Yo nunca he fumado ni cigarro ni nada parecido, sin embargo vivo en un cenicero.
Vivo en cenizas, cenizas de lo que fue y lo que es, cenizas de lo que iba a ser y cenizas de lo que no iba a ser y fue de todos modos.
Vivo en un cenicero de verdades y mentiras, vivo con una mano que me apaga cigarros incandescentes en mi cabeza.
Me ha tocado también recibir cigarros rotos, cigarros a medio fumar y cigarros que han sidos desgarrados en una conversación aburrida.
Vivo ahí mismo, entre conversaciones olvidadas de sobremesa, un café casual o un trago con amigos a quienes se les ha olvidado la voz y la cara.
Vivo dejado sobre la mesa cuando todos se van a hacer sus vidas, vivo solido e indiferente, vivo como me ha tocado vivir. Y entre cigarros desesperanzados y tardes solitarias logre vivir mi vida.
Eso si, aun no logro aprender a mirar al futuro en vez de buscar entre cenizas cada día en mi mente.
En mi cenicero.