“Vita morta est “
Yo podía haber creado mi historia, hacer mi trabajo o concluir mi obra…
…y llegó ella, a desbaratar mi mundo, a incomprender mi vida, a cambiar mi rumbo, a detener mi proyecto.
Yo accedí feliz al cambio (como siempre), pero la mutación de las realidades amputó casi del todo mis capacidades, cercenó mis aptitudes y produjo un desgaste que terminó por oprimir mis fuerzas.
Ella se dio el lujo de delegar a su inconciencia las culpas que la abatían, acabó con la alegría que llenaba mis telas; comprimió la visión de la cual yo estaba dotada, y así, dejándome ciega me soltó a que retratara.
¡Qué podía yo hacer en el momento además de llorar!
si ya estando ciega sólo poseía en mi mano los contornos de su rostro; si postrada en una roca no reconocería a nadie más que a ella.
Hablarle nuevamente a Vita sería un suicidio, sería condenar mi cuerpo a la abulia… pensar en ella es un receso. No se puede crear con la etérea presencia que conlleva el recordarla, es un estancamiento sin ton ni son, un baile áfono, un útero estéril que sólo abulta pero que no crea nada, no engendra ni una partícula de creatividad, lo tiene ya todo dado.
Vita no tiene tiempo para crear, es sólo tiempo que utiliza para repetir y memorizar, para llevar su vida al ritmo de los demás. Vita no conoce la regeneración, su carne es y será siempre carne muerta, carroña de la cual nada puede renacer.
Vita fue mi compañera por un período de ocho etapas, en cada una de las cuales la que imaginó fui siempre yo, y Vita: ¡Vita sólo contempló y caminó y vivió ululando a mi lado como un ser sin determinación!...
…yo sólo le reclamo su falta de imaginación, pues aún la quiero.
La abrumadora neblina me contrae la piel, horroriza a mis ojos que al contemplarla se hacen esclavos de una magnitud de explicación inconmesurable. Toda explicación que ante puro sentimiento se vuelve del todo inválida, toda explicación objetiva se vuelve inaplicable,
… es un puro goce, solamente aberraciones de la carne por el placer.
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