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La leyenda del León:
Capitulo 5: El fin de la historia y el comienzo de un viaje

Continuación del capitulo 4 de la leyenda del León: El choque de titanes

-¿¡No me dirás realmente que te desmayaste en la parte más crucial!?-
Despotrico la joven elfa, mientras que Rafael con tranquilidad le contesto
-Si lo quieres ver de esa manera, si podría decirse eso. Pero no te preocupes si lo que deseas es saber es el final de aquella guerra, creo que puedo resumirlo, claro esta que no vi los hechos, si no que fueron cosas que me contaron, cuando desperté en la sala principal del Amarat, que se había convertido en el refugio de todos los sobrevivientes, yo me encontraba, como muchos, en una improvisada cama de paja, aunque debido al cansancio que tenia creo que no dormí mejor en toda mi vida, tanto fue así que por un segundo creí que todo fue una pesadilla de la que me acababa de despertar, pero enseguida me de mi error al ver mi cuerpo vendado y las caras atormentadas de todos los presentes, aquellos rostros solo expresaban un dolor indescriptible por la perdida de muchos seres queridos, por la destrucción de sus casas, de su bosque en el cual vivían tan placidamente, pude ver a varios niños y niñas que preguntaban por sus padres a los guardias de turno y estos no sabían que responder, las madres que lloraban desconsoladas las perdidas de sus hijos, algunas todavía tenían sus cuerpos inertes entre sus brazos, incapaces de separarse de ellos. En el peor de los casos, según recuerdo, una le robo la espada a uno de los guardias que se encontraba distraído y estuvo a punto de suicidarse, atravesando su garganta, y estuvo apunto de lograrlo si no fuera porque un rayo luminoso la golpeo dejándola desmayada, mire impresionado para todos lados y vi que el responsable de ese rápido conjuro era Helios que todavía se encontraba con la mano levantada, se acerco al cuerpo mientras murmuraba implorante
-Por favor dios, ya vasta de muerte-
Y chasqueando los dedos llamo a dos magos curanderos de tunica blanca que se apresuraron a atenderla
-¡Señor Helios! Debió de tener más cuidado, si el encantamiento le hubiese dado en el pecho ella hubiese pasado a mejor vida-
Reprocho uno de los curanderos, a lo que el anciano rugió
-Si ustedes hicieran bien su trabajo y se fijaran en el estado mental de sus pacientes esto no ocurriría, no olviden que yo elegí la profesión de mago de combate, mis hechizos tienen el fin de acabar a mis enemigos, en lo que soy asquerosamente bueno, perdónenme si no puedo hacer como ustedes, malditos batas blancas.-
Primero que nada explicare a que se quiso referir el anciano con esto. Aquellos que eligen el camino de la magia nacen con cierta predisposición, de echo todos la tenemos, o sea, uno no puede elegir que tipo de hechizos hacer. Para determinar de qué especialización se va a ser primero los jóvenes hechiceros deben pasar una prueba de iniciación en el cual los clasifican, y para simplificarlo más todavía, un mago de tipo ofensivo (Helios) no puede aprender magia curativa, como tampoco magia de reanimación. A estos tres tipos de magos se los conoce como los blancos, rojos y negros. Los primeros se dedican a la curación y a los hechizos de convocación de criaturas para que luchen por ellos, los de mayor rango usan túnicas doradas echas de hebras de oro entrelazadas entre si, y contrarió al pensamiento común, no eran para nada pesadas y servían de armadura contra las flechas.
Los rojos, son los que se encargan de la batalla, son los que dominan los encantamientos ofensivos y defensivos, aparte de los de apoyo, sus poderes han definido más de una vez grandes guerras, los más poderosos usan túnicas de color rubí con barios trabajos de oro, aunque en la actualidad los más fuertes de este grupo podían contarse con los dedos de una mano, entre ellos se encontraba Helios.
Los negros eran los más inusuales de todos, y la gran mayoría, por no decir todos, se encontraban bajo el yugo de Demoner, estos poseían una increíble cantidad de poder mágico y sus encantamientos se basaban en el reanimamiento, traer de nuevo a la vida a los muertos, y así crear un ejército que luche por ellos. Curiosamente uno de los magos de este tipo fue capaz de controlar a los otros dos elementos de la magia, haciéndolo él más poderoso de todos los magos, y este no es nada más y nada menos que Virus, el principal general de Demoner, del cual hablare más detalladamente luego por algunas razones importantes. Bueno los de nivel maestro llevan una tunica negra con bordados verdes esmeralda, y por lo general llevan un gran callado de madera con el cráneo de una cabra en la parte superior, lo curioso de esto es que esa calavera de vez en cuando habla dando la impresión de tener mente propia.
Bueno ahora que entiendes mejor estos detalles podrás comprender mejor la reacción de Helios, el estaba dolido por esa situación, su orgullo al igual que el de todos los hechiceros ofensivos estaba por el suelo y maldecían en voz baja su impotencia. Entonces yo me levante para ir a hablar con él, y cuando lo hice me di cuenta de que mi cuerpo estaba todo adolorido, y cada movimiento lo hacía más fuerte, pero aun así camine hasta él, debí de hacerlo con una mueca bastante graciosa ya que incluso en ese momento de enojo logre sacarle una sonrisa
-Veo que te has despertado ¿Cómo te sientes?-
Y yo le respondí con un gruñido
-Tan bien como si Demoner se hubiese sentado sobre mi-
-Supongo que no se puede evitar, no después de toda la acción que tuviste ayer-
Hay fue cuando la aparición de Magnus me paso por la cabeza como un relámpago, y adelantándose a la pregunta el anciano continuo
-Todavía siguen luchando-
-¡¿Qué?!-
Exclame incrédulo
-Así es, todavía siguen peleando, aunque antes de comenzar se fueron las desoladas tierras de Anarion, de echo puede que no lo hayas sentido porque estabas dormido, pero de vez en cuando unos temblores llegan aquí, aun cuando el duelo es tan lejos-
Pero todavía tenía una duda todavía más urgente, la cual dije en voz baja para que no me escuchara nadie más que el anciano
-El señor Magnus… no perderá ¿Cierto? ¿El ganara no?-
El rostro de Helios se puso pálido por unos segundos, pero se recupero para decir
-Ese dragón no puede perder, el es invencible, solo las deidades mayores podrían derrotarlo-
-Espero que sea cierto-
Después de decir eso no pude evitar lanzar un quejido, el simple eche de estar parado me abrumaba, él anciano pareció notarlo ya que se excuso
-Lo siento chico, no curamos tu cuerpo, simplemente lo tratamos rápidamente, ya que estabas desmayado, pero ahora que estas despierto supongo que querrás moverte un poco-
Y ahora dirigiéndose a uno de los tunica blanca les pidió
- Por favor ¿Podrían ayudarlo? El combatió bravamente a mi lado, y todavía no ha recibido una cura decente-
Uno de los tunica blanca me examino rápidamente con la mirada y lanzo un rápido conjuro que me saco el dolor.
-Tienes suerte, lo tuyo eran nada más que magulladuras, a diferencia de la mayoría, de echo, si no fuese porque el maestro Helios dijo que usted lucho codo a codo con él pensaría que usted se escondió todo el combate-
Aquel comentario me indigno bastante, sin embargo, era comprensible, guerreros mucho mejores que yo ahora estaban bajo tierra o lisiados permanentemente, yo había sido sin duda alguna bastante afortunado, aunque en ese momento no pude evitar lanzarle un puñetazo a la cara a ese mago que cayo con la nariz rota, se levanto rápidamente mientras sacaba de un bolsillo oculto en su tunica, que ni siquiera había notado, una daga que relució con un brillo glacial, en su rostro se veía gran determinación, él realmente deseaba apuñalarme en ese momento, aunque yo no le preste gran atención a ese detalle, la anterior guerra me saco cualquier tipo de miedo, yo lo observaba desafiante mientras veía como la sangre que salía de su nariz manchaba el suelo de cerámica blanca pulida. No dudo por ningún momento que aquello no hubiese terminado nada bien si no fuese por que el anciano se metió entre los dos y apoyando a una velocidad inaudita sus manos en él pecho mío y en él del hechicero, como si quisiera asegurarse de que no diésemos ninguno de los dos ningún paso de más y nos reprendió
-Eristos, no tienes derecho de insinuar cobardía en el temple de este guerrero-
Y ahora dirigiéndose a mí
- Y tú no debisteis de golpearlo, muestra un poco de gratitud, después de todo fue él el que te curo tus heridas-
Algo abochornado dije una disculpas a murmuradas mientras él otro mago curaba el la nariz de su compañero, y sin decir nada se marcharon juntos a ver a los otros heridos, mientras que Helios los siguió con la mirada
-No fue tu culpa-
Comencé yo
-¿De que hablas?-
-Ya lo sabes, no te culpes, intentaste protegernos, todavía recuerdo aquel enorme escudo de energía, si no lo hubieses echo probablemente el ataque de Quimera hubiese arrasado con todo y no solamente la muralla, después de todo, su poder no puede tomarse en broma, y aún así tu le hiciste frente, deberías estar orgulloso, no cualquiera le hubiese plantado cara a ese demonio-
Mientras decía esto vi como el rostro del mago parecía envejecer ya la energía que mostró en la lucha lo había abandonado, las arrugas, producto de la preocupación y pena, se marcaron más. No pude evitar preguntarme para mis adentros cuantos años tendría aquel anciano.
-Vi morir ante mis ojos a demasiados, chico, fue casi más de lo que pude aguantar, el pueblo que yo tenía, que debía proteger se estaba convirtiendo en muertos vivientes que engrosaban las filas enemigas, las casas, los jardines y el bosque arrasado por las llamas. Ya sea Gaia, Ragnareing, Anabel, Bálmor u Oromar, cualquiera de las grandes entidades, fue cruel con migo, me enseñaron cosas que no quise ver nunca, pero jamás había sido tan malo como esto, aun en mis últimos años terrenos desean torturarme de esta manera-
No pude evitar sentir compasión por él, era duro y no solo para una o dos personas, las secuelas de aquella guerra, no perdón, seria un error llamar a eso guerra, el termino correcto seria matanza, dejaría secuelas inevitables en todos los que la vivieron, mi perdida del miedo ante el puñal de Eristos, era una muestra de ello, realmente me aterraba pensar que más en mi había cambiado… si nos perdíamos en nosotros mismos y por medio de la furia asesinábamos a nuestros enemigos sin sentir piedad por aquellas retorcidas almas, aunque ganásemos la guerra entonces hubiésemos perdido algo mucho más importante.
Helios iba a decirme algo, pero no llego a hacerlo porque, de pronto en los portones hubo un poderoso golpe, que la hizo casi romper los goznes y unos segundos después uno todavía más fuerte que logro derribarlas, lo que vimos solo contribuyo a destruir la minima moral que conseguimos reunir desde la carnicería, la luz lunar iluminaba de lleno a un curioso personaje, y atrás de él se veía por la calle los cuerpos sin vida de los soldados que hacían las rondas en ese momento alrededor del castillo y las casas
-¡¿Virus?!-
Exhalo el anciano mago que no mostraba todavía cara de incredulidad, que luego paso a ser impresión y finalmente a miedo.
Aprovechare esta ocasión para describirlo, era bastante curioso ya que se si bien habíamos escuchado la voz de quien convirtió a los nuestros muertos vivientes, en ningún momento lo vimos, ni siquiera cuando empezaron a entrar adentro del perímetro del castillo. Su ropa era parecida a la de los monjes, una larga tunica negra, que prácticamente arrastraba por el suelo, aun cuando él era antinaturalmente alto, a esto hago referencia porque daba la impresión de ser humano u elfo, superando los dos metros de altura, tenia una pechera bastante larga de color blanco, una capucha negra, y por todo su traje tenia arreglos verde esmeralda refulgentes, sus manos estaban entrelazadas por lo que no se podía ver rastro de piel alguna ya que los brazos de la tunica lo impedían, su rostro estaba igualmente vedado por una mascara blanca que no tenia más que dos agujeros para los ojos que eran de diferentes colores, uno azul claro y el otro rojo intenso, en la espalda tenia una gran capa que era negra por fuera y de un escarlata aterciopelado por dentro.
Apenas hizo presencia este personaje cuando, la puerta que daba a la parte superior se abrió y una gran estatua surco el aire hasta él enemigo, pero no llego a darle, ya que una veintena de círculos mágicos alta mente elaborados con formas en su interior que apenas pude entender, excepto uno que tenia la forma de una estrella de seis puntas, y en el borde de todos se observaban múltiples palabras en el idioma arcano, para mi indescifrables, aparecieron de la nada alrededor de él protegiéndolo, y desaparecieron tan rápido que daba la impresión de que había sido una ilusión, y solo quedaban como testimonio de su existencia unos fragmentos de piedra en el suelo, vestigios de la gran estatua.
De la puerta ahora abierta emergió él viejo Garyu, que bajo tranquilamente por la escalera de mármol y cuando llego al nivel de todos le rugió a Virus
-¡Malditos bastardos! ¡No se cansan acaso de venir! ¡Te matare ahora mismo!-
Y dando un impresionante salto se abalanzo sobre su oponente dispuesto a arrancarle la cabeza de un manotazo, pero sus garras chocaron con la extraña barrera, y él Garyu, enfurecido, lanzo zarpasos, puñetazos y mordidas, pero ninguno logro llegar al objetivo, entonces, Virus, dando una finta a gran velocidad se puso atrás del gran hombre lobo y rápidamente lo agarro por el brazo inmovilizándoselo y le dio un potente golpe en las costillas, y estas sonaron como palitos quebrados, Erius emitió un quejido de dolor, mientras que con uno de sus brazos su oponente atravesó la espalda del viejo lobo para aparecer por su pecho para luego lanzarlo varios metro por el aire, para luego chocar contra él suelo y quedar inerte.
Todo ocurrió tan rápido que parecía irreal
-¡Erius! Grite-
Y agarrando la espada de uno de los guardias que parecía estar en estado de shock por lo que la visión me lance sin pensarlo, si bien no conocía mucho al anciano lobo, él, en la matanza, había sido una ayuda moral para todos, era una perdida irreparable, el odio quemaba en mi interior como un gran demonio de fuego que exigía la cabeza de ese maldito, y así fue como con una furia salvaje, lo ataque mientras lanzaba un grito de guerra que no podía creer en mi lance una estocada, los grandes círculos mágicos aparecieron haciendo que mi espada rebotara y lanzándola por los aires mellada, rápidamente, mi oponente con unos complejos movimientos que me recordaron bastante a los de Helios, pero estos parecían ser más precisos me redujo rápidamente y me agarro la cabeza con sus mano, aunque ahora que las veía parecían más unas garras con una fuerza que parecía la de varias pinzas de hierro, el dolor era insoportable, pero me negué a derramar una lagrima ante aquel bastardo, mis sentidos se enturbiaban pero mantuve mi expresión de odio y decisión a aquel rostro sin expresión que me escrutaba con la mirada
- Se que tu dolor es insoportable ¿Deseas que pare?-
Era una voz gélida, que parecía congelar el aire a mí alrededor, pero lo más terrible era la carencia de emoción alguna, no había ni enojo, ni pena, ni dolor ni nada.
-Púdrete-
-Respóndeme-
-Mi respuesta es, y más vale que te la graves a fuego en tu cabeza, es que cuando la guerra llame para acabar con tigo y tu señora, seré el primero en fila.-
-Si que tienes una mirada bien dirigida al futuro, pero dime ¿Qué te hace pensar que llegaras vivo a ese día?
-¡Esto!-
Exclamo una tercera voz, y al segundo siguiente lo que me pareció una mano de plata paso peligrosamente cerca de la cara de Virus, pero este logro esquivarlo dando una vuelta completa y lanzándome contra unos guardias que se acercaban corriendo para prestar ayuda, pero mi choque contra ellos fue tan fuerte contra ellos que prácticamente los derribe a los cuatro.
La mano luminosa pertenecía a Helios, que se encontraba puesto en guardia contra el encapuchado
-No se acerquen-
Bramo
-Soy el único que puede hacerle frente-
Entonces me di cuenta ¡El extraño escudo de Virus no se activo ante el golpe del anciano! El por que realmente no me importaba, solo pensé en que podríamos vengar nuestro general Garyu. Pero al verle la cara al mago me di cuenta de que esto ni iba a ser nada fácil, ambos oponentes se miraban intensamente como si desearan leer el pensamiento del otro, ninguno hizo el más mínimo movimiento. Con que esto es una pelea entre hechiceros de alto nivel, pensé, y dando una rápida mirada por la habitación note que nadie se movía ni un centímetro, parecían estatuas de carne y hueso, ni siquiera se escuchaba su respiración, incluso los niños más pequeños parecían darse cuenta de que su destino dependía de quien se levantara victorioso, por mi parte, yo nada más sentía una fuerte impotencia y eso me causaba más dolor que cualquier golpe que hubiese recibido hasta ese entonces.
Después de unos minutos que parecieron horas interminables, Virus hablo tan calmadamente como antes
-Hiciste un buen trabajo viejo, hace mucho que no me enfrentaba a alguien que pudiese atravesar mis defensas, más aun, eres capaz de dominar el hechizo de los guantes lunares-
Y el anciano le respondió casi sonriendo
- Tú también me sorprendes, es la primera vez que veo unos escudos mágicos tan numerosos, tan resistentes, precisos y que aparezcan sin que lo convoques siquiera. Aparte debes tener unas reservas mágicas impresionantes para mantenerlos todo el tiempo-
-Hago lo que puedo-
Comento Virus, y al instante apareció detrás del viejo que bloqueo un puñetazo que lo hubiese finalizado, y este contraataco con un fiero golpe a la barbilla que también fue bloqueado, luego al estomago y nuevamente fue anulado, pero los ataques de Virus que parecían más fuertes y rápidos eran bloqueados con complejos movimientos circulares de las manos del mago. Cualquier error en la defensa de cualquiera de los dos hubiese determinado la pelea, pero no hubo ninguno. Personalmente si yo hubiese sido Virus me hubiese quedado anonadado de cómo un viejo pudiera bloquear mis ataques de manera tan efectiva, verlos luchar a los dos me hizo dudar de mis habilidades. Sin embargo, a los cinco minutos, aunque ninguno retrocedía un paso, comenzó a notarse el cansancio del mago, su aliento entrecortado lo revelaba junto a sus movimientos que se hacían cada vez más lentos, de hecho, dos poderosos puñetazos que le hubiesen roto el cráneo a un buey pasaron demasiado cerca de su cabeza para mi gusto. Rápidamente, Virus dándose cuenta de su ventaja lanzo una veloz barrida que desequilibro completamente al anciano, y sin desaprovechar un segundo lanzo un terrible puñetazo a la cara, pero el puño se detuvo a escasos centímetros del rostro sonriente de Helios
-Los grandes golpes dejan grandes aberturas, te confiaste demasiado al pensar que caería tan fácilmente ¡Te faltan mil años antes de poder vencerme en las técnicas del puño suave y duro!-
Él anciano tenía apoyada su brillante palma en la blanca pechera de Virus, el primer segundo no paso nada, pero al siguiente se sintieron como si todos los órganos internos de aquel desgraciado fueran golpeados. El general enemigo retrocedió agarrandose el pecho con sus brazos, emitía quejidos de dolor, incluso me pareció ver como entre de los espacios de la mascara se escurrían gotas de sangre. Tal vez el golpe no se notara externamente, pero internamente debía de haber causado estragos, mire esperanzado a Helios pero este tenia la vista seria y fija, algo no andaba bien, pude verlo en su mirada
-¿De que demonios estas hecho? Ese golpe hubiese matado a cualquiera de los demonios de tu ejercito, aun con sus mejores armaduras, entonces ¿Por qué todavía te mantienes en pie?-
-Porque yo no soy como cualquier demonio de nuestros ejércitos-
Acto seguido, se enderezo, ahora parecía imponente y terrible, su presencia parecía ocupar toda la habitación, por unos segundos agradecí que tuviese puesta aquella mascara que seguro ocultaba un rostro que hubiese reducido a cualquiera con solo mirarlo. Un aire frío, similar al que había aparecido cuando me hablo apareció dándome problemas para respirar, y todos según vi tenían una sensación similar, mientras que los más débiles de mente se acurrucaban contra la pared con los ojos serrados mandando oraciones al cielo, incluso las numerosas antorchas se apagaron al instante, dejándonos a oscuras, salvo por la luz de luna, que al parecer se apiado de nosotros y nos baño con su rayos plateados, en ese momento creí que tal vez alguien de los de arriba realmente nos escuchaba.
-Actus noctum sombrae daemonius-
Fue lo que pronuncio en el lenguaje de la magia, o lo que por lo menos entendí, Virus, en ese instante las sombras abandonaron sus lugares y se sumaron a la del general haciéndola cada vez más grande, hasta que pareció como si un lago de una superficie completamente lisa hubiese aparecido y de el salio una enorme bestia echa de esa extraña materia y se extendió hasta casi alcanzar el techo, era una visión realmente aterradora, su cabeza parecía la de un dragón con diez ojos blancos, unos grandes cuernos adornaban su sobresalían de su cráneo y se cernían amenazantes contra el anciano mago, sus brazos que eran grandes como árboles presentaban una gran musculatura, desplegó unas grandes alas de murciélago que prácticamente llenaban todo el lugar, y finalmente abriendo la enorme boca mostró unas dos filas de filosos colmillos mientras lanzaba un rugido que causo el terror en todos los presentes, algunos corrieron acercándose demasiado al lago de sombras cayendo en el y perdiéndose para siempre, otros se desmayaron en el acto, incluso hubo quienes murieron de terror, solo los soldados ,los magos, algunos pueblerinos, la mayoría elfos y yo logramos mantener una relativa calma. El que se encontraba completamente sereno era Helios, bueno realmente no se si lo estaba aparentando, pero si lo estaba haciendo, debía continuar nuestras esperanzas residían en él, si él flaqueaba o mostraba algo de miedo no lo hubiésemos aguantado, él representaba algo así como nuestro faro en la oscuridad y sin su luz estábamos perdidos
-Hacer una convocación tan impresionante ¡¿Simplemente que tan bueno eres?!-
Comento él anciano. Según lo que se de magia, los hechiceros más poderoso, para realizar sus encantamientos más devastadores necesitaban un largo tiempo de preparación y para eso realizaban convocaciones para que lucharan por ellos durante ese lapso, y si bien en los duelos de practica que presencie, era usual ver monstruos de fuego, agua, ogros, cíclopes, etc. jamás había visto una convocación de este calibre
-Es increíble que puedas mantener la concentración como para traer semejante demonio de sombras después del golpe que te di, debes tener una endemoniada resistencia al dolor, sin mencionar una cantidad de magia abismal-
Esos comentarios no hacían más que desanimarnos
-Pero ¿Sabes? Yo también puedo hacer eso-
Y serrando los ojos comenzó a recitar
- Actus Lumnis Luz daemonius-
Toda la luz pareció concentrarse detrás de Helios, y de pronto comenzó a materializarse una silueta que poco a poco se definía más y más hasta que apareció otro demoniode tamaño similar al otro, su rostro era parecido al de un dragón, pero a diferencia de la otra convocación no emanaba brutalidad, sino inteligencia ,astucia y cierto aire de nobleza, tenia un solo cuerno en la frente, sus dos ojos eran celestes claros, vestía una pesada armadura que al igual que el cuerpo de su portador parecía brillar como una estrella, sus brazos no tenían nada que envidiar a los de su oponente, ya que parecían incluso más fuertes, en ambos costados tenia dos enormes espadas enfundadas y un gigantesco mandoble en la espalda , desde la parte inferior de la armadura, o sea, al empezar la cadera aparecía una capa plateada que llegaba hasta el suelo, también tenia puestas unas rodilleras y botas, se erguía perfectamente, dándole un porte orgulloso e imponente. La esperanza no se había desvanecido
-Los dioses nunca nos abandonan completamente. Cuando nos sierran la puerta en la cara se aseguran de dejarnos una ventana abierta-
Comento el anciano
-Me asegurare de que sea el fin de su historia, ni la tierra se acordara de que existieron, aparte debo emprender mi viaje con mi señora Demoner rápidamente-
Dijo tranquilamente Virus
-No te apures demasiado chico, o él que terminara su historia serás tú y los que comiencen el viaje para ayudar a nuestro maestro seremos nosotros-

Continua en el capitulo 6: El tratado de paz.

Texto agregado el 05-09-2009, y leído por 195 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
06-09-2010 ¡Excelente! Me encantó la narración de la batalla entre Virus y Helios. Bien provista de recursos, y especialmente disfruté de las tácticas del momento. La de Helios, por ejemplo, el hecho de fingir cansancio para asestar un certero golpe al oponente, estuvo muy bien lograda. Y al final la concentración de sus fuerzas en las dos grandes bestias, muy bueno. Igualmente, un par de cosas he de decir al respecto. ¿No es que solo los magos blancos (De curación) pueden invocar? Virus, obviamente, está dotado de la capacidad de hacerlo porque domina los tres campos, pero... Creí que en Helios no era lo mismo. En cuanto a las bestias en sí, me gustan, pero considero un poco esperado el hecho de que representen la luz y las sombras. Otra parte que me agradó, fue aquella en la que describiste los sentimientos de Rafael respecto a la batalla del Garyu y Virus. En fin, muy bueno. Tewen
 
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