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Inicio / Cuenteros Locales / ServandodelaTorre / Yola ama a los niños

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(Estaba un día Yola paseando por las calles de Lima, cuando se encontró un pobre huérfano abandonado).
Yola: ¿Qué tienes, oh pobre niño? ¿Estás enfermo?
Dido: En realidad sí. Nací en el seno de una familia muy pobre, que apenas tenía los recursos necesarios para alimentarme, por eso me abandonaron. He vivido toda mi vida de la caridad de otros seres humanos, pidiendo limosnas y alimentándome escasamente. Quizás sea por falta de alimentación que haya contraído la tifoidea. Por favor, gentil señora, ayúdeme.
Yola: Por supuesto que te ayudaré. Ven, acompáñame.
(Al poco andar se encuentran con una niña golpeada).
Yola: ¡Oh, pero qué te pasó!
Luisa: Mire, señorita, figúrese que he nacido con tan mala estrella que vez que hago algo de manera casual, mis padres siempre me pegan. Por favor, sáqueme de este infierno en el que vivo.
Yola: Acompáñanos. Él es Dido, un niño con tifoidea, así que procura no acercarte mucho a él.
(Siguen andando. Yola se entristece al pensar en la miseria humana y piensa por qué los gobiernos no han hecho nada para disminuir la pobreza. Luego se encuentra a otra niña).
Yola: A ver... déjame adivinar. ¿Estás enferma igual que Dido o no?
Lola: Sí, sufro de delirios de persecución, quede traumada porque antes había en estos sectores un violador.
Yola: ¿Un violador, dices?
Lola: Así es, ya que fui abusada por él tres veces.
Yola: ¿Dónde está ese canalla ahora para ponerlo en su lugar?
Lola: Está en la cárcel. Fue capturado, pero aún así siento que va a volver por aquí.
Yola: Vamos. Éstos son Dido, enfermo de tifoidea; y Luisa, víctima del maltrato familiar.
Lola: ¡Hola, amigos!
(Han caminado ya mucho por Lima. Se han encontrado con otros tres niños: Beto, contagiado de SIDA; Chucho, golpeado como Luisa; y Andy, un niño rebelde que se escapó de su casa. Luego entran en una cafetería, invitados por Yola, por supuesto. Conversan).
Luisa: Mi sufrimiento es muy grande, porque mis padres nunca en mi vida me han dado cariño, creo que desde que era un bebé me golpeaban, me han agredido toda una vida.
Andy: Yo me fui de mi casa porque no me llevaba con mis padres, eran muy escandalosos, como tus padres o los de Chucho, eran malos, se enojaban por todo. En fin, me tenían aburrido.
Beto: Yo enfermé de SIDA porque hace seis meses me violaron, desde entonces me debato entre la vida y la muerte.
Lola: Yo sufrí las mismas penalidades que tú, Beto. Te entiendo.
Chucho: A mi me golpeaban por cualquier cosa: se me caía un vaso, me golpeaban; me sacaba una nota regular, me golpeaban; si era una mala nota me golpeaban aún más, si jugaba con mis amigos me golpeaban. Eso me motivó a irme de mi casa. Ya no se podía vivir ahí.
Dido: Yo, al ser abandonado, entré en un orfanatorio, del cual escapé, desde entonces he debido buscar los medios para poder sobrevivir en este mundo, he trabajado limpiando autos, he sido lustrador de zapatos, pedía limosna en una esquina cuando no había trabajo, pero siempre me abstuve del peligro de caer en el vicio de las drogas y el alcohol. Un día empecé a sentirme enfermo, por los síntomas que presentaba, la gente decía que yo sufro de tifoidea, por eso me evadían y no se acercaban a mí ni a mi esquina. Estoy muy solo desde entonces.
Yola: A ver si nos entendemos... Han sufrido tanto como para tener tan poca edad. El mundo es un lugar muy peligroso y ustedes se han abierto a él como si nada. ¡Siento una pena tan grande por ustedes! ¡Vengan aquí, niños míos!
(Tan pronto como lo dijo, los niños se acercaron a Yola y la abrazaron. A ella le brotaron grandes lágrimas que se derramaban alrededor de sus lentes ahumados, lo cual demuestra un gran amor por aquellos niños. Luego salieron de ahí y se pusieron a jugar muy alegremente. El día parecía no terminarse nunca. Cayó la noche).
Yola: ¿La han pasado bien conmigo?
Todos: ¡Sí!
Yola: Pues los invito a mi gran casa a pasar la noche.
Todos: ¡Eso!
Dido: ¡Espera! ¿Dónde dormiremos? ¿En un montón de sacos puestos en el patio?
Yola: No, hijos míos, tengo una habitación llena de camas. Ahí pasarán la noche.
(Caminaron mucho hasta llegar a la casa de Yola).
Yola: Bien, acuéstense, siéntanse cómodos en sus camas.
Chucho: ¡Yo quería esta cama! ¡Beto me la quitó!
Beto: ¡Está bien! ¡Quédate con tu maldita cama!
Yola: ¡Tranquilos! Buenas noches a todos, que sueñen con los angelitos.
(Le besó la frente a todos, incluso a Dido, y se fue a acostar ella también. Al otro día fue a ver a los niños, pero estos no estaban, para gran sorpresa de Yola. A la entrada de la habitación había una nota).
Yola: A ver, qué dice aquí: "Estimada Yola Polastry, me llevé a tus niños porque no podía arriesgarme a que les inculcaras esos valores derechistas y velasquistas que tú acostumbras enseñar, por ende, yo y mi pandilla les enseñaremos la moral maoísta para que sean hombres de bien en el futuro. Atte. Abimael Guzmán". ¡No puede ser, ese Abimael Guzmán me las va a pagar! ¡Mira que llevarse a mis sufridos niños para que sufran aún más! ¡No, señor, no voy a aceptar esto! ¡Buscaré por cielo, mar y tierra su cuartel hasta encontrar a mis burbujitas!
(Mientras tanto, el el cuartel general de Sendero Luminoso, estaban los niños capturados, amarrados y amordazados para que no gritaran).
Abimael: Mmmm... ustedes vivían con la tal Yola Polastry, ¿verdad?
Todos: ¡No!
Abimael: ¡Mentira! ¡Soldados, tortúrenlos!
(Y los azotaron, sin importar el sufrimiento que pasaban. Yola, entretanto, se internó en la selva, buscando desesperadamente el cuartel donde se escondían Abimael Guzmán y sus fieles lacayos, repitiendo incansablemente la frase "¡Los encontaré, burbujitas! Al cabo de ocho días encontró una casa con una bandera roja que le pareció muy sospechosa).
Yola: ¡Que rara es esta casa! Sólo espero que aquí... ¡Maldición, el signo de la hoz y el martillo! ¡Malditos comunistas! ¡Ellos son los que plagiaron a los burbujitas! ¡Lo pagarán muy caro!
(Así, pues, Yola Polastry, furiosa, comenzó a atacar las casas que veía con esa bandera izada. Al fin, después de 17 casas, miró por la ventana de una decimoctava).
Yola (pensando): ¡Ahí es donde tienen a mis niños! ¡La vas a pagar, Abimael Guzmán!
(Se escondió tras unos arbustos que halló cerca. Mientras tanto llega al cuartel Abimael Guzmán con 2 soldados más).
Abimael: ¡Aquí están los torturados! ¡Vamos, confiesen! ¿La tal Yola les ha inculcado odiar a la izquierda? ¿O les ha dicho que sigan el ejemplo hitleriano?
Soldados: ¡Contesten, contesten, contesten!
Abimael: Si no cooperan, capturaré a Yola Polastry y la mataré en su presencia.
Chucho: Pues... nosotros...
Dido: ¡Tengan piedad de nosotros, por favor!
Lola: ¡Yola vendrá a salvarnos!
Beto: ¡Estoy seguro!
Luisa: ¡Yo también!
Andy: ¡Ayuda!
Abimael: Bien, pues, los dejaremos solos, los dejaremos pensar si salvan la vida de su Yola o no, nosotros también pensaremos si los dejamos con vida o no. ¿Verdad, mis leales soldados?
Soldados: ¡Señor, sí señor!
(Salen y cada uno se va por su lado. En ese momento sale Yola de los arbustos con una piedra grande en la mano, sigue a uno de los soldados hasta verlo alejarse del campamento. En eso le da un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente, luego le quitó el uniforme y ella se lo puso, escondiendo el cuerpo. Luego llega Abimael Guzmán, quien la confunde con un soldado).
Abimael: ¿Alguna novedad, soldado?
Yola (imitando voz de hombre): ¡No, señor! ¡Los niños están muy asegurados!
Abimael (conforme): ¡Listo, soldado!
Yola: ¡Sí, señor!
(Luego se dirige a la cabaña donde están los niños, los cuales se asustan al verla).
Dido: ¡No me mate por favor!
Chucho: ¡Quiero vivir!
Lola: ¡Ay, Dios mío!
Beto: ¡Nooooooooooo!
Andy: ¡Socorrooo!
Luisa: ¡Esperen! ¡Ese soldado me parece familiar!
Yola: Tranquilos, burbujitas, soy yo, su eterna amiga Yola, que ha demorado ocho días buscándolos intensamente por la selva hasta hallarlos.
(En ese momento Yola se quita el sombrero verde y se coloca los anteojos, dejando ver su larga cabellera rubia. Luego se oye el grito de un soldado).
Soldado: ¡Mi General, el soldado Ramírez fue encontrado con un golpe en la cabeza y al borde de la muerte!
Abimael: ¡Soldado, a buscar pistas!
(Mientras, Yola y los niños han huido, siendo avistados por otros soldados que había por ahí cerca, Era posible presenciar la lluvia de balazos).
Yola: ¡Huyamos, burbujitas, nuestras vidas dependen de ello!
Lola: ¡Voy a morir!
Chucho: ¡Ay, creo que yo también!
(Siguen los balazos. Una bala le hiere un hombro a Yola, la cual sigue huyendo como si el dolor no afectara sus capacidades ni sus ganas de vivir. Herida nuevamente, cae y pide que sigan huyendo solos, que no se preocuparan por ella. Afortunadamente, los niños lograron esconderse, Sendero Luminoso abandonó la persecución y el cuerpo de Yola, luego de quedar oculto entre unas ramas, fue rescatado por los niños, quienes lograron construir una camilla con algunos troncos y la llevaron al pueblo más cercano que encontraron. Luego, estando aún en el hospital, despierta).
Yola: ¿Dónde, donde estoy? ¿Qué lugar es éste?
Todos: ¡Sorpresa!
Yola: ¡Niños! ¿Dónde estoy?
Beto: Luego de que te hirieran, construimos una camilla y te llevamos a este hospital, el primer hospital que encontramos.
Lola: ¡Te retiraron las dos balas!
Dido: ¡Conseguí que me curaran de la tifoidea!
Chucho: ¡También aprovechamos de denunciar a esos malvados hombres!
Luisa: ¡Eres un gran ejemplo, Yola!
Andy: ¡Rezamos toda la noche, porque temíamos lo peor!
Yola: ¡Gracias, amigos, quiero abrazarlos a todos!
(Luego de abrazarlos, fue dada de alta y los niños, a partir de entonces, vivieron con su amiga Yola, a quien consideraban un ángel caído del cielo. Participaron del programa "Hola Yola" de América Televisión. Yola, por suerte, no contrajo nunca la tifoidea de Dido, puesto que Dios la había premiado por tener tan buen corazón y por su dedicación a los niños).

Texto agregado el 07-02-2010, y leído por 72 visitantes. (0 votos)


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