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Las Historias de Maira y Molina

Capítulo Primero: “Los aborígenes de la Selva Negra

Decían los locales que los “nenúfares victoria” eran los más grandes del mundo...Molina lo sabía bien, había visto muchos de ellos, incluso algunos que medían cinco metros de diámetro, aunque nadie le había creído. Bueno... “nadie de fuera”, porque en la Amazonia todo esto era de lo más natural... la Selva Negra donde los árboles le cerraban el paso al Sol, donde sus tupidas copas lo desafiaban a que las penetrara con osados rayos.

Con más de doscientos afluentes –tan sólo en Brasil- al Amazonas se le conoce como “Río Océano” o “Padre de ríos”.

Las aventuras de Maira y Molina, nuestros protagonistas, comienzan donde Perú limita con Ecuador, Colombia y Brasil, exactamente en el departamento de Loreto, cerca de Iquitos, donde vivían los Ticuna, uno de los grupos étnicos de la amazonía peruana.

Sus aldeas se ubicaban, exactamente, entre San Pablo por el lado peruano hasta Tefe por el lado brasileño. Era una sociedad de región interfluvial que convivía con ingenuidad y respeto con sus tradiciones, conviviendo y siendo parte de la naturaleza. Se organizaban en clanes diferenciados por nombres de animales terrestres, aves y vegetales. Había dentro de un mismo clan varias subdivisiones, pero a pesar de todo la convivencia era armónica y pacífica, aunque compartieran casas multifamiliares o “malocas” y que se casaran bajo una régimen de cruzas de primos bilaterales, un verdadero enredo para nosotros, pero para ellos era una bendición.

Antes de que ingresara la civilización con su carga de desperdicios, abusos y epidemias, los Ticunas, vivían de la pesca, de los pequeños huertos familiares y de la caza de pequeños animales. A pesar de resistirse fueron atrapados por los nuevos señores obligándolos a dejar sus aldeas para unirse como mano de obra barata en la recolección de caucho en Brasil y de la explotación de la madera en Perú. La mayoría de sus mujeres quedaron al interior de la selva, cuidando hijos y tratando de subsistir como fuera, las más osadas en compañía de los hombres que quedaban comercializaban pescado seco y salado, madera aserrada y curare.

Maira, era mestiza, descendiente de los Ticunas. Su madre vivía en uno de las malocas que poseían. El padre de Maira había sido un ex oficial de la SS que huyó a Sudamérica tras la caída del nazismo, un alcohólico a quién los fantasmas de los muertos y torturados le arrebataron la cordura. Conoció a la madre de Maira cierto día en que estando borracho se internó en la selva, caminando hasta quedar inconsciente. Ella lo encontró cubierto de excremento y orines, pero al ver su porte arbóreo y su cabellos dorados, quedó subyugada. Lo cuidó hasta que se recuperó de la borrachera, pero no de la cordura ...poseyó a la madre de Maira ...para él aquella mujer era Marlene, su esposa y mientras la fecundaba su mente se quebró como un cristal, dándose cuenta de que había poseído a una virgen núbil de extraña belleza y aterrado se fue dejando a la pobre muchacha, tendida y violada, en un suelo ensangrentado...en el suelo, un medallón dorado brillaba... Ella volvió a su aldea y recibió la ayuda de “las madres”, que la cuidaron y atendieron, y meses después, trajo un criatura al mundo, a la que puso de nombre Maira...

Molina, era descendiente de portugueses con sangre española por parte de bisabuela (decían que era andaluza, de Jaen) era el encargado de la única Agencia de Viajes de Pebas, un pequeño pueblo al oeste de Iquitos. A sus cuarenta años, moreno y esbelto –aunque con cierta inclinación a mirar al suelo continuamente- y de unas proporciones físicas admirables, era una de esas figuras-tipo que uno se encuentra como parte integrante de determinados paisajes turísticos: el típico explorador pretencioso y arrogante, con dominio de sí mismo, con vaqueros y sombrero de paja de ala rígida, canotier...Con esa plasticidad en la forma de hablar y rudo comportamiento...Bruto, sin duda...jamas ”falto de mollera”.

Lo mismo le daba convivir con humanos que con animales. Comía de todo y sabía reconocer, con solo echar un vistazo, los arroyos de los cuales se podía beber sin correr el riesgo de ser víctima del cólera. De los aborígenes, había aprendido el uso de las yerbas medicinales necesarias para salvar vidas en el caso de mordeduras de serpientes o de picaduras de insectos ponzoñosos. Vivía solo, porque consideraba que él mismo era su mejor compañía, satisfacía sus necesidades amatorias con aldeanas enamoradas de su porte y de sus ojos azules o con mujerzuelas que rondaban a los turistas a cambio de los preciados dólares. Hablaba con fluidez varios idiomas y lenguas de la Amazonía, pero sin duda su vida y su historia estaba ligada a los Ticunas,

Muchos años han de pasar para que el destino una a los protagonistas de esta historia, ella deberá dejar atrás a su pueblo y a sus tradiciones, y él tendrá ganar fama de gran aventurero y ambicioso expedicionario..

Maira con el tiempo se convirtió en una exótica muchacha, más inteligente que el promedio de las chicas de su aldea, aprendió a hablar español luego que sus tierras fueron invadidas por la mal llamada civilización, también conoció a Don Jacinto, un indígena excéntrico, instruido y “de medios”, que se la llevó a Iquitos, tras convencer a la madre y a los ancianos de sus intenciones...fue él quién le enseñó los misterios de las letras, el significado de la cosmovisión y la orientó a elegir su vocación...sería arqueóloga.

Don Jacinto la adoptó y pagó sus estudios, lo cual significaba viajes, alojamiento, materiales y manutención... La llevó a Londres, y allí se encargó de que la jovencita lograra alcanzar su meta... Ella correspondía con avidez no sólo por los estudios, en los que siempre sobresalía ... si no en todos los aspectos de la vida. Don Jacinto, hombre anciano y culto, descubría cada día cosas nuevas en esa chica amante de Vivaldi, Beethoven, Mozart, y Franz Schubert, que igualmente disfrutaba de Gioacchino Rossini como de Willibald Gluck...Entre sus libros destacaban sobre todo la literatura japonesa perteneciente al período kamakura-muromachi; aunque en realidad le gustaba leer todo lo que caía en sus manos...De su aficción por los deportes nadie en toda aquella rivera del támesis a su paso por el Tate Gallery era ajeno, pues tanto sus zapatillas gastadas de correr como sus melenas rojas y brillantes eran parte de tan soberbio paisaje...También le gustaba y practicaba la equitación, la danza y el remo, y asistía a todo tipo de eventos deportivos que se celebrasen, fueran amistades suyas o no...Era, en definitiva, un demonio de melena roja que aspiraba a la vida eterna...

Su temple era sereno y calmo sólo cuando su mecenas le hablaba de sus ancestros y de su tierra. De todo los tesoros culturales extraviados en lo profundo de la selva. Pero la ira la enceguecía cuando él le mencionaba a los miles de saqueadores de tumbas que habían violado los sagrados templos arrasando con objetos ceremoniales y cuerpos consagrados.

Maira se declaraba casi feliz, si no fuera porque el susurro de los árboles le transmitían melancolía, se sentía llamada, desde un punto muy lejano alguien le extendía los brazos y la llamaba por un nombre que no entendía pero que le sonaba cálido y tierno...”Paranatingal... “

Texto agregado el 09-07-2004, y leído por 627 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
10-07-2004 caray... que historia, me dejaron con las ganas de seguir...y creo que todos se quedaron asi. excelente ambientacion, muy buen escenario, personajes cautivadores. ahhh gracias por ambientarla en mi pais, ademas se me hace mas familiar por que conozco Iquitos y se lo bella y embrujadora que es. y aqui me quedo a esperar el siguiente capitulo. un abrazo de osa.besos a ambos lisinka
10-07-2004 Muy buena, nos habeis dejado con el jamón en los casí labios, digo la miel. Tiene muy buena pinta, mis felicitaciones. Un saludo estelar. SOL-O-LUNA
09-07-2004 El primer capítulo pinta a excelencia. Su lectura es fácil y amena, con ese disfrute de las letras que lo van llevando a uno hacia adelante sin reparar en tiempos y espacios. Si sigue como pinta, esperamos ya una novela de órdago. Sigo cuando venga el segundo. rodrigo
09-07-2004 El primer capítulo pinta a excelencia. Su lectura es fácil y amena, con ese disfrute de las letras que lo van llevando a uno hacia adelante sin reparar en tiempos y espacios. Si sigue como pinta, esperamos ya una novela de órdago. Sigo cuando venga el segundo. barrasus_rodrigo
09-07-2004 Bueno...bueno...excelente comienzo. Promete y mucho...yo quedo es suspenso. "¡Paranatingal", veremos que sucede con lo que hay detrás de este término. Felicitaciones, amigos. Una cascada de estrellas. Voy a vuestro libro. islero
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