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INTRODUCCIÓN:

Heredar una casa y una gran fortuna ¿es algo malo?... Si heredas de una forma natural y por generaciones se cree que no. Si heredas de la forma en que lo ha hecho Francisco Drummer creo que cualquiera diría: ¡Este tipo está loco!..Pero… ¿es cierto? De lo contrario este hombre era el mas lúcido de la ciudad, y si el mundo se pondría a pensar lo que hizo te darías cuenta que el único loco sería el que pensaba distinto a él.
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CAPÍTULO 1

“Un hombre inteligente”


Una tarde de invierno, cuando el sol muy débil lucía por detrás del cortinado, Francisco Drummer hombre de unos 50 años semicalvo, leía su diario, política como siempre, era el único individuo del barrio que siempre compraba diferentes diarios políticos con el fin de sacar una conclusión con su misma mente, recompilando información y juntarla dentro de su cabeza, haciendo entonces, como un nuevo partido político por así decirlo. El era así, le agradaba pensar y sacar conclusiones que no tendría que cambiar de ningún modo, porque obviamente eran suyas. Francisco siempre fue un hombre muy inteligente, era un tanto sociable con las personas de a su alrededor, pero nunca hablaba con sus vecinos, amigos, o familia acerca de política, porque jamás podrían llegar a un acuerdo igualitario. Es por eso que la gente no habla de muchas cosas importantes con él.

Francisco se levanta de su sillón favorito, su madre se lo había traído de España, aquel lugar de donde era toda su familia, y por motivos de la vida no pudo estar con ellos, aquel objeto le hacia sentir como que su grupo familiar estaba a su lado y recordaba cuando se pasaban horas y horas sentados en ese hermoso sillón de cuero escuchando música y bebiendo agua ardiente española.
Deja su diario sobre la mesa lustrosa de la cocina, y caminando hacia la puerta, observa por una ventana y se da cuenta que el día estaba muy lluvioso por este motivo que no podría salir a caminar hoy.
Triste y sin nada que hacer se dedica a mirar televisión,
-¡Que porquería de programación! – se decía mientras observaba que solo había canales de cocina, artesanías y otras cosas que el siempre odiaba.
Se acuesta en su cama.
-¡Que mal humor tengo hoy!-
Y se duerme…
Al despertar, se da cuenta que se durmió dejando la televisión encendida, aquel artefacto mostraba el tiempo del día después, A Francisco se le iluminó el rostro cuando se dio cuenta que mañana habría buen tiempo y podría salir a caminar

CAPÍTULO 2

“Un gran encuentro”

Al otro día Francisco decidió salir a la calle a dar un paseo, ya que el tiempo estaba bárbaro, y nadie podía evitar salir a caminar sobre las veredas soleadas y cubiertas de flores de colores, diferentes aromas se olían en cada una de las calles y era verdaderamente fascinante observar como la gente se veía muy feliz.
Francisco se acordó que era un maravilloso momento para realizar su favorita recorrida por la calle “las rosas”, le encantaba, se sentía en el paraíso, rosas y rosas por todos lados y el caminaba feliz y contento sintiendo y disfrutando el delicioso aroma de cada una de aquellas hermosas flores.
En unos momentos se dio cuenta que en aquella calle no se encontraba solo, había alguien mas, el perfume de las flores se mezcló con otro mas dulce, de vainilla, y de pronto la sombra de una silueta femenina apareció a su izquierda hasta que finalmente, una mujer hermosa se encontraba a su lado, era morocha, blanca como la nieve, ojos azules y azules como estaba el cielo.
Francisco creía estar en un hermoso sueño, una calle perfecta, junto a la mujer perfecta, era el sueño de toda su vida, jamás podría desaprovechar esta oportunidad y continuó a su lado.
-¡Que bello está el día! ¿No cree?- Le dijo a la mujer un poco nervioso con el objetivo de entablar una conversación.
Ella ni siquiera lo miraba, parecía estar concentrada en otra cosa y no contestó.
Francisco se sintió triste al darse cuenta de que la señora bonita lo ignoraba, era lo que mas odiaba de una persona, cuando lo ignoraba, sentía que era un idiota que no decía mas que idioteces.
Pero no dio marcha atrás, esa mujer había pegado muy fuerte en su corazón, pensó que si no hacia algo no iba a perdonárselo en toda su vida.
Entonces volvió a hablar:
-¡Que bello está el día! ¡Tan bello como usted!- Feliz de que al menos se animó a decir un pequeño piropo, esperó una respuesta, pero nuevamente, no la hubo.
Finalmente no sintió más que decepción pero no se iba a dar por vencido, era un hombre muy fuerte y pensó que tal vez a aquella mujer no le agradaban los piropos entonces dijo, con tono de resignación (aunque disimuladamente):
-Usted no quiere mis piropos, no soporta mis frases, entonces me iré y nunca mas va a conocer a alguien como yo, adiós!-
Cuando la mujer se dio cuenta de que el hombre se encontraba un tanto enojado le comentó con un tono muy delicado:
-Disculpe señor ¿le sucede algo? Si me hablaba a mí no pude escucharlo, mi padre se encuentra muy enfermo, estoy muy triste por ello y no dejo de pensar en más nada que en el poco tiempo de vida que le queda.
Francisco al escuchar esas palabras sintió compasión por la pobre mujer, le pidió él disculpas por hablarle de aquel modo, y le ofreció solidaridad en todo momento que ella necesitara.
-¿Cómo es su nombre señorita?- le pregunto a la hermosa mujer.
-María, María Rotten, un gusto señor, gracias-Respondió amablemente
-Un gusto María. Mi nombre es Francisco y vivo a solo una cuadra de aquí en la casa azul- Le dijo a María señalando con su índice su casa.
Ella volvió a agradecerle y prometió que cuando esté más tranquila, iba a pasar por allí a visitarlo. Francisco obviamente aceptó sonriendo.
Feliz y contento no dejaba de pensar en Maria, su tímida sonrisa, sus hermosos ojos, su pelo, su rostro, su perfume a vainilla. Esa mujer era toda bella y Francisco se sentía la persona con más coraje del mundo por no haberse echado atrás en ningún momento cuando la conoció.
Había cambiado mucho después del día del encuentro , se imaginaba un futuro con aquella mujer, ya no leía tantos diarios políticos, compraba revistas, y sólo miraba secciones de poemas, poesías, Encendía su televisión y contemplaba los programas que antes mas odiaba, manualidades, cocina, belleza,. Esa mujer había cambiado su vida.
Y se preguntaba cuándo la volvería a ver…

CAPÍTULO 3

“El hombre que si puede ayudar”

Pasaron dos meses, y Maria jamás volvió a aparecer. Francisco no dejó de pensar que eso nunca pasaría, aunque triste se encontraba al darse cuenta de que tal vez conoció a otro hombre y se olvidó de él.
Entonces decidió que probablemente echando un vistazo hacia la calle “las rosas” iba a volverla a ver.
Caminó por el sendero cubierto de rosales, hasta que le pareció ver una señora, una señora igual a Maria,… era ella… si ella… y estaba abrazada a un hombre masomenos mayor. Pero que podría llegar a ser su pareja.
Francisco triste por completo, no podía creer lo que veía. Tampoco podría hacer otra cosa más que olvidarse de Maria para siempre, y concluir con su vida como antes.
Dejó de ver televisión y volvió a comprar demasiadas cantidades de diarios políticos. Pero… las cosas ya no eran como antes, por más de que intentara olvidar a Maria, de que debía hacerlo, no podía, no dejaba de pensar en ella, aquella mujer era el amor de sus sueños.
Pero… ¿Qué podría hacer?
Pensaba que tal vez iba a hacerle un mal saber que jamás la iba a tener.
De pronto un sonido interrumpió sus pensamientos… era el timbre de la casa, alguien venía. Al abrir la puerta, se sorprendió al ver que era ella, su Maria, y con todo el orgullo de volverla a ver aunque sin olvidarse de lo que vio la saludó.
Maria respondió aquel saludo pero triste y melancólico.
Francisco se asombró de la actitud de la mujer y le preguntó que le sucedía. Ella dijo casi llorando:
-Mi padre… él... Ha muerto.
Francisco a pesar de que sintió pena estuvo a punto de abrazarla, hasta que recordó la escena de ésta junto a aquel hombre con el cual estaba. Y sin ningún propósito gritó:
-¡Lo siento, no creo poder ayudarte! Me parece que tú ya sabes quien puede hacerlo.
Y sin mas nada que decir cerró la puerta de su casa y se acostó en su cama llorando.
María no entendía que quiso decir con eso y recordó que hacía unos días salió con su amigo, lo único que supuso era que Francisco vio cuando estaba con él y sin irse de la casa de éste, volvió a tocar el timbre, pero nadie atendió, así que Maria que finalmente entendió lo que pasaba gritó para el interior de la casa de Francisco desde la ventana, con el fin de que aquel escuche y dijo:
- ¡Entendí todo! ¡Te has confundido con mi mejor amigo Alberto!, él es así cariñoso conmigo, estamos siempre juntos y estuvo conmigo el día que falleció mi padre, es solo… solo un amigo, ¡nada más!
Al oír esas palabras, Francisco se levantó de su cama, secó sus lágrimas, abrió la puerta de calle y recibió a Maria sin antes disculparse por la actitud que tubo hacia ella, acto seguido dijo:
- Le creo.
María abrazó fuertemente a Francisco diciendo:
- Gracias por entender, te necesito.
El hombre se quedo petrificado con aquellas palabras y respondió:
-Yo también, la aprecio mucho Maria.
Francisco hizo pasar a la mujer y le preparó un té, le contó de su vida, que era fanático de “su política” y no toleraba quedarse con sólo una opinión ajena, necesitaba más y más información con el objetivo de recopilar una idea única. También le contó que había decidido cambiar por ella observando aquellos horribles programas por lo que ella respondió con una agradable sonrisa:
-Siempre sé quien eres, nunca cambies por nadie, porque así eres tú y así me gustas.-
Y ella también contó sobre su vida: Era una señora sola, trabajaba todos los días en una oficina, he ahí donde conoció a su mejor amigo Alberto, que fue el único que estuvo con ella en los momentos más difíciles de su vida, por eso lo quería tanto.
Pero siempre tuvo la necesidad de encontrar el amor.
Hasta que después de unos meses, Francisco y Maria se dieron cuenta que estaban enamorados, eran el uno para el otro y su amor era lo más fuerte, que ni la muerte podía romper.

CAPÍTULO 4:

“Un extraño”

Pasaron 5 años, Maria y Francisco se casaron y fueron muy felices. La mujer había heredado la casa do donde vivían y una suma de dinero elevada que tenían reservado del padre de esta cuando aquel murió.
Todas las tardes salían a pasear por “las rosas” a recordar viejos tiempos: su amor a primera vista, la frase célebre de Francisco:- ¡Que bello día!- cada vez que lo recordaban, se reían a carcajadas, eran muy felices juntos pero…
Una noche… aquella llamada cambió la vida de ambos por completo:
María y Francisco llegaban de beber su café de todos los días en “la taberna del café”, muy contentos ingresan a la casa y Francisco camina hacia el toilet con el fin de tomarse un baño caliente, mientras Maria se acomoda en su sillón de mimbre a descansar.
De repente suena el teléfono, Maria se levanta de aquel agradable asiento y se dirige hacia el aparato que sonaba. Atiende:

Maria - HOLA
Voz - DILE LO QUE SIENTO MARIA, ESTO NO TERMINARÁ BIEN.
Maria - HOLA, ¿QUIÉN HABLA? NO LOGRO ENTENDER.
Voz - LO SABES BIEN, TIENES 5 DÍAS PARA DECIRLE
Maria - HOLA, HOLA, ¿QUIÉN ES?

Pero nadie respondió esta vez, al contrario, el teléfono se cortó.
Maria no sintió más que temor, y se preguntaba quién podría llegar a ser y se volvió a acomodar en su sillón, pensando… ¿Quién podría haber sido?

-¿Quién era?- pregunta Francisco desde el toilet.
-No lo sé, número equivocado- Respondió Maria aún no estando segura que podría llegar a ser un número desconocido. De lo contrario no quería de ningún modo asustar a su marido

Pasaron 3 días después de aquella llamada. Maria se encontraba rara, con miedo, no entendía lo que sucedía. Francisco menos.

-Querida… Hace 3 días que te noto mal, no duermes bien, puedes decirme ¿Qué sucede?- le pregunta Francisco un tanto furioso al darse cuenta de que su esposa algo escondía y no quería contarle.
-Nada, simplemente, recuerdo a mi padre y me pone mal el solo echo de saber que ya no está mas conmigo.-
-Ah querida...- vuelve a hablar su marido- quédate tranquila que todo estará bien, siempre voy a estar contigo, siempre

Maria abraza fuertemente a Francisco y le susurra al oído:
-Yo también, y si algo pasa, todo mi dinero es tuyo, lo sabes, mi casa, todo para ti
-¿Qué dices mujer? ¿Qué estas insinuando, que algo va a sucederte?
-No lo sé, pero si eso pasara todo lo mío, es para ti…

CAPÍTULO 5:

“Un día en el trabajo”

El cuarto día después de aquel llamado, Maria estaba nerviosa. Pero no tanto. Sabia que si aunque algo le pasara, sus tesoros mas preciados iban a estar en buenas manos, Francisco iba a cuidarlos mejor que nadie.
Maria se viste, saluda a su marido y camina hacia su trabajo, aquella oficina a la cual asistía todos los días. Se encontró entonces con Alberto, su mejor amigo, lo abrazó y le dijo:
-Gracias por todo amigo-
Alberto la miro extrañado, aunque respondió:
-Nos vemos pronto-
Maria al escuchar aquellas palabras un tanto amenazantes se volvió:
-Espera… ¿Qué quieres decir con eso?
-Nada, nada- responde él- ¿Puedo hablar contigo?-.
-Si, claro…-
-Emm… - Alberto comienza- dime qué te gusta de tu marido-
-¿Qué estás insinuando Alberto?- Maria enojada tuvo una sensación de sorpresa y terror al mismo tiempo-
-Mmm… Nada… simplemente, no creo que él sea el hombre indicado para dejarle la herencia de tu padre tan querido, solo eso, lo único que el quiere es apoderarse de tu fortuna y formar su propio partido político, ¡Abre los ojos mujer!, el quiere irse a vivir a otro país siento rico, poderoso y corrupto.

Maria no entendía nada y pensó que Alberto le estaba haciendo una burla, pero su amigo sólo la miraba seriamente. Tampoco entendía como aquel se había dado cuenta de que Francisco iba a recibir su fortuna y lo único que agrego fue:
-¿De qué diablos estás hablando? ¿Pretendes que mi fortuna va a ser tuya cuando yo no esté? O ¿Piensas que mi marido es un maldito mafioso?-

Maria sabia que su marido nunca haría algo así y no quería escuchar más a su amigo, entonces salio de la oficina sin antes renunciar a su trabajo para siempre.

CAPÍTULO 6:

“Una visita”

Un día después a la renuncia, sin nada que hacer por que ya no trabajaba, Maria decide ir a un escribano con Francisco para redactar su testamento.
Pero algo no andaba bien desde el principio, el auto de Drummer no arrancaba de ningún modo alguno, la cocina de la casa no encendía, la heladera no funcionaba, no era un buen día, mucho menos cuando al abrir la puerta de calle, encontraron escrito con aerosol el número 5, i era reciente porque la pintura aún estaba fresca.
Francisco no entendía:
-¡Pequeños malcriados!-
Y llamaron un taxi.
Maria si sabia lo que pasaba, había llegado el día 5, el día que cualquier cosa podría suceder.
Al llegar a la escribanía firmaron los papeles de la herencia de la fortuna y volvieron a su casa.
La puerta de calle estaba abierta:
-¡Que curioso!- dijo Francisco.- Me había asegurado de que había cerrado esta puerta antes de salir.
No le dio importancia.
En cambio Maria si, no podía ser todo tan casual...
Entraron a la casa, cerraron la puerta y se sentaron en su sillon.
-Te amo.-Dijo Francisco a su esposa
-Yo también.-
-Nunca voy a dejarte….

Al terminar con aquellas palabras, un extraño golpe se escucho en la casa.
Y de repente. Un hombre. El mismo que vio Francisco en “las rosas”:
El mejor amigo de Maria. Aquel tenía una navaja en sus manos y sonriendo dijo:
-Llegó el fin, Maria, ¡Estás muerta! Siempre supiste que yo te amé y nunca le dijiste nada a tu marido, era yo el de las llamadas, el de la puerta, la cocina y los demás artefactos, obviamente incluyendo el auto, era para darte oportunidades de poder decirle a tu marido y nunca llegar a esto. Jamás quisiste darte cuenta y hasta aquí llegué.-

Francisco no entendía lo que pasaba, se encontraba perdido. Pero nunca le creería a un extraño.
Así que corrió hacia donde Alberto estaba y lo empujó. Pero aquel no iba a quedarse atrás y con su navaja lastimó el cuello de Francisco dejándolo muy débil.
Francisco no podía moverse, estaba casi inhabilitado, pero aún así empujo nuevamente a su enemigo dejándolo caer al piso, fue en ese momento donde se le cayó su navaja.
Cuando Maria la recogió del suelo y gritando muy fuerte dijo:
-Basta hasta aquí llegó esto, si ahora muero, moriré en paz, porque me mataré dicientote Francisco, que Alberto siempre me amó, pero yo jamás lo amé, aquel pensamiento siempre estuvo en mi cabeza, nunca te lo dije, por el miedo a perderte, con el miedo de que pienses que a mí me gustaba Alberto, soy una basura, no merezco vivir… no confié nunca en ti… pensé que me dejarías.
Francisco tan débil como se encontraba, corrió hacia ella que estuvo a punto de clavarse la navaja en su cuerpo, pero por suerte llegó a tiempo y se la quitó de sus manos, diciéndole que lo que hizo fue un error, que todo se podía solucionar.
La navaja, calló al piso, por fin.
Pero Alberto no se dio por vencido y gritó que ya era tarde, no habría vuelta atrás. Y llegó hacia su filosa navaja nuevamente. Pero Francisco no tubo tiempo esta vez y el objeto fue clavado en el cuello de Maria, traspasándolo.
La mujer calló al suelo con los ojos abiertos, no volvió a respirar, aunque su corazón seguía latiendo como la primera vez que vio a Francisco en aquella calle…
El corazón latía como se prometió, aunque no respirase y no tenga vida, ni la muerte podría romper ese amor…
Francisco abrazó el cuerpo de su mujer que ya estaba frío y maldijo a Alberto que estuvo a punto de escaparse sin antes decir:
-La policía te culpará de asesino ya que creerán que tú mataste a tu esposa, no se que inventaras ahora.
Tus vecinos creen que estás loco, jamás sospecharán de mí, hable en contra tuyo, no tienes escapatoria, eres el asesino, no tienes futuro, todos creerán que tu mataste a tu esposa para heredar la fortuna de su padre. Estas muerto Francisco! Adiós

Y huyó.

CAPÍTULO 7:

“Amar hasta el fin”

Francisco sabía bien que las palabras de Alberto no eran ciertas, que la gente iba a creer en el y la policía también, que no le importaba vivir si no tenía a su esposa, sus vecinos sabían bien que él no era nada sin ella, la amaba, y jamás le importo heredar una fortuna, el estaba feliz de cómo era ella, no de su dinero, así que lo único que podía hacer:
Llamó a la ambulancia para que lo atendieran después de lo que había pasado.
Luego tuvo una idea:
Sin su esposa no era nada, no podía estar sin ella, era el único motivo que a el lo hacía vivir.
Los rumores de sus vecinos sobre la muerte de Maria eran infinitos y era impresionante escuchar las tonterías que la gente decía.
Francisco juntó todos sus ahorros y la herencia del padre de su esposa y compró un cajón de oro: La parte superior de este estaba cubierta de vidrio, supo que su esposa tendría que estar allí, y a su lado, para siempre…
El corazón de ella ya no latía, pero el tiempo que latió sin respiración alguna le hizo saber a Francisco que Maria era el amor de su vida…
La gente del barrio no podía creer lo que hizo Francisco, el hecho de usar toda su fortuna en un cajón para su esposa…
Al pensarlo y darse cuenta que en dos horas la policía vendría a su casa para llevárselo a prisión por los diferentes rumores, los vecinos decidieron llamar a ésta y le advirtieron y aseguraron que Francisco jamás era capaz de matar al amor de su vida.
Francisco habló con sus vecinos y se dio cuenta que era la primera vez en su vida que la gente creía en el y tenían una opinión igualitaria.
La policía creyó a los vecinos como testimonio y estos se dieron cuenta que había una sola persona que debía estar presa: esa persona que les habló siempre en contra de Francisco… y las pruebas de la herida de este, fueron tambien por el asesino de Maria.
Francisco por fin estaba en paz, viviendo siempre al lado de su amada, como lo había prometido, no hacía más que contemplarla por horas y horas por eso se sentía feliz. Pero ahora tiene amigos; todos sus vecinos que están con el para siempre, compartiendo opiniones de todo tipo.
Francisco se dio cuenta que ya no hacía falta leer el diario para tener opiniones políticas, las de su familia y vecinos lo hacían ser el que siempre fue…
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Texto agregado el 07-04-2010, y leído por 56 visitantes. (1 voto)


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