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Inicio / Cuenteros Locales / yuukoichihara / \"Las espinas de la rosa-Lo que Monica ve-\". Capitulo 6

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“Las espinas de la rosa”
-Lo que Mónica ve -
VI
La chica que me tiene a su merced me toma de los brazos llevando de nuevo sus labios a los míos mordiéndolos, seduciéndome, provocándome mas, apenas es perceptible su figura ya que mis ojos no pueden ver a través de la corbata anudada alrededor de mis ojos. Ella paulatinamente acaricia tiernamente mis brazos hasta llegar a ese punto, al momento de acercarse a mis muñecas donde las cicatrices surcan mi piel, retraigo mis manos hacia mi en señal de miedo que ella interpreta como una debilidad para que sin pedirme permiso las fuerce a ir hacia ella, siento como las mira, un aura de lastima es lo que experimento proveniente de ella. Un beso afable en cada una de estas hace menos la reticencia que opuse al momento que las toco, hace que mi mano acaricie su cara y la recorre por toda su fisonomía. Mi sentido del tacto en mis yemas de mis dedos y la palma de mi mano inspeccionan lo que ella me da a tocar, los ojos, las cejas, la frente, sus pómulos, y sus delicados y finos labios son detectados. Su mano guía a la mía a través de su cuello para bajar progresivamente hasta la mitad de su pecho en donde al quedar mi mano estacionada en ese lugar el palpitar de su corazón es perceptible, un palpitar alterado que se incremento cuando mi mano se poso ahí, sentí el jadeo alterado de Irais.
-¡Siéntelo Mónica!, ¡siente como mi corazón late por ti!
Después de esto un beso en la frente sella ese preámbulo de caricias y siento como la lengua de ella es el siguiente instrumento a usar.
La sensibilidad en mi cuerpo se incrementaba a cada paso que la lengua de Irais repasa mi piel. Lentamente su mano se desliza sobre mi vientre para llegar a mi braga que retira delicadamente, su mano recorrió cada centímetro de mis genitales desplazando mis piernas un poco para que pueda maniobrar entre ellas. Sobando lentamente mi clítoris ella se detiene para que su dedo medio se introduzca en mi vagina provocándome la sensación placentera que estaba deseando desde que había comenzado, retirándolo e introduciéndolo lentamente hasta que siento cierta humedad en mí.
Irais se vuelve a colocar en medio de mis piernas y el aire exhalado de su nariz que chocaba con ímpetu se desplaza hacia mi abdomen para que después su lengua juegue entre mis partes lamiendo despiadadamente y realizando su trabajo que tenia su dedo en ese lugar.
Los gemidos de placer por mi parte no se hacen esperar, la excitación que me estaba provocando era mejor que cualquier sensación que pude haber sentido en otras ocasiones. Succionando con fuerza y colocando de nueva cuenta sus dedos en mi clítoris masajeándolo para hacer que súbitamente tenga un orgasmo que se silencia al momento en que coloco una de mis almohadas encima de mi cara.
Creí que seria todo por parte de ella y que me correspondería satisfacerla en esos momentos, pero ella sigue insistiendo no importándole que los espasmos que me provoca el movimiento de su lengua dentro de mi vagina me hagan explotar más y más.
Me encuentro temblando del placer momentáneo que Irais me proporciona, y olvido que es ella quien lo hace, auxiliándome de la incapacidad de ver gracias a la corbata que esta atada cubriéndome los ojos, provoco esa fantasía en mi cabeza que coloca a Natalia en su lugar. Sin quererlo-o tal vez queriéndolo de una manera inconsciente- digo el nombre de ella, Irais se detiene. Dentro de mi se que hice mal en mencionar a Natalia; y lo que puede pasar también puedo verlo como una premonición, ella se levanta, se viste deprisa y sale de la habitación o ella se detiene y me pregunta acerca dl porque la confundí con Natalia, sin embargo ninguna de estas cosas pasa y sigue masturbándome como si lo anterior hubiera sido un instante de amnesia en esa mar de locura que se mecía dentro y fuera de mi. La temperatura se descontrola y el rubor en mi cara sube, ya no soy una simple espectadora; comienzo a tocar mis pechos alternándola con ciertos masajes en mis ya endurecidos pezones aumentando mas la percepción agradable.
De pronto un demonio lujuriosos se apodera de mi hace que me levante para desplazando a irías de encima de mi colocándola ahora en el lugar que yo tenia hacia algunos instantes, me quite la corbata de los ojos y la mire, los ojos verdes de ella tienen un brillo distinto al que normalmente poseen. Se que no la quiero, pero al ser la carne débil me dejo llevar y por un momento vi en ella a Natalia, así que con este recuerdo me propongo acabar lo que Irais ha comenzado desde la biblioteca.
Así que hago que caiga en su propio juego, le tapo los ojos con la corbata y tratando de seducirla con mis besos que dan en el blanco que es su boca. Mis manos algo torpes acarician su cuerpo que esta debajo del mío, mi cabello que ya esta suelto cae hacia ella, al ver su piel lo puedo asegurar que ella esta mas excitada en esos momentos ya que tiene la piel de gallina y reacciona a cada movimiento de mi mano o con el simple rozar de mi cuerpo contra el suyo.
Hago jugar mis dedos entre sus partes intimas después de besarla por todo su ser, la fragancia de su sexo despierta en mi la necesidad de lamerlo, besarlo y mordisquearlo haciendo que ella se mueva algo frenéticamente, para que la lluvia de su lubricación caiga en mi cara limpiándola despacio entre sus piernas haciéndola vibrar y escuchando sus gemidos alternados y esa frase que hacia que me prendiera mas y siguiera en medio de ella “¡Mónica, no pares!”.
La voz agitada de ella provoca en mi un ensimismamiento que esta compuesto por vanidad, ya que siento que soy necesitada por ella, aunque en mi fantasía sea Natalia la que esta pidiéndome cada vez mas que la ayude a alcanzar el clímax de todas las sensaciones corporales descritas.
Alcanzamos el orgasmo varias veces ayudadas por nuestras ansias de sentir y de nuestra lujuria combinada que nos hace sudar y respirar demasiado rápido para que al final estemos algo exhaustas debido a esa actividad corporal en la cual nos hemos fundido en una, por lo menos algunos instantes.
Después de un tiempo, yacemos recostadas en la cama tapadas por el sobrecama, mire al techo y comencé a reflexionar acerca de lo que había pasado. A mi lado Irais se había acostado dándome la espalda, la línea que se dibuja en la mitad de esta me da una impresión sexi con el lunar debajo del omóplato derecho. Miro al piso y veo las blusas tiradas en el al igual que el resto de nuestra ropa; así que estiro la mano y cojo la primera que mis dedos logran alcanzar-a este punto no se que prenda es de cada una- me la coloco si abotonármela y doblo las rodillas hacia mi mientras hundió mocara en ellas por encima del sobrecama. No se cuanto tiempo pase perdida hasta que la atmosfera se empezó a poner cada vez mas oscura gradualmente, observo el reloj digital de mi escritorio, los números en rojo indicaban las nueve de la noche, Irais aun seguía dormitando. La luz de la luna entra por la ventana que aun tiene las cortinas sin correr, miro a Irais y con mi mano izquierda posándola sobre ella la agito un poco para que volviera en si.
Aun somnolienta ella se echo encima el edredón hasta taparse por completo.
-Ya es tarde, ¿no tienes que irte?, tu familia se preocupara por ti.
-Antes de venir para acá llame por mi celular y avise que me quedaría en los dormitorios. ¿Acaso te molesto?-respondió sin quitar su protección de encima suyo.
-No es eso.
-¿Entonces, que es?, acaso te sientes ahora mal por lo que pudiera pensar Natalia………creo que es un poco tarde para eso.
Me quedo en silencio. Al escuchar el nombre de ella me pasme hay que acababa de pensar lo que puede pasar si esto se supiera. Me levanto de la cama y prendo la lámpara que hay en el escritorio de Brenda, ya con la habitación iluminada, y camino descalza hasta el cuarto de baño donde al abrir la llave de agua caliente esta tarda en salir calentándose poco a poco, me saco la blusa y como estoy ya desnuda me meto a la ducha dejando nuevamente que el agua lave mis pecados como suelo al dejar hacerla todas las noches. Al terminar tomo la toalla y me seco el cuerpo, y recojo del piso la blusa que tire y me la coloco abrochándomela lentamente, al salir del baño Irais esta recargada acomodándose la blusa que sigo sin saber si corresponde a ella o no.
-Ven a la cama-me dice estirándome la mano.
Al parecer ella tiene una clase de magia que hace que obedezca a pesar de que estoy en contra de ello, así que camino a la cama y me meto debajo de la colcha y ella me abraza repagándome a su cuerpo, estando en medio de ella, esta acción me recordó la vez en que Natalia estaba así junto a mi a la sombra de un árbol .acaricio mi cabello lentamente, permanecimos en silencio un tiempo, la luz de la lámpara era cómoda , dejaba a las sombras jugar a donde su luminosidad no alcanzaba además de el ambiente de afuera, oscuro y solitario.
-¿Te arrepientes de lo que paso?
-¿Por qué me preguntas algo de lo que se no quieres escuchar la respuesta?, a menos que la quieras escuchar.
-No, no es nada de eso Mónica, y sabes bien que yo no me arrepiento, pero a pesar de que tu aparentes una templanza en tu exterior se que por dentro te estas sintiendo culpable, o ¿me equivoco? Ya que no la puedes olvidar. Pensé en dejarte cuando dijiste su nombre.
-¿Y porque no lo hiciste?-pregunte ásperamente.
-¿Por qué?, yo también quisiera saberlo, sabes que te quiero y a mi no me importaría esperarte como tu lo haces con esa chica, se que no me puedo compara con ella ya que somos totalmente distintas.
-Eso no tiene nada que ver Irais, y lo sabes, simplemente no puedo sentir algo por ti que no sea lo que acaba de pasar.
-¿y entonces que es lo que sientes por mi?, ¡respóndeme!, no puedes negarlo, `pero tampoco puedes admitirlo, ¿verdad?
-…..Me la recuerdas……me recuerdas a ella.
- ¿A Natalia?
-No, a “ella”. Tu olor, tus labios, su forma de tocarme, besarme y acariciarme el cabello como lo hacías hace unos momentos, la forma en como me miras……. ¡todo!, ¡todo lo que haces me la recuerda!, hasta la cierta frialdad que hay en tus manos me la recuerda; es cierto que trate de colocar en mi pensamiento a Natalia, sin embargo lo único que hallaba al final era esa similitud entre tu y Rebeca.
Después de haber dicho esto, ella me pego mas a ella dándome un beso en la mejilla.
-No podrás liberarte de ese recuerdo si no lo intentas Mónica, debes hacerlo por tu bien.
-Si, pero es tan difícil mirar al pasado sin salir lastimada.
-Para eso estoy aquí con Brenda para ayudarte. Así que durmamos, mañana me voy temprano, ojala no te moleste duerma aquí contigo.
-No para nada.
Y así me levanto separándome de ella apagando la lámpara para dejar que la luz de la luna de esa noche se volviera a filtrar por la ventana, ella detrás de mi me abraza y el calor de su respiración, cuerpo se mezcla al mío, sin embargo detrás de este cariñoso gesto siento la herida abierta que han dejado mis palabras anteriores respecto del recuerdo de esa persona, la mirada de Irais se clava detrás de mi cuello y es muy perceptible, así que finjo estar dormida, pero al pasar de las horas me siento acechada acerca de los ojos verdes que aunque tienen cerrados los parpados están mirando fijamente con cierta melancolía.
Al día siguiente siento el movimiento del cuerpo que se quedo abrazado am i durante toda la noche, el cerrar de la puerta del baño me despierta súbitamente mientras me encuentro algo somnolienta, la luz del sol ingresa por la ventana corrigiendo la aurora en algunos lugares por la cortina, miro al reloj y la hora que marca con su parpadear de dígitos rojos, las nueve treinta de la mañana , el sonido de la regadera empieza a escucharse y la temperatura se incrementa lentamente ya que el vapor del cuarto de baño se cuela por la separación entre la puerta y el piso.
Me levanto a abrir la ventana y la brisa matutina me da en la cara. Las hojas del árbol que esa cerca de mi ventana esta casi desnudo, ya que a medida que el otoño avanza, las hojas de su follaje caen al suelo tornándose en un color marrón. Estiro mis brazos y el tronido de mis huesos hace que descanse después de estar toda la noche en esa posición recostada al lado de Irais. En si, no tenia el valor suficiente como para afrontarla y darme la vuelta como si no hubiera dicho nada. Vuelvo a mirar el reloj, exactamente a las diez de la mañana vendrán a recogerme para llevarme a mi casa, en donde como siempre no habrá nadie excepto el personal de la servidumbre y el jardinero al que siempre saludo amablemente ya que coloco rosas rojas recién cortadas en el jarrón de mi habitación para adornar la soledad de esta.
Distiendo la cama –lo que se puede distender de ella- para rehacerla de nuevo.
La puerta del baño se abre de pronto y deja salir la figura vestida del uniforme- la primera impresión que tengo es la blusa blanca de ella, al parecer si pertenecía a ella y la que yo tengo a mi, así que ya no había cierta confusión- sale arreglándose el cuello de la blusa para después colocarse en el cuello aquel largo pañuelo que anudamos a nuestro cuello considerándolo corbata.
-¡Buenos días dormilona!, ¿Cómo dormiste?
-Bien.
-Estas muy seria, ¿no lo crees?
-No, me voy a bañar, así que olvídalo.
Me dirijo al ropero de donde saco las prendas que me pondré ese día. Unos jean ajustados de color negro, unas zapatillas rojas y una playera blanca, algo simple. Después de bañarme y de vestirme dentro, salgo e Irais esta esperándome sentada en la cama de Brenda, adorno mi cabello con una diadema rosa y me maquillo algo apresurada ya que pronto vendrán por mí. Ella esta en silencio y desde el espejo que esta al lado de ropero puedo ver las muecas que hace mirando por todas partes.
Al terminar de vestirme y de decorar mi cara con cosméticos, tomo mi cartera escolar con los libros de texto y cuadernos para realizar los deberes-que no estarán terminados si no hasta que llegue a la escuela el lunes por la mañana- y salgo con Irais de la habitación. La prisa no era por que quisiera llegar a mi casa, si no porque si alguien viera que Irais esta en el dormitorio y con su uniforme, los rumores acerca de que paso algo estarían corriendo, sin embargo no había contemplado que en el piso había alguien que sabe mis secretos.
Cuando salimos, la puerta cercana del lado derecho se abre y deja salir a esa persona, con su blusa amarilla y un pantalón de vestir negro y zapatillas de igual color sujetando un bolso. Judith nos estaba viendo parada desde su puerta.
Lo mejor era ignorarla, pero no podía negarlo en estos momentos, no se que cosas pasaron por su mente al vernos salir de mi habitación, con el cabello algo húmedo que señalaba que nos habíamos duchado.
-¡Buenos días!, ¿pasaste la noche aquí Irais?-dijo dirigiéndose a ella-sabes que eso esta prohibido, pero supongo que por tratarse de ti Mónica te dio un trato especial.
-es algo que no te importa Judith-conteste poniéndome a la defensiva.
-¡Ah!, miren la hora-observo su mano izquierda donde tenia su reloj- tengo que irme, y no, no me importa, en eso tienes razón Mónica, así que nos vemos el lunes.
Y se fue caminado para desaparecer por las escaleras que no fue por mucho ya que la veníamos siguiendo de cerca por algunos pasos. Finalmente al llegar a la planta baja se detuvo cerca de la puerta como esperando a alguien.
-¿A quien esperas?-pregunto Irais mientras nos acercamos a la salida.
-A alguien, mira ahí viene.
Y volviendo mi mirada, bajando por los peldaños de la escalera, arropada por un vestido de una pieza que le llegaba hasta las rodillas, de color verde limón algo entallado de la cintura dejando ver su escote discreto, con el cabello sujeto de su terminación por un listón azul, vi como la figura de Natalia se dirigía a Judith que tenia en su cara esa expresión de victoria que me irritaba.

Texto agregado el 11-02-2010, y leído por 85 visitantes. (0 votos)


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