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Inicio / Cuenteros Locales / Helanna / La historia de Daniel (Parte II)

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¡En la madre! Son casi las 9 y apenas si terminé de lavar los platos. Lo hice a ultima hora ya que Salomé me cambió la cita precisamente a las 9, al parecer se entretuvo con algo debiendo posponerme de las 8 p.m., y aunque me molestó un poco ya que eso afectaría notablemente la hora final en que se terminaría esta "cita verde", decidí hacer caso omiso a tal situación y disfrutar este encuentro diferente, total, ir los domingos al trabajo es algo común.

Salomé es una chica que conozco desde hace un par de años, poseé una apariencia tranquila y agradable que contrarresta con el espíritu conflictuante que varias veces mostró en encuentros previos que alguna vez tuvimos.
Era como si necesitara estar en combate para mantener algún tipo de atracción sexual entre nosotros, no se le daba la tranquilidad y el acuerdo mutuo sino que siempre buscaba este punto de tensión y conflicto, además era sorprendente como le gustaba quedarse ahí mas allá de lo normal, cosa que yo no desconocía para nada, pues también he tenido relaciones que terminan en este estilo o que han tenido temporadas del mismo tipo.

Ya de camino a su casa me indicó que estaba casi lista, o sea q la hora en que terminaría pasando serían las 9 y media, me dije: buena hora.
Pasé por ella y venimos de camino a mi casa, me venía platicando de la música que oiríamos cosa que me resultó entretenida pues no es un género que conozco y que me guste, pero si me causaba curiosidad la experiencia verde con música de los 70´s. Hacía frio, y llegamos a mi casa, preparé las cosas y me dispuse a encender el cigarro verde pues tenía que ser inmediato ya que de lo contrario el tiempo se alargaría mas allá de lo que yo conocía, pues el efecto de estos cigarros no es algo que yo consuma y que por tanto domine, y aún pensaba en no empezar tan tarde para no desvelarme tanto, además de que tenía que llevarla de regreso en la madrugada y no sabía si podría manejar al final de la cita verde.

La música estaba lista, acomodados en la planta baja me dispuse a encender el cigarro, le ofrecí encenderlo pero declinó, así que le di el primer jalón... sabor diferente a los cigarros de tabaco cotidiano. Entre plática ordinaria prosiguió el segundo jalón...ella estaba atenta sin mostrar demasiado interés, le ofrecí fumar y tomó el cigarro, noté que lo hacía como si fuera un cigarro normal, y no como el jalón debe de hacerse, bueno, o como había visto a mis amigos consumidores de marihuana fumarlos; le sugerí que lo retuviera, batalló pues le estaba calando en la garganta según me dijo.

Luego del tercer jalón empecé a notar una alteración pequeña en mis sentidos, mas específicamente en el sentido del tacto, sentí que el rubor se me subía a las mejillas. Ella me preguntaba frecuentemente ¿qué sientes? yo le comenté los pequeños cambios que sentí: aletargamiento en la mirada, espacios de tiempo lento, y sobretodo me empezaba a sentir mas relajado, pero al parecer a ella no le hacía efecto, pues quería competir con el hecho de que quería sentir algo pues me decía ¨no, yo no siento, nada quiero sentir como tu¨, este fue el inicio de un tema que me redundaría a lo largo de esta experiencia verde.

Cuando el cigarro estaba en su última faceta, decidí ir a la mesa de junto por un encendedor, ya casi estábamos en la “bachita”. Me enderecé, al estar completamente parado tomé involuntariamente una pausa de tiempo, respiré y caí en la cuenta de que me dirigía a la mesa, los pasos fueron casi naturales, y digo casi por que tenía que tomar conciencia de que estaba caminando y precisamente... hacia la mesa.

Al llegar a ella caí en lo que le llamé una pequeña cápsula de tiempo donde busqué el encendedor en la mesa, ya la mesa no estaba de la misma manera que yo la recordaba, empecé a ver las orillas, el color de ella, la forma y entendí que era la mesa de mi casa. Así comenzó la búsqueda del encendedor. De pronto me encontré en un espacio de tiempo que me permitió salir de esta primer cápsula, decidí llegar a la silla donde estuve sentado originalmente y comencé a caminar hacia ella mientras veía que Salomé estaba con la bachita en sus manos esperándome para que con el encendedor termináramos de fumarnos este cigarro verde que se había apagado.

Caminé. Llegué a mi silla. Me senté. Creo que necesité un poco mas de atención de lo normal pues me tambalee un poco en la silla pero recobré la vertical. Ya sentado, me ofrecí encenderle la bacha.

Siguió fumando, pero insistía en el hecho de que no sentía nada (mmmh otra vez), decidí una vez más tomarlo con calma y dejar que ella misma descubriera y reconociera que el efecto del cigarro ya estaba en su cuerpo, pues era más que obvio que sus comentarios, sus diálogos empezaban a tornarse extraños, divagantes e intermitentes.

En otro momento decidió ella misma encender la bachita inclinándose hacia su izquierda y cual efecto de imán me le quedé viendo balanceándome hacia mi derecha, completamente sincronizado.

-¡No me veas! ¡Me haces reír!

Y yo seguí soltando una risotada involuntaria.

-¡Voltéate!

Fue como una última sentencia en la que tuve que girarme en mi silla y darle la espalda. En este punto experimenté como el cuarto se empezó a agrandar súbitamente, y aunque estaba a mas de 2 metros del rincón parecía como si fuera un niño regañado, solo de espaldas al salón de clases con la barbilla hundida en el pecho y los hombros ligeramente levantados.

Jajaja me sacó de ahí otra risotada involuntaria, (Aunque sabía que mis risas no eran tan estrepitosas si sentía que me brotaban como burbujas de oxígeno en el agua.)

Al parecer terminamos de fumar la bachita luego de varios intentos mutuos y aunque las pincitas que había sacado Salomé para las últimas fumadas ayudó, la dejamos por la paz pues empezó a calarnos el frío.

La invité a mi recámara en la planta alta pues ahí con mi calentoncito normalmente el frío dejaba de molestar.

Entramos en una nueva cápsula de tiempo donde la misión era subir las escaleras y llegar al cuarto de calor. ¡Ah que caray!, cada escalón... era todo un reto, nos invadían las risas involuntarias al ir tomados de la mano (era una complicidad de aquel estado verdoso muy agradable)

Luego de terminar los escalones y darme cuenta de que estábamos en "tierra firme" entré en un espacio de tiempo al salir de esa burbuja de las escaleras.

Ahora había que entrar a la siguiente burbuja donde nos instalaríamos en la cama, al cabo tenía un par de cobijas calientitas de esas que se usan para ver T.V. en el sofá que calmarían el frío.

¡Oh sorpresa! El frío no nos dejaba a pesar de que arropé a Salomé con dichas cobijas y nuevamente escuché de sus labios:
¡No siento nada! ¡Que flojeraaa!

Una vez más en mi interior co-fluyeron un par de corrientes: una era un clásico de mi forma de ser que busca el comentario sarcástico, que además de molestar, quiere dejar que esa persona se deje de ñoñerías y quejumbres y se dedique a disfrutar sus cosas ya sea penas o alegrías sin el tono melodramático que expresa en un inicio, la segunda, era una corriente donde podía expresar un comentario mas ligero y que no presionaría su propio descubrimiento, llevar las cosas a donde ella misma quisiera.
Tomé la segunda en una decisión que me complació, pues así podían ser las cosas y no como yo las quisiera, sin forzar, sin obligar, sino dejando ser.

Entré a un nuevo espacio de tiempo para salir de la burbuja anterior. Ahora en la cama y en otra burbuja recuerdo oír palabras sin sentido y risas explosivas de los dos en las que no había nada coherente pero sin un estado increíble de risas incontrolables y alegría.

De pronto no tuve control sobre cápsulas y espacios de tiempo, sin embargo me encontré protegiéndola del frío, recuerdo estar de lado a ella cubriéndola con un abrazo protector de esos que no la tocaba pero si la cubría, ver su cabeza hundida en la almohada, sus ojos casi cerrados por tanto reír, su cabello que lo podía peinar torpemente con mis manos y su postura de una niña hecha bolita pero con cuerpo de mujer junto a mi... a las distancia de unos centímetros pero a la tranquilidad de solo un pensamiento, me brotó una sensación de ternura hacia ella.
¡Era parte de mi espacio verdoso, era cómplice total además de la autora intelectual de tal cita verde! Me quedé con ese total sentimiento de ternura toda la noche, fue muy agradable y quedó en el olvido aquellos viejos eventos donde discutí eternamente y sin sentido con ella misma o con otras chicas, era cosa del pasado ya. ¡Se cerró para siempre el telón tortuoso!

Risas y más risas, frases o más bien intento de ellas pues apenas si tenían dos o tres palabras. Unas veces tal ves dos se relacionaban y la tercera no jajajaja.
Era mas que obvio que estábamos hasta el full pero a veces ella insistía con el asunto de "soy un fraude no siento nadaaa" y cada vez que lo decía, volvían a fluir en mi ese par de corrientes en mi donde siempre decidí sin mayor problema el emitir comentarios ligeros en lugar del viejo sarcasmo que es mas mi estilo,"dejar hacer dejar pasar" algo previamente aprendido en clase de economía de la universidad.

Cómo disfruté éste estado de dos corrientes fluyendo en mis pensamientos. Siii vamos por dos cigarros verdes, vamos por mas tafillll jajaja preferí reírme de ello sin burlarme, solo compartir.

Apenas habían pasado unos 20 minutos pero parecían varias horas entre burbujas y espacios de tiempo. Luego recuerdo varias cosas extrañas, me quedé prendado del tiempo muchas veces y me asombraba como transcurría lento.

Había que poner música en la recámara pero el disco de Salomé estaba en su bolsa en la parte baja. Otra incursión más, ¡venga de ahí! Quiso acompañarme.
De pronto ya estábamos bajando las escaleras donde cada escalón era un reto para no caernos, esta vez ella se iba apoyando en mi espalda. Uta madreee como llegamos al final de las escaleras no recuerdo bien, pero si que ella fue apresuradamente a su bolsa, sacó el disco que me dio en la mano y dijo tengo sed. Tomé el primer vaso para llenarlo de agua y dárselo pero era de cristal, empecé a temer quebrarlo, y también dudé que a ella no se le cayera. Serví apenas un par de tragos de agua en dicho vaso y ella lo tomó y bebió. A la postre me dijo que en ese momento se tomó una Tafil, ni hablar. Había pensado en evitar que se la tomara pues era demasiado su insistencia en que no sentía nada cuando todo lo que hacía y decía eran puras incoherencias, señal de que el cigarro le hacía efecto.

Todos en algún momento nos comparamos con otros, y aprendemos, sufrimos, nos alegramos de las cosas que les pasan a los demás que nos rodean, amigos familiares o hasta compañeros de trabajo, o a veces nos destruyen las alegrías de los demás. ¿Qué es eso? Algunos le llaman envidia.

¿Será que todos somos envidiosos? Si pudiera desbaratar el contenido de la palabra "envidia" lo haría, pues en algún momento un sujeto la eternizó y satanizó con el sobreentendido pecaminoso, cosa que no comparto. Lo que si entiendo es que hay personas que se clavan mas en el hecho de ser felices a base de comparaciones encarnizadas sobre lo que hacen o les pasa a los demás. ¿Envidia de la buena? ¿De la mala? Si pudiera sacar esa palabra de estas expresiones de todo el mundo lo haría y les pediría le dijeran... "conpraselcia" algo que no signifique nada jajajaja.

Salomé mostraba (o así lo creía yo) matices de querer estar en el centro del protagonismo, todos lo buscamos de hecho, pero con una insistencia de aceptación que no comprendía.
A veces hay ausencias o vacíos emocionales que vienen de etapas mas tempranas en la familia nuclear de cada quien, o rompimientos afectivos que nos dejan huecos emocionales. Cualquier situación de esa índole tiene un origen psicológico. Pero en otras ocasiones hay ausencias de origen neurálgico, donde hay carencias en los neurotransmisores de nuestro sistema nervioso y se pueden manifestar como lo inverso a somatizar, contra somatizar le diré. Cuando algunas personas les sucede esto una forma de manifestarse es con depresiones, algunas otras no se les manifiesta y viven su vida normal sin altibajos emocionales, cada historia es muy diferente.

Dejé de pensar en si Salomé tenía o no algún origen patológico, la dejé ser y nos dedicamos a disfrutarnos mutuamente en estado verdoso.

Fue todo un reto poner el CD en mi reproductor, cambiar la tele para visualizar la canción que estaba en curso, no me podía concentrar en como hacerlo, ni los botones que debía presionar, era un vaivén de sensaciones e imágenes que se amontonaban en mi cabeza como una tormenta con vientos, lluvia y ráfagas sin rumbo fijo. Luego de poner las rolas y darle el control a Salomé me causaba asombro el percibir las canciones con mucha lentitud, como si las cápsulas se hicieran pequeñas y recobrara la conciencia entre cada una de ellas, ¡y la rola aún seguía siendo la misma! ¿Cómo es posible? Y el reloj... apenas si ha cambiado de minuto a minuto... y Salomé se relajó, dejé de escucharla, pero otras veces la volvía a oir.
El sentido del tacto estaba tan alterado que mutuamente al abrazarnos nos dábamos pequeños mordiscos que nos botaban de la risa y a la vez hacían separarnos a pesar de estar abrazados. Eran detonaciones dolorosas de un pequeñísimo mordisco. Pero ahí estaba Salomé conmigo, representando la femineidad en calma que pocas veces había percibido de ella.

En la madrugada sucedió una catástrofe. Acudí en otra incursión al piso de abajo por un segundo calentón eléctrico para mi recámara pues uno solo no calentaba.
En un momento determinado empezó a leer correos electrónicos en su celular... jajaja los releía y yo temía que fuera a contestar alguno o algún mensajito en el estado en que estaba, pero ella seguía en lo suyo. Yo había decidido apagar mi celular y no recibir mensajes o cualquier cosa esa noche, quería estar libre de todo, pero igual y cada quien su rollo, ella lo decidió así y la dejé. Me quedé plasmado, me recosté y me relajé. Se apagó la música y el televisor, también el reloj digital. ¡Se fue la luz! Uta madre... bajar y revisar los fusibles en ese estado era mas que peligroso, era una sentencia a recibir un toque eléctrico en la caja de fusibles que esta fuera d mi casa. Improvisemos. La metí bajo las cobijas que uso normalmente en mi cama, son 5 en total, y esperemos a calentarnos. Es probable que todo sucediera alrededor de las 12 de la noche.

Nos despertamos a eso de las 3 y media de la madrugada según decía ella, Ya había bajado el efecto verde, o por lo menos la vorágine verde, estábamos mas en calma. En ese momento nos desnudamos a pesar del frío. Recordé su delgada silueta y sus formas. Aún conservaba la parte de arriba de su ropa, la de abajo no estaba. Ahora caigo en la cuenta de que varias veces me quedé con la boca seca, y era en verdad una odisea tomar agua de una botellita que tenía junto a mi cama, la sentía tan lejana... y en realidad estaba a solo una estirada de brazo. Sus delgados muslos, sus caderas, sus ricas nalgas, su vagina, su hermoso culo... toda ella estaba ahí junto a mí y desnuda. ¡Ponte protección! Me indicó, y así lo hice. Tardé un poco mas de lo normal en encontrar el derecho del condón. No recuerdo si antes me chupo o si directamente yo la subí encima de mí, era lo de menos como llegamos a ese punto donde estaba montada sobre mí. Qué ritmo tiene al coger...sus movimientos pélvicos, su vagina, sus palabras y quejidos de excitación... me envolvieron y quedé atrapado en ese ritmo sexual que ella me enseñó.

Yo buscaba protegerla del frío cubriéndole la espalda con alguna cobija, pero ella seguía montándome en un vaivén de su vagina. Estábamos en lo nuestro. Luego cambiamos, me encanta la pose de perrito y la volteé. Ella se acomodó dejando que la penetrara, la tome de las caderas sobando sus nalgas deliciosas, luego dejó la pose tradicional con las piernas abiertas y se enderezó un poco mas al frente, ¡no podía dejar de seguirla con mi verga erecta! me incliné hacia ella y comenzó otro de sus movimientos sexuales que tanto me gustan pero con sus piernas juntas, como de perrito inclinado. Cada vez que volvía a mi sentía rebotar su par de glúteos en mis muslos, gemía suave pero deliciosamente me excitaba cada vez mas. Es más lenta la excitación en estado verde. Cuando estábamos botados de la risa tenía bloqueado estos sentimientos, pero ahora era diferente, todo estaba ahí a pesar del frío. ¡Cuanta energía sexual tiene!

Terminamos volviendo a donde ella estaba sobre mi montándome, y yo apretándole sus pechos pequeños y deliciosos, casi hasta el punto donde le dolería me detenía, y volvía a apretarlos, ella seguía con su ritmo fuerte. Luego intercalé con movimientos míos mi propio ritmo, cuando estoy debajo tiendo a hacerlo mas rápido y se prendió, la embestí mas fuerte...el final fue ella bajo mis sábanas con su boca maestra en mi venida, cual placer de los Dioses.... si es que existen claro.

La llevé a su casa luego de bañarme para irme a mi trabajo. En el camino platicamos sobre el experimento, todo era compartir y reírnos de lo sucedido. Fue relajante y divertido. Aunque no tanto al percatarme de que la cruda de marihuana es rara, te entorpece. No pensé que me diera tanto gusto haberlo hecho con ella así.

Gracias Salomé

Texto agregado el 24-01-2010, y leído por 101 visitantes. (0 votos)


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