Con ella todo me parece poco, y poco me parece nada. La miro.
El tiempo se acelera y nos deja atrás, perdemos la noción de realidad.
Me dice que es una metáfora de mi mismo, le digo que yo lo soy de ella.
Me confieso, lleno el aire de su habitación de palabras prohibidas.
Hace que me pierda en un mundo de espirales y todas desembocan en sus ojos,
sus labios van a juego con sus curvas y me advierten que el peligro es inminente.
No se cómo, me encuentro atrapado en un juego de amor lascivo.
Me muestra todo un mundo de objetos inertes colmados de ardiente lujuria,
practican el sexo más sucio a los ojos de todo el mundo, los envidio.
Me refugio en la oscuridad, la luz me asusta. Me encuentro seguro aquí,
pero siento como me precipito al vacío por el hueco de una escalera de caracol.
Entonces me rindo sumiso a sus antojos sin reparar en las consecuencias.
Rompe mis esquemas a cada instante, eso dibuja una sonrisa en mi cara de idiota. La miro
[...]
Cuando estoy con ella todo es caos, el dulce caos de mi equilibrio.