El Secreto de la Flor de Oro



Desempolvar la palabra es hacer de nuestra existencia razón e historia. Levantar
la memoria a nuestra vida es escribirla, para despertarse soñando, sin dejar de soñarse, para ser libre y dueño de nuestro propio destino.

Su eco y su resonancia van descargando el latir sereno de nuestro pulso. La palabra dibuja el pensamiento y atrae luz de vida a nuestros ojos traspasando, encelada, el alma.

La palabra, como el agua de ese manantial inagotable que los dioses custodian, brota y mana en permanente vigilia rompiendo el silencio del alba. La palabra es alegría, concierto, música y oxigeno. Un árbol que se desnuda para renacer de nuevo dejando circular la savia creadora.

Su mensaje rompe la soledad para volcarse en las otras vidas, para mirarse como en un espejo que le devuelva el sentido, el momento, el instante, y apresarlo entre los ojos del entendimiento. La palabra no tiene tiempo, nunca llega tarde y siempre está naciendo.

Gracias por haberme regalado el secreto de la Flor de Oro: esa atmósfera de amistad que duerme y despierta en las palabras. Y me fundo, y me evaporo en un millón de besos para todos.

Alicia cumplió medio siglo en el País de los Cuentos.net