n e f t a l i Idiomorfo dirimir cañota lisa periodonto


RUTINA

Me levanté realmente convencida de que ese iba a ser un día distinto, de que comenzaría a cambiar mi vida, esa puta y rutinaria vida que desde que tenía memoria llevaba. A cierta edad una rutina de niña pequeña; luego, de adolescente, otra y de joven una distinta también.
Pero rutina, siempre rutina de mierda. Obligaciones que cumplir al pie de la letra temiendo el reproche paterno, la desaprobación de los pares o el reto del jefe en el trabajo. Cumplir, cumplir con lo debido, con lo estipulado contra viento y marea, cumplir.
- Hoy no será así, me dije, hoy porque se me antoja, simplemente por que se me antoja, voy a cambiar mi vida. No es que empiece un nuevo mes ni otra estación o que haya llegado fin de año. Cambio porque me levanté así, con ganas de cambiar.
Pero bastó que girara la cabeza y viese la cama revuelta para que toda la construcción que había levantado en mi mente se derrumbara. Me golpeaba en los ojos ese desorden.
Debía tender rápidamente la cama, no podía permitir que quedara así ni siquiera por un rato. Las sábanas tensas, la almohada mullida bien formada y por encima la colcha que se vería lisa, plana, sin una mínima arruga. Y la tendí, cumplí con mi obligación y todo empezó a transcurrir como siempre.
En la heladera pegada con el imán que me regaló el panadero estaba la receta de la medicación de Dami. Camino al mercadito pasaría por la farmacia para comprar el gel que le recetara el dentista, el idiota del dentista que en vez de decir:
- tiene enrojecidas las encías, señora, hace falta que se pase este gel.
el tipo, no; para hacerse el importante me escupió con cara de asqueroso, como si yo fuera un guzano
- Sufre de un problema de inflamación de periodonto
¡o qué se yo de qué! ¡Pero así sonaba más difícil y podía hacerse el superior!
Al salir de la farmacia pasé directamente a buscar al nene por la escuela y me volvió loca todo el camino hablando y hablando de la cañota . No dejó ni un momento de mencionar esa palabra que desconocía y ya me taladraba el cerebro distraído hasta que dejé de oírlo, sólo pensaba en la frase del administrador del consorcio:
- Haremos todo lo posible por dirimir las diferencias que resultan de las discusiones con el service del ascensor, de lo contrario deberemos aumentar el precio de las expensas.
¡Claro, total, a mí me van aumentar el sueldo con sólo pedirlo! La verdad no sé qué voy a hacer si llegaran a aumentar , no me va a alcanzar la plata.
Llegamos a casa y a preparar la comida, servirle a los chicos, lavar los platos, colgar la ropa y ocuparme de los deberes de Dami. Y el diálogo de todos los días:
- ¿Dami, tenés muchos deberes hoy?
Por supuesto la respuesta de siempre:
- No má, son poquitos
- Bueno, empezá; después te vas a jugar
- ¿Qué quiere decir idioformo?
- No lo sé buscá en el diccionario, como te dijo la maestra
- No está, no la encuentro.
- Buscála bien.
- No está, ya la busqué, ¡ves que no me escuchás nada! Como cuando te contaba lo de Lucho, hoy por el camino.
- ¿Qué me dijiste de Lucho?
- Que en la casa de la abuela cuando la fue a visitar a Guatemala tomó agua de cañeta o no me acuerdo cuánto, que es riquísima y a él le gustó mucho y que quiero que me hagas vos a mí.
- No sé, tesoro, no sé como se prepara eso.
- ¿Ves?,¡ no me querés dar lo que te pido!
Y empezó a llorar, a patear y a martillar mi cerebro con esa maldita palabra que me golpeaba, me estallaba: la decía y la repetía y supe que la rutina nuevamente me había atrapado después de ilusionarme con un respiro tan sólo por unos minutos al levantarme realmente dispuesta a cambiar. ¿Realmente dispuesta?