Preferí quedarme en casa.
Leer la revista que dejaste en la mesa de la sala,
consumir(me) tres cigarros y poner a Michael Jackson
y después a Grieg. A la mitad del tiempo te mandé un
mensaje y seguí leyendo. Ahora estoy en la
computadora (d)escribiéndome el pasado y apenas un
poco del presente. Te extraño.

Mañana vuelves y aquí te espero.

Pasaron tantas semanas desde que me fui... Hoy
saludé a tantos vecinos que estaban fuera de mi
memoria y que volvieron uno a uno, a darme cuenta
del tiempo entero que pasó sin vernos. Me ven sin tí,
me saludan y yo saludo. Se extrañan de verme pero
nadie me pregunta nada; mejor así.
La abuelita de a lado me sonrío más que otras veces y
yo también a ella. (Me hace tan feliz el reencuentro).
Pero hoy preferí estar sola todo el tiempo. Caminé por
las calles como si fuera la primera vez que lo hiciese,
recorrí los caminos que caminábamos juntos y sentí
estar en tu lugar como aquellos primeros días que me
fui.
Esta vez llegué a casa sabiéndote lejos, quizá por eso
la emoción no fue tan grande de volver, pero
mañana... confieso que temo que ya no me quieras.
Confieso que no le temo a eso. Que ahogaré mis ganas
de decirte te amo y que no podré irme sin decírtelo de
nuevo.