Capitulo 1: El regreso:

Era una noche muy fría e invierno, yo estaba regresando a mi casa, mientras la lluvia mojaba mi rostro, las calles estaban desiertas como un pueblo abandonado, mi camisa azul se encontraba manchada de sangre al igual que mis manos.
Camine por varios minutos sin hablar con nadie y sin ver a nadie. Hasta que finalmente llegue a mi casa.
Entre.
Mi mujer se encontraba adentro llorando al ver mi camisa y mis manos, enseguida se dio cuenta de lo que yo había hecho, vino y me abrazo. Cuando nuestros cuerpos se juntaron quedamos varios minutos así, ambos nos sentíamos cómodos estando juntos y suponía que seria por corto tiempo.
Luego me beso con sus cálidos labios, me obligo a ir a bañarme y luego me dio ropa interior para cambiarme y acostarme.
Cuando ambos estuvimos en la cama hicimos el amor como nunca lo habíamos hecho, como si ese fuera nuestro ultimo encuentro.
Luego ninguno de los dos dormimos si no que nos quedamos acostados abrazados, esperando a que pasara la noche.
Al otro día nos levantamos y pusimos la radio y escuchamos la noticia de lo que había ocurrido. Claudio Roer había sido encontrado muerto en su casa, había sido golpeado hasta la muerte.
Nadie había visto a nadie. No había testigos por lo tanto aun no se encontraban sospechosos.
- voy a entregarme – dije
- Joel – me dijo mi mujer – no, por favor no – las lagrimas brotaba de sus ojos – tu sabes que tuviste motivos, ese hombre te hizo pasar muchas cosas, se lo merecía-
- Lucia mi vida – le dije a mi mujer – no. Aunque fuera o no justificado yo cometí un homicidio por lo tanto voy a entregarme, tal vez me den menos años -.
- Joel mi amor – me dijo ella llorando – yo pienso que deberías ver a un psicólogo, pensar bien en esto -
- esta bien – acepte – lo pensare unos días, peor no iré a un psicólogo y el tema no volverá a tocarse -
- de acuerdo – asintió ella al ver que había ganado parte de la partida.
Era domingo de tarde, 3 días después del homicidio, yo me encontraba acostado en el jardín de mi casa, en una cama paraguaya. Todavía no me había llamado a dar testimonio pero seguramente ocurriría en un tiempo u otro.
“se justificara ” pensaba mientras descansaba al vista “digo, un homicidio nunca se justifica. Peor en esta ocasión tenia mis motivos” entonces me vino un recuerdo a la mente, el recuerdo de una Navidad, esa Navidad en que yo tenia tan solo 6 años y Claudio 9, una Navidad que nunca olvidaría: