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Un día mágico


Fue ese mediodía de otoño cuando me refugie en la playa para escapar del dolor que inundaba mi alma y me hacia sentir vacía. Sentada a orillas del mar, justo en donde las olas terminan de acariciar la arena, me dispuse a terminar de leer un viejo libro olvidado, que tanto le gustaba a mamá. En general las novelas de amor, no eran de mi preferencia, pero debía leerlo, después de todo mi nombre, Leonora, era en honor a la protagonista de la novela.
Con el libro entre mis manos, fije la vista en el mar, como tratando de buscar algo. ¿Algo? La extrañaba con locura. En vida mi madre desbordaba energía, y juro que podía recibir aun parte de esa energía, mientras acariciaba el lomo de ese libro.
De pronto sentí la necesidad imperiosa de correr descalza sobre la arena, de gritar, de llorar, de reír… de que volviera.
Deje el libro sobre la arena y me dispuse a volar. Con los brazos extendidos corría en libertad por la playa, sentía el viento frío en mi rostro, sentía que los pies apenas rozaban la arena, sentía que parte de mi angustia era liberada. Mi vuelo se interrumpió por la fuerte lluvia que comenzó a pesar en mi cuerpo. Corrí hacia donde había dejado el libro y me refugie en una pequeña cuevita de un acantilado cercano.
Fue allí donde encontré, aquel maravilloso caracol rosado, de finísima textura, de un brillo único. Lo acerque a mi oído. Solo por costumbre, siempre creí escuchar el mar. Esa maravillosa melodía, era única. No era el clásico silbido del viento rugiendo, imitando al gran gigante. Era un silbido fino y melodioso, muy similar a una canción de cuna, como las que me cantaba ella.
Espere que mermara la lluvia y Salí corriendo hacia la casa de la playa. Llevaba en una mano, la vieja novela y en la otra el hermoso caracol rosado. Entré a mi casa, ¡En ella había tantos recuerdos! Todo, todo lo que veía o tocaba se relacionaba con mi madre. Cada cosa del lugar tenía su historia, como aquel tronco seco, que utilizaba de mesita y que mamá había restaurado y transformado tan maravillosamente. Lo habíamos traído arrastrando en una red de pescar ¡Fue tan gracioso!
Me seque y me senté en el sillón mecedora de mimbre, estaba agotada. El caracol y el libro habían quedado a mi vista, apoyados en la mesita de tronco. No sé exactamente cuando me dormí. Al despertarme, la lluvia ya había cesado y la playa había quedado sin el brillo de la arena dorada. Aun algunas gotitas caían y la temperatura había disminuido bastante. Al mirar por la ventana vi a Saico, mi perro, ladrando hacia el mar. Me alarmo, no suele hacer ese tipo de cosas.

Salí a buscarlo, ya que mis silbidos y mis gritos parecían no escucharlos. Era demasiada su insistencia, tal vez presentía peligro. Cuando llegue hasta donde estaba Saico, pude ver yo misma, el motivo de los ladridos. Era un hermoso delfín, que relucía con la poca luz del atardecer. Recordé que solo de niña había visto a uno tan cerca de la playa. Me quede contemplándolo por un rato largo. El pequeño, saltaba y se sumergía nuevamente en el agua emitiendo sonidos profundos. Siempre el sonido de las ballenas y de los delfines en particular, me provocaba un sentimiento emocionante.
Saico ya había entrado a la casa y yo me había quedado aun contemplando aquel espectáculo. Al poco tiempo, Saico apareció nuevamente, pero con el caracol en el hocico. Aquel hermoso caracol rosado de mágica melodía que me había encontrado en el acantilado. Me sorprendió la situación. Movía mi mano tratando de que yo tomara el caracol. Por un momento me quede atónita, mirando a mi perro y escuchando a aquel delfín que se veía cada vez mas cerca.
Tal vez era una locura o no, pero mis instintos y la situación, me indicaban que debía arrojar el caracol al mar, hacia donde se encontraba aquel magnifico delfín. Al agacharme y tomar el caracol del hocico de Saico, la piel se me erizó. Mirando a los ojos a Saico, pude percibir también la misma voluntad, de arrojar a aquel caracol. En realidad no puedo expresarlo de otra forma.
La luz del sol se había ocultado casi completamente, y entre tanta confusión, lleve por última vez el caracol a mi oído y me deleite nuevamente con la hermosa canción de cuna, tan parecida a aquella que me cantaba mamá, aun cuando yo ya no era una niña. Esa melodía que me reconfortaba el alma.
Me acerque lo mas posible a la orilla, hasta que el agua helada llegaba hasta mis cintura, y arroje el caracol tan lejos como pude, hacia donde estaba aquel magnifico delfín. Fue casi mágico ver como aquel ser, tomaba el caracol y se marchaba.
Por unos cuantos minutos me quede sentada sobre la arena mojada, contemplando aquel gigante y rugiente mar y viendo como el delfín de alejaba dando saltos y haciendo sonidos. No sabia que pensar, que decir, si contar lo que me había ocurrido. Solo me quede ahí, como envuelta por un ensueño. Cuando el frió ya se hacia sentir demasiado, me levante para volver a la cabaña.
Lentamente me reincorpore y eché una ultima mirada hacia él, ese mar de mis amores.
La luz que despedía el metal, me llamo la atención. Allí justo a donde minutos antes, yo había estado sentada, allí en donde aun mis huellas seguían latente, lo vi. ¡Era el prendedor de mi madre! Aquel bello prendedor de plata y apliques de piedras verdes, que mi madre usaba a diario y que luego de su muerte no pudimos hallar. ¡Estaba allí!, entre mi huellas, entre la arena mojada, entre tantas sensaciones.

No pude evitar arrojarme a la arena y llorar, como hacia mucho no podía, como necesitaba. Fue así que regrese con el prendedor entre mis dedos húmedos, entre mi alegría.
Esa noche dormí con el prendedor asido a mis manos. Esa noche soñé con ella, con mi madre y después de mucho tiempo, no sentí angustia, al contrario, una paz interna me aseguraba que en donde ella estuviera, se encontraba bien.
En el sueño, mi madre me acariciaba el cabello y me cantaba con su habitual dulzura, esa canción de cuna tan particular, esa canción de cuna con sonido a mar.

Fin

Texto agregado el 17-12-2009, y leído por 208 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
12-03-2010 Una historia mágica, me atrapó. charlieoc
17-12-2009 Nada interesante que contar. Sólo tengo sueño. NickName
 
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