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Inicio / Cuenteros Locales / alfer_de_ro / LOS VIERNES SON LINDOS.

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Había sonado el despertador hacia rato y yo seguía dormido. Salí corriendo de mi cuarto a medio vestir. Trote calle abajo para tomar el micro cuatro. A mitad de la calle el micro apareció y desesperado le empecer a gritar para que pare. El conductor indiferente, se ensaño con el acelerador y siguió camino a cien por hora. Yo apenas podía ganarle a mi perro en el parque pero a un minibus, se me hizo demasiado difícil. Espere mucho tiempo y no aparecía otro. Mi clase no estaba demasiado lejos. Decidí ir caminando aunque acelere mi paso y en un momento me encontraba trotando de nuevo. La institución parecía cerca pero no tanto como creí. Pensaba en la clase que me tocaba hoy y si tenia todas mis cosas en orden. No me había olvidado de nada gracias a dios pero sumergido en mis ideas no divise a la estudiante que venia en sentido contrario chocando estrepitosamente. Para mi mala suerte ella traía cargando una maqueta que quedo tirada a mitad de la calle y que paradójicamente destrozo un despiadado micro cuatro. Maldita sea.

Viendo partir el autobús y haber chocado con una pequeña pensé que mi día estaba completo. La ayude a levantarse. Fue muy amable de su parte no insultarme pero su trabajo estaba destruido-no te preocupes esa maqueta no servia pero mi pie me duele y no me puedo levantar- quede aliviado pero inquieto- Mis compañeras me están esperando y si no llego no aprobaran este semestre- La cargue inmediatamente en mis brazos y corrí cuadra arriba faltaban dos minutos para que se cierre el portón pero esta vez yo ganaría. Con todas mis fuerzas patee la entrada del portón haciendo que la portera se estremeciera en su bilis por no dejar a otro chico fuera de clases mientras unos pequeños de preescolar aplaudían y vitoreaban mi triunfo. Salí disparado de ahí faltando solo media hora para mi clase.

Corría desaforado por una gran avenida mi clase estaba por comenzar y ya no me faltaba tanto. A unos diez metros venia una señora de tal vez unos ochenta años cargando unos bolsos de compras que apenas si podía levantar. Al cruzarme con ella no pude evitar detenerme e ir ayudarla. La acompañe hasta el edificio donde vivía después subí los trece pisos hasta su departamento y al llegar le cambie el foco del baño. Me despedí de la señora que muy amable me lleno la mochila de comida a casi reventar. Faltaban diez minutos para mi clase y con los cinco kilos extras de comida en mi espalda se me hizo complicado mantener mi ritmo anterior. Quedándome dos cuadras para llegar vi en la esquina un hombre en silla de ruedas pidiendo ayuda para subir una pendiente. Estando tan cerca pensé que solo me tomaría un momento. Empuje y empuje mientras el hombre me indicaba por donde ir. Al llegar parecía que mis brazos y piernas flotaban mi cara estaba empapada de sudor ¡¡casi me muero!!

El señor me dio las gracias pero yo casi sin aliento apenas si pude responder. En la esquina del edificio donde paso clases un auto se había estancado haciendo lo mismo con el transito y el pobre conductor estaba solito y recibiendo injurias a su persona. Salte uno botes de basura y fui en su ayuda. Los dos empujamos el auto haciendo que el motor se ponga en marcha. Cuando el hombre tomo control del volante me agradeció y se ofreció gentilmente llevarme a donde quisiera. Yo me quede estático por un instante luego comencé a reírme sin parar. El hombre se extraño por mis carcajadas. Entre risas le di las gracias pero le explique que ya había llegado y entonces se fue.

Me dirigí al parquecito que esta frente a mi instituto saque algunas de las cosas que me regalo la abuelita de las compras. Unos chiquitos de la calle me observaban con hambre y me dio pena de ellos. Los llame y les repartí toda la comida que traía encima y todos juntos almorzamos.
Uno de ellos me miro sorprendido y me pregunto – estudias aquí verdad.
-así es - le respondí.
-pero hoy es viernes -me dijo el pequeño
-si, ya se- le conteste.
-¿Acaso este lugar no cierra los viernes?.
Riendo entre dientes asentí con la cabeza mientras todos los pequeños me miraban extrañados.

Texto agregado el 10-09-2009, y leído por 68 visitantes. (0 votos)


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