Sera el cielo nublado o la ciudad invadida de gris, lo que me hace pensar en ti otra vez.
Tal vez ya es algo memorable que en estas fechas busque en mis recuerdos del calor de tu cuerpo y la dulzura de tu mirada. Recuerdo… Pues mientras más escribo más se aleja ese pasado. Bah… no es como las historias de princesas ni príncipes. Pero lo mágico éramos nosotros, fácil te recuerdo porque fuiste la primera persona que me vio derramar lágrimas… aquel día fue extraño, recuerdo que ya eran más de las 9 de la noche, andaba meditando por las callecitas que nos vieron nacer y crecer, no sabía qué hacer, tu y yo ya andábamos, pero te consideraba una más de las tantas que tuve, no, mentira, ese tiempo ya te estaba llegando a querer, bueno andaba caminando pues no soportaba la tensión que se vivía en mi hogar por esas fechas, problemas familiares, y mi único consuelo era ver las estrellas, sentado en un café. Cuando de pronto me vino a la mente una persona, tu, me pregunte que estarás haciendo, aprovechando que estaba cerca de tu casa decidí ir a verte, adolecentes, tarde, verte y teniendo en cuenta la estúpida fama que me habían dado, tenía miedo a como reaccionarias, error, no me importaba en nada lo que pensaras, lo único que quería era verte, besarte e irme. Pues bien, me recibiste, te sorprendiste (espera me vino un pequeño recuerdo del futuro, para ese tiempo, donde me decías “no confundas un gusto con un querer” me demore 2 semanas en comprenderlo luego de separarnos pues pensé que tú en verdad me querías) y en la puerta de tu casa todo pero absolutamente todo perdió sentido, pues al verte bañada con los rayos lunares me confundiste aún más, lo único realmente importante para ese momento era decirte que eras lo más importante que me había pasado (recalco, “para ese entonces”) pero seamos realistas, soy varón, como todo varón inseguro y débil ante una mujer, y solo acote a decir necesito hablar contigo. Escuchaste todo lo que tenía que decirte, me desahogue verbalmente y agradezco ahora que hallas estado ese momento para mí (claro teniendo en cuenta que era juguete nuevo, pues a lo que llego acordar recién llevamos 2 semanas en fin) me abrazaste y me dijiste que todo se solucionaría, no fueron tus palabras sino el cómo lo dijiste que me tranquilizo, tu mirada era de preocupación, ¡¡te preocupabas por mí!! 2 semanas y ya TE PREOCUPABAS POR MI. (Esperen, que si creen que estoy siendo tonto y cursi. Acá viene lo mejor) recuerdo mil y un millón de veces ese momento y es el momento más lindo, que hubiera querido que dure toda la vida, abrazándonos los dos al pie de un poste de luz de foco naranja, en la noche absoluta, con gotas diminutas de lluvia, empecé a sollozar, al principio no lo notaste pues creías que eran las gotitas de lluvia, pero luego al escuchar mi voz entrecortada te diste cuenta. La mirada de preocupación de un rato, cambio a la mirada más tierna que alguien me había dado, milagro, ya no quería llorar, quería amarte toda una eternidad, besarte y llevarte al altar (pues si me veía casado contigo). Ese momento aún lo atesoro, pero… ¿sabes y saben cuál es la duda que aún tengo? Pues es el no saber si llegaste a quererme o no, igual tendré la eternidad para averiguarlo, creo que desde ese momento y para toda la vida me volví monógamo.