El hombre que aprendió a distinguir las gotas de agua nació aquí. Se llamaba Cándido y durante años se dedicó a observar las gotas de lluvia.

Un día de invierno después de horas encerrado en su laboratorio gritó:
¡EUREKA!

Entonces Cándido fue de casa en casa y convocó a todos los vecinos en la Plaza el domingo después de la misa. Sabía que acudirían, porque en la mente de todos estaba la última vez que no atendieron a sus peticiones, estuvo durante dos noches cantando a gritos villancicos por el pueblo en plena Semana Santa. Por supuesto que acudirían…

Y llegó el momento, Cándido comenzó su exposición: “Falacia de las dos gotas de agua”
Como si de un científico se tratase, metódicamente, fue explicando su teoría a los allí presentes; ecuaciones matemáticas que nadie entendía, fotografías que iban rápidamente de mano en mano y hasta el microscopio por el que fueron pasando uno a uno los vecinos estupefactos.

Al final efectivamente se probó: “No hay dos gotas de agua iguales”.

Así que sin argumentos para rebatirlo el pueblo nombró por unanimidad a su primer Perito Oficial.
A partir de ese momento cuando alguien decía “son como dos gotas de agua” acudía a Cándido para que levantase acta.

Sonada fue la consulta de Gumersinda, llevó a su hijo y al párroco para que el Perito comprobase si como se decía por el pueblo era hijo suyo...”son como dos gotas de agua” corría de boca en boca.

Al llegar allí, Cándido sacó la escuadra y el cartabón, midió al hijo de Sinda y al cura. Después a este último le envolvió la cabeza con una cinta métrica dándole hasta dos vueltas, luego con más cuidado hizo lo propio con el hijo de Gumersinda. Así hasta una docena de mediciones cada cual más inverosímil.

Al final Cándido se pronunció:
Efectivamente son como dos gotas de agua.
¡NO SE PARECEN EN NADA!
Sinda marchó llorando por el pueblo, el Perito había hablado.

Y como este, muchos más episodios que no contaré para no aburrirles.
Es por esto que en el pueblo cuando alguien dice “son como dos gotas de agua” la gente replica…”si, si…cuéntaselo a Cándido”.