Las letras sueñan sobre el blanco de una hoja junto a extrañas manos y grafías como un cíclico mandato que renace ante los ojos. Y mientras unes las formas que relatan lo inconmensurable, la luz sopla los renglones que tus dedos trenzan; tiemblas en los labios de un amante que agota su deseo, en el sentir de una mirada bajo el negro de sus noches, acorralada, estrepitosa. En los ojos del poeta la encrucijada anida sus silencios para dar espacio al todo como un destino inexorable. Sueñan, ríen, mueren, en un mundo de papel, lloran, viven, nacen, navegando sus temores. Sobre ti, las frases toman esa impronta que margina la pureza, para perpetuarse ilimitadamente en la conciencia de los hombres.

Ana Cecilia.