¡Que se calle!,
dicen las voces del otro lado,
¡Que se calle!,
gritan unos cuantos de medio lado,
¡Que hable!.... ¡que hable!,
dicen los sedientos que están cansados y abandonados,
pero yo no me callo,
porque el tiempo me ha enseñado a decir las cosas por su nombre,
porque la verdad es la verdad y es cruda y es amarga señores,
¡Este mundo se está muriendo!,
¡Este mundo se está matando!,
Y nadie hace nada,
a nadie le da la gana.
¿Qué me callen dicen?,… ¿qué me calle?,
no se preocupen señores que ya me callo,
que ya me callo y nos callaremos todos,
cuando el hombre cargado de tantas armas,
por fin entienda y se dé cuenta que las balas no alimentan,
que los misiles no curan heridas,
que las bombas nucleares no enseñan,
que todos somos hermanos,
que es tan grande la estupidez de unos cuantos,
y es tan corta la vida para muchos.