El día cae y los últimos destellos naranja-carminaceos del sol, muestran las imponentes facciones de un día que agoniza, fasto y altivo… y mientras tanto, mientras el sol muere con la satisfacción perpetua de haber asolado estas tierras de sudor y sopor, en esta selva mordaz y despiadada va naciendo el producto bastardo e inocuo de esta relación.

Producto inoportuno y falaz de una relación que no termina de consumarse! por que ahora? Es la pregunta más oportuna en este momento. Al fin de cuentas, cuánto tiempo sin tocarte? sin acariciarte? Cuanto tiempo sin probarte? sin saborearte? cuanto tiempo sin probar esas mieles virginales que traen tus frutos más hermosos? Que será, un lustro sin estar contigo? y mirá! Mirá como te portaste! Mirá como queda! Mirá como el supuesto amor que nos tenemos lleva a crear esta aberración que va naciendo o quizá muriendo. Este esperpento no apto de llevar nombre, adefesio de la clase, vergüenza de la casta!

Cuanto decoro y cuanta gracia quisiera derrochar sobre este ente, cuanto quisiera poder cantarle y dedicarle los arreboles de esta tarde soberbia y descomunal o cantar las odas a la inmortalidad de este ser nacido para siempre, hacerlo el dios egregio destinado a acompañar a los mas altivos dioses griegos o mayas o vikingos en el Partenón de las deidades cósmicas e inolvidables.

Pero no, este momento paupérrimo y mordaz, lleno de febrilidad propia y de desazón ajena, nos va encerrando -o mejor- me va liberando en el colosal jardín del olvido, gentil mediocre, atrevido e ignorante que trata de hacerte el amor como mejor puede y que ensucia tu dulce cuerpo con las yemas bífidas de estas manos, llevo el barro que ensucia tus manantiales en mis manos y sin más, sin pesar, lo voy arrojando a tus fuentes con la soberbia de creer que te estoy endulzando, con la malicia de creer que te estoy enriqueciendo.

Si, huir! es lo que debo hacer! Si! Correr! Salir! Olvidar! Como hace cinco años, así mismo! Correr, sin pensar en las consecuencias, sin pensar en los dardos de desasosiego y tristeza que yo mismo me voy clavando sin ti! aquí te dejo, en medio de este paridero de bestias y mamarrachos. Yo me voy! aquí te quedas con este monstruo, olvídalo o bótalo o niégalo o confúndelo entre las vergüenzas que cada segundo ves parir! Yo me voy, pero esta vez, con la certeza y la desfachatez de acercarme a ti otro día! Preñarte de nuevo, la siguiente vez –espero- con mas destreza y más razón, quizá con la iluminación de las musas homéricas –si al caso existen- para tratar de crearte un hijo digno, un exponente enorme y distinguido entre todos tus hijos, para que cuando la única digna de juzgarme -mi mirada- cruce su ser, sepa entretenerse con su estética, endulzarse con la melodiosa voz de sus interiores, Gozar con el olor de sus más profundos lirios y pueda por ultimo desechar lo que ahora es... un engendro.