Aninka dostrov siempre había querido participar en las justas nacionales deportivas de su país Bulgaria, pero debido a su corta estatura las directivas del evento no la dejaban participar, en la modalidad de salto con pértiga, deporte al cual aninka le despertaba una gran pasión. Pero la joven búlgara autóctona del pueblo de plavic en el sur de Bulgaria, no se daba por vencida y teniendo tan solo un año para mejorar su estatura se sometió aun régimen de entrenamiento intensivo ella sola sin ninguna guía más que con la de un libro viejo de atletismo que un tío suyo le había heredado, antes de morir a causa de una pulmonía crónica. Aninka con una disciplina recia y poco vista en jóvenes de su edad, se despertaba todas los días a las cuatro de la mañana, se vestía con un traje de atletismo que estaba teñido de blanco verde y rojo y llevaba las insignias de la selección nacional búlgara de atletismo que su padre le había regalado para cuando había cumplido 18 años. Después se iba a la cocina y desayunaba algo poco normal para las personas del común, se servía un vaso con cinco huevos crudos recién salidos del cascaron y se los bebía en dos tragos esta dieta le servia para fomentar el calcio en sus huesos. Salía de su casa a eso de las cuatro y media de la mañana a trotar acompañada solamente por sus sueños y por la fría neblina matutina que azotaba las verdes montañas de plavic. Sus ejercicios comenzaban con una rutina de sesenta abdominales, cuarenta lagartijas y mucho trote, y terminaban con el doble en cada ejerció. Esta rutina se repitió por todo el año y aninka cada vez que entrenaba sentía más cerca su participación en las justas nacionales. Faltando un mes para el inicio del certamen la valiente aninka se dirigió al coliseo para inscribirse, pero primero debía presentarse ante los directivos de las justas para que aprobaran su participación. Aninka abre la puerta y encuentra a los ocho jueces reunidos, los saluda y les explica que hace un año su estatura era de un metro con setenta centímetros pero que a base de un esfuerzo increíble, había logrado alcanzar el metro con ochenta, los jueces se quedan observándola y se produce, fraccionamiento en el tan siempre radical y unánime jurado, unos dicen que si, otros dicen que no, pero al final los jueces quedan cautivados con el esfuerzo y el rostro carismático de aninka y le permiten participar en las justas con una altura inferior por 3 centímetros a la requerida. Comienzan las justas y el debut de aninka llega, coge la pértiga, se prepara sale a correr apoya la garrocha en el suelo y contra todos los pronósticos aninka en su primer intento logra superar los cuatro metros con noventa y cinco centímetros rompiendo de esta forma los paradigmas técnicos que decían que el éxito en el salto con pértiga dependia de la altura del deportista, no señores depende del corazón Del ¡corazón de aninka dostrov!