Tenía una mirada fría, la luz del tenue sol que entraba en la ventana, iluminaba su cadáver, su rostro que era pálido y delicado mostraba los rastros de su belleza que hace unas horas había dejado de existir. Era poesía, despedía un olor a perfume, no pasaba los 25 años.
Me preparaba para la autopsia.
En mis manos tenia la navaja, pero extraños pensamientos inundaban mi cabeza.
Mi corazón palpitaba como si hubiera encontrado a mi alma gemela, solo que ella se había adelantado.
Mi mano temblaba, no era de miedo. Era un sentimiento parecido al enamoramiento.
Sus ojos me observaban, eran color ámbar. Tuve el deseo de besar el cadáver, era como admirar las flores secas aun parecían bellas después de no tener vida.
Estaba aluciando, mi mente no dejaba de dar vueltas. Mire a la ventana, y regrese mi vista al cadáver.
La belleza se había ido, su perfume también, era una mujer de 60 años.