Tanto transitar junta a ella, uno se acostumbra, sabe que su compañía angustia, hace preguntas que molestan, preguntas que uno prefiere evitar, tampoco a ella le interesan las respuestas, solo busca molestar. Y como ella es persistente no se sencilla de evitar, puede seguirlo a uno en reuniones de amigos, en las cenas, incluso dependiendo de su persistencia en los sueños, sin dejarlo descansar.

Nos muestra lo frágiles que podemos ser, más allá de lo que las apariencias, las paredes que uno intenten levantar, ella siempre tiene alguna llave para entrar. Ella también es muy celosa, nos quiere para ella sola. Si llega por un tiempo, nos organiza todo a su gusto, se nos lleva todo, quedando el vacío. Así ella se convierte en todo en el momento que no te queda nada. Tal vez tantos tratan de ignorarla por esta ratería, tal vez para evitar las incomodidades de ese vacío. Ella como buena guía te obliga dar cuenta que todo es pasajero, que todo llega para irse, tal vez muchos le tengan miedo por la posibilidad de no recuperar sus cosas, o solo a las situaciones incomodas que genera, pero es seguido ver como muchos tratan de no dirigirle la palabra. Hay que saber que si uno se porta bien con ella, no cabe duda que las cosas volverán, y tal vez con algún agregado. Tampoco hay que dejar de reconocer que cuando uno la sabe llevar es muy generosa.

Uno piensa como hacer para dejarla atrás, muchos se la han cruzado y se las han ingeniado por una cosa o por otra para evitarla. Están quienes buscan otras compañías a espaldas de ella, como si ella desapareciera, es común ver cómo están los que llenan las agenda para no tener que tratarla, para que no tenga un hueco para toque nuestra puerta. Algunos así evitan sus preguntas y las dudas que genera, pero nunca se puede dejar de tenerla sobre la nuca. Su constancia es admirable, y siempre está al tanto de nuestros ratos libres para aparecerse, tan obsesiva e inteligente que es difícil engañarla.

Yo me tiento a seguir esos caminos, pero no son lo mío, tal vez por no saber cómo hacerlo o por terquedad, siempre término enfrentándola, tratando de darle respuestas, las mayorías de las veces no pudiendo, pero teniendo en claro que las respuestas no son para ella, a ella no le importan, son exclusivamente para uno. Tampoco siendo obediente te permite descansar de su presencia. Obstinada como pocas, sabe cómo hacer daño cuando quiere.

Pero tenerla cerca y llegar a conocerla es un privilegio. Es pocos poder tener el tiempo para prestarle atención a los ruidos que genera, los problemas que te plantea. Puede ser molesto, irritante, pero vale la pena prestarle atención, darle su lugar, su tiempo, aprender a convivir con ella, aunque no sea sencillo. Uno no siempre la elige a ella, pero ella siempre va a estar. Ella siempre despierta, sin descanso, provocando, midiendo nuestros límites, hasta donde podemos llegar. También hay que tener cuidado con ella, porque puede ser muy positivo encontrarse con ella, pero muy dañina quedarse solo con su compañía durante mucho tiempo.

No hay que olvidar que ella es moderna, no se queda atrás, es hija de esta sociedad, tal vez en otros tiempos no hubiera sido tan efectiva, tal vez los tiempos que corrían eran distintos y ella no hubiera sido ninguna estrellita, hoy en esta sociedad invidualista y egoísta, ella tiene mucho para aportar.