las noches escucho pasos que me siguen, pero los ignoro, yo sé que ellos me quieren matar en la noche en que las olas golpeen mas fuerte contra las rocas...

Texto agregado el 19-04-2004, y leído por 209 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-04-2004 Fantástico tu modo de escribir y fantástica la historia, en tu libro de visitas tienes mi comentario (algo extenso). Desde aquí, invito a más gente a que la lea aunque sea mmmmuy larga :), merece la pena mi_mundo_paralelo_y_yo
 
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