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Inicio / Cuenteros Locales / JUANPIX / RADAMANTIS (PARTE 3)

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Mi madre estaba leyendo una novela de Puig, era una fervorosa seguidora del escritorcillo argentino, yo le decía que leyera a otros escritores, nombraba a Camus, a Kafka o a Borges, si es que quería leer a un rioplatense, pero ella era así, solamente tenía lectura para Puig. Aquel día estaba muy concentrada en su lectura. Estaba leyendo por enésima vez el libro Boquitas Pintadas. No sé qué se creía mi madre. Yo era un mocoso de quince años. Siempre fui enfermizo. Ese día estaba resfriado. El sonido de una gotera caía estrepitosamente en el suelo. Me impacientaba ese ritmo desacelerado. Me acerqué a ella. Tenía frío. Mi madre siempre fue una persona muy caliente. No era una prostituta por si acaso. Solamente tenía buena temperatura corporal. Ella ni se inmutó ante mi llegada.
- ¿Mamá? –dije. –¿Has leído a Poe? –pregunté tímidamente. En la mañana había leído el cuento “El gato negro” y estaba fascinado con la historia.
- ¿Poe? –dijo–. Edgar Allan Poe... es un afeminado de mierda. Es un maldito desquiciado. Sí, hijo. Leí a Poe y estuve vomitando toda una semana.
- Estás equivocada –le contesté.
Miré hacia abajo. Sabía que mi madre había dejado de leer a su querido Puig y eso era sinónimo de que algo malo estaba ocurriendo.
- ¿Equivocada? –me preguntó. –Ese escritor no vale para nada y si algún día te pillo leyendo alguna basura suya te saco la cresta Radamantis.
- A mí me gusta leer sus obras. –me aparté de mi madre. Tú no me vas a pegar mujer. Ya tengo quince años. –yo quiero leer a Poe.
- No, Radamantis, –enojada. Te lo prohíbo.
- ¿Me lo prohíbes?
- Tú debes leer a Neruda, a un García Lorca, a un Machado. A poetas que te hablen del amor. No a ese imbécil americano.
- Ese imbécil americano le pega mil patadas en la raja a tu querido Puig –grité. El amor es para los idiotas. Yo soy un hombre.
Ella se quedó callada. Cerró el libro. Salió. No regresó en tres días. Me he preguntado muchas veces si se dejó influenciar mi madre por la lectura del libro Boquitas Pintadas en aquella ocasión. Su vida era así. Todo giraba en torno a los personajes de Puig. Ella era su ferviente admiradora. Yo lo odiaba tanto como a mi padre.

Texto agregado el 16-04-2009, y leído por 75 visitantes. (1 voto)


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