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Tras varios años de sacrificio. Vendí mi empresa por varios millones, y decidí que me tomaría un año sabático viajando por el mundo. Comencé la expedición conociendo pueblos recónditos de España. Aun estaba por los pueblos del sur, cuando vi en una carretera que llevaba a una sierra, la aproximación a un hotel pintoresco. Decidí hacer parada allí durante un día o dos y continuar mi camino por el norte.

El hotel tenia varios siglos, estaba rodeado por grandes árboles, y la única forma de acceder a el era por un camino de tierra. El cielo amenazaba con tormenta, hacia fuerte viento y un frió que me calaba hasta los huesos. Entre en recepción, había para mi sorpresa bastante gente allí. Gente de buena posición económica. Parecía que un grupo de gente se estaba tomando una foto junto a una gran puerta, que daba a un jardín. Era un edificio amplio, tenia grandes paredes, y muebles tan antiguos que debían valer una fortuna. Me acerque al recepcionista a pedir habitación. Un botones cogio mi equipaje y me acompaño a la 216.

Era una gran habitación. Las paredes eran de piedra y en medio de la sala había una chimenea. Las ventanas y las puertas eran bastante modernas, y tenía instalado aparatos de aire acondicionado y calefacción. El botones me indico donde quedaba cada habitación y se quedo parado junto al equipaje esperando una propina.

-Tenga. Dije. -¿Sabe por que hay tanta gente en el hotel
-Hoy tenemos con nosotros a Miss Faraway, señor.
-¿Quién ha dicho usted
-Miss Faraway, señor. Una estrella de Hollywood. ¿A caso no sabe de quien le hablo
-Me temo que no -Le di otro incentivo y me volví para contemplar la habitación. El se fue dando las gracias.

Me di una ducha y me cambie de ropa. Quería explorar el hotel a fondo, disfrutar de la instancia allí, ya que no podría seguir hasta que escampara la tormenta. Salí de la habitación y me dirige a los jardines que había tras el hotel. Soplaba bastante viento, prontro se pondría peor. Una pareja joven, seguramente unos recién casados se dirigieron corriendo hacia la puerta.

-¡Como nos quedemos aquí saldremos volando! Me dijo el joven a carcajadas. Yo me reí con ellos.

Eran un precioso jardín, estaba algo descuidado, pero aquello le daba cierto toque de belleza al lugar. Me detuve en el centro del jardín, junto a una fuente sin agua. Pude observar que había alguien más allí. Era una joven, con un vestido blanco, estaba sentada al fondo en unos bancos de piedra que casi ocultaban unos arcos de arbustos. Me acerque más a ella.

-¡Hola! ¿Señorita, se encuentra usted bien Ella no volvió ni la mirada. Me acerque un poco mas a donde estaba y me puse frente a ella.

-Señorita, ¿Se encuentra usted bien Levanto la cabeza lentamente, me miro con duda durante un momento sin decir nada. Titubeo un poco y me dijo:

-¿Quién es usted

Su piel era pálida, su pelo oscuro y sus ojos castaños. Tenía unos pequeños labios que carecían de algo de color. Su figura era esbelta y sus movimientos eran tan delicados como los pétalos de una rosa mecidas por el viento. Era tan bella que me quede eclipsado por unos segundos. Al reaccionar le conteste:

-Oh, permita que me presente, mi nombre es Adán Estévez. ¿Y usted es...
-Me llamo Creta. Dijo con una amable sonrisa.
-¿Qué hace aquí pasando frió
-Bueno, es difícil de explicar. Mi marido esta dentro junto con unos amigos. Sus modales con el paso de los años han ido disminuyendo, y su tendencia a ciertas bebidas, ha aumentado considerablemente. Yo vengo aquí huyendo de el.
-Siento oír eso. Pero durante mi instancia aquí, puede considerarme amigo de usted.
-Gracias, es usted muy amable.
-¿Acepta mi invitación para tomar un café dentro señorita
-Lo siento, pero no. Mi marido es terriblemente celoso y podría montar un escándalo. Celebrare verle en otra ocasión Sr. Estévez. -Dicho esto volvió a bajar su mirada al pequeño huerto de flores que había junto a sus pies. Entendí que buscaba la soledad en aquel momento. Algo perfectamente comprensible después de lo que me había contado.

Entre al hotel y fui al restaurante, comí una comida bastante copiosa, y después fui a la sala de estar que tenían para los clientes. Estuve discutiendo con algunos de los que allí se encontraban presentes, sobre temas de actualidad y financias. Me quede allí hasta quedar el ultimo, me senté en un sillón que tenían junto a una chimenea y fue entonces cuando entro ella. Su presencia capto la atención de toda la habitación. Es como si todo lo que había en la habitación, incluido yo, estuviéramos allí por ella.

-Hola Adán.
-Hola Creta, ¿quieres que te sirva algo
-No gracias. Fue hacia la chimenea y acerco sus manos a ella.- Tengo frió. -Dijo.
-Tomate esta copa de coñac, te hará bien.

Al coger la copa note que sus manos estaban heladas. Tubo que haber estado afuera hasta ahora.

-¿Te encuentras bien querida
-Si, gracias.
-¿Qué hacías afuera
-Como ya te he dicho, estoy intentado evitar a mi marido. Ha tomado demasiadas copas y ahora esta con sus amigos gritando y jugando a los dardos.
-Me pregunto quien será tu marido

Ella no dijo nada. Nos quedamos en silencio mirando el fuego. Yo estaba muy cansado, y empecé a dar pequeñas cabezas. Ella advirtió mi estado, y se quedo fijamente mirándome.

-Adán, ve a la cama. Te estas durmiendo aquí.
-No importa, me quedare hasta que te vayas.
-Pues entonces nos sorprenderá la mañana, pues no tengo intención de volver a mi dormitorio, como comprenderás.

-¿Vas a pasar aquí la noche
-Si. -Me dijo nuevamente con una sonrisa.
-En ese caso, te deseo buenas noches y espero verte mañana
-Gracias, igualmente Adán.

Me fui a mi dormitorio, medio me puse el pijama y caí desplomado sobre la cama. Me despertó un ruido en la ventana. Era el viendo y la lluvia. La tormenta ya había llegado a donde nos encontrábamos. Me acomode en la cama, y me dispuse para volver al sueño cuando creí ver la silueta de alguien sentado en el sillón que había enfrente de mi cama. Encendí la luz sobresaltada, y recupere el aliento cuando vi que se trataba de Creta.

-¿Qué haces aquí ¿Me has dado un susto de muerte
-Disculpa, no ha estado bien que entrara sin avisar, pero no te quería despertar. Le pedí al botones que me abriera la puerta. He vuelto a discutir con mi marido, y no sabia donde ir.
-No te preocupes. Puedes pasar aquí la noche. ¿Estas bien
-Si algo cansada.
-Puedes dormir en mi cama. Yo dormiré en el sofá.
-No podría echarte de tu cama Adán. Me conformo con que me hagas un hueco. Dijo con una fatigada sonrisa.

Lo pensé durante un momento. Pero dado que eran casi las cuatro de la mañana, accedí a su petición. Nos metimos los dos en la cama.

-Eres un encanto Adán. Me dijo mientras acariciaba mi cara con su mano.
-¿Todavía tienes frió
-Si no consigo entrar en calor.
-Acércate.

Pego su cuerpo junto al mió, tubo que haber vuelto a salir fuera después de la discusión. La estreche entre mis brazos para hacer que entrara en calor. Puso su mejilla junto a la mía, y despacio, fue acercando sus labios a los míos. No pude resistirlo y la bese. Se movía con mucha delicadeza. Poco a poco, iba perdiendo el frió, y yo iba entrando en calor cada vez más. Olía como olía el jardín, y el tasto de su piel era tan suave como la seda.

Deslice mis manos por su cintura mientras la besaba con más fervor a cada segundo que pasaba. Levantaba su vestido lentamente, al mismo tiempo, bajaba con mis labios por su cuello. Unos leves gemidos afloraron de su boca mientras acariciaba y besaba sus delicados pechos. Le subí el vestido hasta la cintura, y le quite su ropa interior, ella hizo un ademán con su mano en mis pantalones, para invitarme a que me desnudara también.

Separe sus piernas y junte nuestros sexos, los flotaba despacio mientras seguía besándole los senos. Agarre sus nalgas, para apretarla contra mi pelvis. Mi pulso perdió el control, y sin detenerme un segundo más en sus pechos, puse mis labios sobre su clítoris. Lo beso tan delicadamente como la besaba a ella. Luego con la punta de mi lengua, recorrí toda su vagina, de afuera a dentro. Chupe uno de mis dedos, y se lo introduje, lo iba sacando cada cierto tiempo para volverlo a chupar y seguir masturbándola, y de un dedo pasaron a dos. Un primer orgasmo tuvo lugar mientras succionaba su clítoris con delicadeza y empujaba mis dedos hasta el fondo de su vagina.

Me empujo con sus manos sobre mis hombros para que me tumbara boca abajo, ella coloco sus piernas sobre mi cintura, y comenzó un ritual, que jamás podría olvidar. Lamió mi mentón, y con pequeños lametones fue bajando por mi cuello, algún suave mordisco escapo de su boca mientras me besaba. Agarro con sus dientes uno de mis pezones, y con la punta de su lengua sin soltármelo, fue lamiéndomelo como si fuera una cereza. Deslizo su lengua por mi vientre, como si estuviese saboreando mi piel, una delicada mano se poso en mi miembro, y delicadamente, pero con afán, fue moviéndola a un ritmo que rozaba la perfección. Sin dejar de masturbarme lamía la punta de mi pene, luego coloco sus labios alrededor, y poco a poco, y apretando sus labios, fue introduciendo mi pene en su boca. Yo agarraba con fuerza el cabecero de la cama, estaba a punto de eyacular. Pero intuyéndolo, se saco mi pene, y como si de una danza erótica se tratara, floto su humeante vagina por mi pelvis y mi vientre. Se apoyo con los brazos a sus espaldas, dejándose reclinar un poco. Yo me incorpore, e intente imitar su posición. Acerco su sexo al mió, facilitando la entrada a su vagina. Yo sostuve mi pene, y la penetre poco a poco, ella movía su vientre adelante y atrás. Era puro éxtasis, la mujer de mis sueños Ella era la reencarnación de la pasión.

Cuando alcancemos la cumbre del clímax, ella se abalanzo hacia mí y comenzó a moverse cada vez más aprisa. Mi pene hervía dentro de ella. Su cuerpo temblaba junto al mió, y como si todo estuviera dispuesto, un mutuo orgasmo tuvo lugar. La mejor experiencia que un hombre puede tener, ocurrió en ese gran hotel en medio de la nada, envuelto por el sacramento de la noche, mecido por los árboles que danzaban por la música de la tormenta que les cantaba

Caímos rendidos entre la pureza de las sabanas, y tubo lugar la llegada de un segundo amante, el sueño, que abrazándonos y acunándonos, perdimos la conciencia en la vida terrenal, para adentrarnos en esa maravillosa vida ficticia, donde ocasionalmente sus maravillas, hacen gala de presencia en noches como esta.

El cantar de los pájaros en mi ventana me avisaban de la llegada de una nueva mañana. El sol había salido, y todo tenía aquel brillo que deja la lluvia como regalo a su paso. Alargue mi brazo en busca de mi amante, pero tan solo sabanas y mantas fue con lo que di. Tubo que haber salido cuando yo aun dormía. Seguramente, de nuevo al lado de su marido, para intentar no levantar sospechas.

Me levante, la vista de aquel nuevo resplandeciente día, me dieron ánimos para continuar mi viaje. ¿Querría Creta venir conmigo, Tenia que averiguarlo. Prepare mi equipaje y lo deje todo dispuesto para la marcha. Fui al jardín, a la sala de estar, recorrí todos los pasillos del hotel, pero no di con ella. Seguramente abandono el hotel por la mañana. Fui a liquidar mi cuenta en recepción, pregunte por ella, pero nadie la había visto. Mientras el recepcionista se encargaba de pedirme un taxi y acabar la tramitación de la cuenta, vi junto al mostrador un hombre colgando una foto en una pared llena de ellas. Me acerque a el para contemplarlas, parecían fotos del hotel, le pregunte al hombre:

-¿De que son estas fotos, caballero
-Son fotos que hacemos a las muchas celebridades que vienen a este hotel. Hacemos siempre una foto de ellas, junto con la gente del hotel en la puerta que da al jardín.
-¿Y de quién es esa foto
-De Miss Faraway, señor.
-Ah si, la actriz.

Seguí mirando las fotos que sucedían a esta, realmente habían pasado grandes celebridades por el hotel. Cada foto era aun más antigua que la anterior. Casi al final, las fotos parecían tomadas de principios de siglo. Mi atención quedo fijada en una foto amarillenta, de una joven dama rodeada de lo que parecían ser aristócratas de la época. Fue la cara de esa muchacha la que quedo grabada en mi mente. Hice un gesto al hombre que colgaba la foto para que se acercara. Muy amablemente, se acerco y me dijo:

-Oh!, es la duquesa de Brigitte. Sin duda alguna la foto más valiosa del hotel. Por desgracia, también el suceso mas oscuro de este. Durante su instancia aquí, su marido la asesino al creer que ella tenia un amante, y lo sorprendieron intentándola enterrar en el jardín de atrás.

Mi cara palideció, la habitación me daba vueltas. Mis piernas empezaron a temblar, y no pudiendo aguantar el peso de mi cuerpo, me precipite contra el suelo. La gente que había presente, se coloco a mi alrededor. Me estaban llamando, preguntando como estaba Mi vista se nublaba, cada vez todo estaba mas oscuro, y con gran esfuerzo intentaba que mi aliento empujara mis palabras;

-Estaba muerta.


Este relatos viene de: Relato Erótico Ento en mi habitación

Texto agregado el 22-07-2009, y leído por 124 visitantes. (1 voto)


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