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Imaginar es más importante que conocer. Pero, entonces, esto suscita la pregunta acerca de qué es el conocimiento, ¿qué es más real, la sombra o el objeto?
¿Esto somos nosotros, la imagen de nuestro cuerpo, nuestra forma corpórea, es nuestra o una creación desarrollada por nuestra mente al tratar crear una identidad, una mera representación de nosotros?
Aquella imagen reflejada en el cristal, ¿muestra cómo somos en realidad?, ¿o es una simple ilusión? Lo que sentimos, ¿en realidad lo sentimos o es una idea de dolor, de felicidad? ¿Siquiera es verosímil?
Noches sin luna averiguando, estudiando, leyendo los papiros de los maestros excelsos de tiempos de antaño, de aquella época fulminante, de esplendor cegador, que tiempo después fue consumida por la lobreguez más absoluta, y todo aquello se perdió, su cultura perdida, restos incipientes de tiempos otrora admirables.
Estuve mucho tiempo tratando descifrar aquellas palabras traducidas de aquella hermosa y bella lengua extraviada en los anales de la historia.
Textos difíciles de comprender, tanto que empecé a dudar absolutamente de todo. De mi forma, cuerpo, carácter, dolor, existencia; busqué maneras de comprobar aquellas cosas.
De mi forma: me miré en el espejo durante mucho tiempo, viendo mi movimiento, quedé medio convencido porque llegué a la conclusión de que algo pudo moverlo, alguna fuerza superior.
De mi cuerpo: medí cada extremidad de mi forma corpórea, lo mismo; 1.73 de altura, 84 kilos… y demás datos aparentemente convincentes, fue ahí que dudé y llegué a la conclusión de que los instrumentos pudieron haber sido mal desarrollados.
De mi carácter: le dije a varios amigos míos que los invitaba a jugar ajedrez a mi casa, vinieron, como soy mejor que ellos los derroté fácilmente, lo que causó que se encabritaran y dijeran diatribas para mi persona, resultado dudoso, no puedo determinarlo…
De mi dolor: busqué varias maneras de poder llegar a sentir dolor, la más fácil, llegué a la conclusión de que no me daría un resultado definitivo, por eso fui al ejemplo más "extremo", apreté mi dedo anular viendo cuánto soportaría, se reventó, sentí asombro al ver la sangre.
De mi existencia: acá en mi escritorio, tengo un revolver, cargado, me dispararé, si muero habré existido, aunque nunca sabré si en imaginación o en realidad…

Texto agregado el 28-11-2010, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


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