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Inicio / Cuenteros Locales / koul-tattler / Capítulo IV

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Al despertar, reconozco el procedimiento habitual del equipo frente a combates en áreas públicas. Likidel ha creado una imagen falsa de todo y entretanto repara lo que ha quedado dañado.
Estoy recostado en una camilla de campaña. Junto a mi, una muchacha me mira con expresión critica. Su ojo derecho brilla con un tenue fulgor púrpura, y sostiene una aguja con un aura del mismo color.
Se sorprende al verme despertar.
¿Quién será?
-¡Likidel!- grita. Ambos sabemos que el campo ilusorio hará imposible que los sonidos que hagamos sean percibidos por otra persona. Sin embargo, jamás me atrajo la idea de hacer ruido. Era como jugar a molestar a la gente del otro lado.
Likidel voltea y se me acerca.
-Pete- me dice- has despertado.-
Hay algo raro. No me ha llamado Tattler. ¿Quien es esta chica?
-que sucede aquí- le espeto
-luchaste contra tres enemigos y les hiciste retroceder. No llegué a tiempo para avisarte de la trampa, y cuando te encontré estabas tendido en el suelo, solo.-
Sabe que no me refiero a eso solamente. ¿Quién es esta chica? Además, no ha mencionado a Becladajon. ¿Miembro primerizo?
-Narieth, ¿puedes terminar las reparaciones? Necesito hablar con Pete.-
La muchacha asiente. Su ojo y su aguja pierden sus llamas, y se aleja en silencio.
-exijo explicaciones Likidel- bramo.
-no grites- me responde- te diré lo que necesitas, pero tranquilo.
-solo habla de una vez-
-Narieth es parte de otro equipo. Desde mi incursión hace un año, doce hombres de Aica han entrado aquí. La mayoría son de Sider o de Kio, lo que significa que no hay ni buenos ni malos. Solo competencia. Son comerciantes.-
-y porque demonios está ella con nosotros-
-porque es curandera. La contacté apenas te encontré en este estado, hace un par de horas-
-¿en que estado? ¿a que hora?¿que hora es?-
- son las 6:30, tus clases acabaron hace media hora. Tenías una herida de gravedad en el vientre y el rostro. Me da la impresión de que era de un hacha. ¿Quien te atacó?-
-Becladajon y dos soldados-respondo. ¿Acaso no sabía quien era el único capaz de hacerme caer en una trampa?
Likidel guarda silencio, y parece sorprendido.
-no entiendo como sobreviviste si el mismo dios te atacó. Cuéntame, parte por parte, que fue lo que ocurrió.
Le explico en breves palabras y cuando termino, me pide que repita la última parte, del frenesí, y mi pérdida de conciencia
-no hubo otro dragón fuera del tuyo, ¿no es así?-
-no-
Duda. No parece estar convencido de lo que va a decirme:
-solo veo una salida. Recibiste el impulso del espíritu del dragón.-suspira- es un estado excepcional que experimentan algunos guerreros de este tipo. Su dragón se niega a morir y comienza a luchar cuando el amo está a punto de ser derrotado.-
Me suena lógico, aunque no por eso, poco probable. Tengo demasiados poderes. ¿Otro más? La idea no me convence.
-mira pete. No tengo otra respuesta para la situación, y se que no te convence pero, como dicen acá, no hay de otra, y tienes que aguantártelas sin más. Ahora, deja que Narieth termine con la curación y larguémonos todos de aquí. Tuve que contratar a otro mercenario con técnicas de cambio de forma para que te reemplace.-
Suspiro, pero me resigno. Narieth se me acerca mientras Likidel termina con las reparaciones. La chica hace brillar su ojo izquierdo y la aguja, y solo entonces noto que mi abdomen esta ensangrentado.
-no duele- comento
-claro que no. Soy una profesional.-
-¿Cómo lo haces?-
-con una técnica de encantamiento-
“tiene encantamientos”
-apaga los centros del dolor y reencausa los flujos de sangre hasta que puedan coagular.
-la que ves allí- me aclara- es la que salió de tu cuerpo antes de que yo llegara-
Solo entonces me doy cuenta de lo que sucede. He hecho preguntas. He establecido conversaciones, con Likidel y esta chica.
Yo no hago eso. Por un motivo muy simple.
Leo mentes.
Y ahora no puedo.
Miro a Narieth a los ojos y trato de irrumpir en su mente, leer sus pensamientos, encontrar y ver sus recuerdos. Todo está sellado. No hay llave que me permita abrir esta puerta.
Pruebo con Likidel, espantado. Tampoco puedo. Ocurre lo mismo.
¿Perdí uno de mis dones?
-¡Likidel!- rujo, fuera de mi mismo. Apenas noto que he roto mi costumbre de no gritar dentro de un campo ilusorio, dos veces.
-que hay-
-¡tu mente, su mente, las mentes, no leo nada!-
Likidel no parece sorprendido.
-no saques conclusiones apresuradas.-
-¡estoy bloqueado, estoy sellado, estoy perdido! ¡Perdí un don!-
Likidel suspira.
-es parte de las consecuencias del espíritu del dragón.-
Me quedo helado. ¿Perdí un don en cambio del espíritu del dragón?
-cada vez que el dragón lucha por ti, perderás un don por tiempo indefinido. Quizás vuelva pronto, o quizás no vuelva. Es por eso que debes tratar de evitar el frenesí. No te arriesgues a perder más poderes.-

Texto agregado el 27-09-2009, y leído por 83 visitantes. (0 votos)


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