Desubicada y loca por los últimos sucesos. Agonizante por los reencuentros inesperados y las confesiones. Con una vida a punto de caerse por el defectuoso desgarradoras remolino; esperando que no la trague y le suprima la existencia enferma. Confieso que la muerte anónima no es mi pasión más anhelada, pero no quiero seguir viva. Sólo encuentro un remedio: que mueran todos los demás.

Si sostengo un cerillo encendido entre mis dedos, me quemo. Eso me han enseñado; la verdad es otra.
Sentiría fríamente cómo se congelan mis extremidades. Una mácula pegajosa y repulsiva se expandiría por el órgano cutáneo. Cubriría mis poros. Es real. Experimento la desesperante invasión a mis sentidos. Mi cerebro se congela; no me controla. Soy ajena a esta colonia insectívora manipulada. Sufro la presencia de agentes externos que quieren controlar mi vida. Estoy desesperada. No me importa decepcionar la expectativa; quiero ser suicida, y espero morir en el intento.