Ahora que el viento ya no lleva
tu risa oreada
hasta mi nuca.
Descienden caudalosos y sombríos
los cauces que portaron las miradas.

Ahora
que el horizonte se aleja
anunciando un adiós ya decidido,
cobarde, tal vez, en esencia.
Tu aroma en un recuerdo
se asemeja
a la risa de una mañana de julio.

Ahora
no existen los segundos
que tenaces dilataban las horas,
en las que tu voz
era anhelo en la distancia,
y susurro
en las tardes moribundas.

Ahora
que ya no me viste tu mirada,
parezco más delgada, desnuda.
Mis formas han perdido la belleza,
desvanecida entre las manos
como el agua clara.

Ahora
que el viento ya no trae…

Tu nombre
hasta los surcos de mis labios.