Oscuridad total, olfateo y sólo reconozco el olor a cartón y excrementos. Se abre el cielo, se hace de día y soy levantado hábilmente por la cola y lentamente aterrizo en un lugar nuevo.

En la pecera de una víbora a dieta, un cartel que pone "En rehabilitación". Una pobre luchando por dejar la dulce carne de pequeñas presas inocentes.
Con una casa llena de gatos mi mejor opción es confiar en la fuerza de voluntad de mi huésped. Dormida la veo respirar con ojos bien cerrados, de vez en cuando una lengua viperina se asoma como saboreando el aire. Claro que sabe que aquí estoy, siento pena por ella que lucha contra su instinto. Escalofríos que corren como locos por toda mi columna vertebral me invitan a pensar en una forma de resolver mi predicamento, una vía de escape.
Miro hacia fuera, miradas fijan contacto visual conmigo. Un montón de risas felinas trauman mi humor. Mi destino está escrito muy en el fondo de la cadena alimenticia, fui creado para ser alimento.