Irónicamente soy la paradójica necedad. El útero es el órgano prohibido. No volveré a caer en una misógina abertura hirviente como tu boca. Siento repulsión cuando el hedor de tu presencia se instala en mi cerebro. Invades mis ideas. Eres mis ideas. Qué patetismo ilógico, leer poesía feminista mientras te esparces descontroladamente hacia mi sangre.
La música explota en mis oídos. Mi corazón explota en mis oídos; dentro, el odio.
No creo en los profetas ni en perdedores anteriores a mi existencia. Sigo mis instintos animales; las hormonas me controlan y al volverme bestia soporto tus bestialidades.
Me enferma soportar verte regurgitando testosterona. Estás equivocado si crees que necesito tu permiso, o tu presencia, para sobrevivir en esta coladera humana. Soy un parásito. Irrádiame con tu radioactividad deprimente; puedes envenenarme, he soportado torturas mucho más desgarradoras.