Morir también es dulce

Bien sabes que ante ti
soy hombre, mujer.
Bien dejas que la vela se encienda
para iluminar tu belleza
que sabe de exuberancia.

Bien ha el tiempo querido jugar
al juego triste y sonámbulo de separarnos.
Bien ha la distancia
sabido dejarme solo,
sin tu amor.

Venus.




Pasa una noche
con sus horas,
y sus horas
con sus minutos.

Pasarán más noches,
con sus horas,
y cada hora con sus minutos,
y cada minuto con sus segundos
y en cada segundo yo me muero
más.



Tiempo.





¡Acaso sabe el Cielo cuánto te amo!





Diosa.


Ojalá pudiera morirme ahora,
si no es posible el vivir entre tus brazos,
Venus.

No he probado la dulzura de tus besos
y aún así sé que a ellos pertenezco.

No te he probado en vida,
y si no he de hacerlo,
prefiero morir
morirme esta noche en cada uno de sus minutos,
en una dulzura que gotee última
en cada uno de tus versos.