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Recuerdo muy bien como todo comenzó aquella mañana de abril: todo transcurría tal como de costumbre en mi pequeño pueblo; tal parecía que nada podría truncar los humildes sueños de los campesinos que ahí vivíamos.

Fue entonces cuando mis ojos contemplaron algo muy extraño, algo que jamás pensé que verían: a lo lejos, en el mercado, se alcanzaba a ver un gran alboroto provocado por una multitud iracunda que gritaba con gran fuerza un nombre.

No podía creer lo que sucedía… me buscaban a mí…

Por suerte, me encontraba en un oscuro callejón en el que pude pasar desapercibido, de no haberme encontrado ahí mi suerte habría sido diferente, ya que ante tal demostración de inusitada violencia me quede paralizado por algunos minutos.

No paso mucho tiempo para comprender que debía alejarme lo más posible de ese lugar. Muy apresurado tome mi bolso, el cual había dejado caer por la impresión, y me dirigí lo mas sigilosamente posible hacia mi pequeña choza.

Lo que ahí encontré fue aun mas extraño…

Al entrar, lo primero que observe fue una gran mancha de sangre que cubría casi toda una pared y parte del piso; grite desde la entrada preguntando quien se encontraba ahí, sentí miedo por lo que pudiese haber pasado a mi madre y a mi pequeña hermana.

Con miedo, avance hasta un cuarto donde tenía todas mis pertenencias, pero al pasar por la cocina contemplé una desgarradora imagen…

Todo se encontraba desordenado, los pocos trastos que ahí había se encontraban por todas partes. Sobre la mesa, se encontraba mi pequeña hermana de tan solo 7 años completamente mutilada…

Caí de rodillas al suelo y permanecí llorando por un par de minutos.

Luego entendí que tenia que alejarme lo más pronto posible… podrían venir a buscarme.

Con la mente confusa por todo lo ocurrido, tome lo que pude de mis pertenencias mas importantes y me aleje del pueblo refugiándome en unas cuevas que se encontraban no muy lejos de ahí.

Pasaron un par de días antes de que pudiera pensar con claridad. Decidí que lo mejor seria buscar lo que origino toda esta tragedia y averiguar porque la gente me perseguía.

Obviamente no podía regresar a mi pueblo natal, por lo que supuse que seria mejor enterarme de todo desde afuera.

Viaje hasta Maurinea, un pequeño poblado que estaba a escasos 15 kilómetros de Bersinge. Trate de mezclarme entre la gente sin que nadie pudiese sospechar de mi.

Quede sorprendido, y casi sin habla cuando a los pocos días de haber estado ahí me pude enterar por los mismos habitantes de ese pueblo, de que todo había comenzado cuando asesine a mi propia hermana.

Mi mente aun mas confundida que antes no podía recordar, ni concebir, el hecho de que yo mismo hubiese asesinado a mi propia hermana, y en mi propia casa…

Todo esto me impacto de tal manera, que una vez mas decidí alejarme de todo ser vivo refugiándome en los alejados bosques.

Durante mucho tiempo permanecí alejado de todo aquel que pudiera señalarme como el asesino de la pequeña niña; comencé a descuidar mi apariencia, la barba comenzó a aparecer inevitablemente.

El peso del tiempo también se notaba en mi blanco y débil cabello, mis cansadas piernas ya no soportaban las largas caminatas que tenia que hacer, día con día, para conseguir alimento y buscar refugio.

Quizás habían pasado 15 o 20 años desde aquel extraño incidente, cuando en un pueblo al que llegue para robar un poco de alimento, conocí a un extraño hombre…

Mientras deambulaba por el mercado, con la intención de sorprender a algún descuidado comerciante, de la nada, el misterioso personaje se cruzo en mi camino y me dijo que él podía ayudarme.

Extrañado, y hasta algo ingenuo, le dije que talvez me había confundido con alguien. El extraño hombre insistió en que lo acompañara a su pequeña choza que no quedaba muy lejos del lugar.

No muy seguro de lo que hacia, decidí acompañarlo con la vaga idea de sacar algo de provecho de la situación, ya que tenia dos días sin comer y quizás así podría conseguir un poco de alimento.

Una vez en el lugar, pedí al sujeto algo de comida, explicándole que estaba hambriento, ya que tenía dos días sin comer.

Me dio toda la comida que pude comer; permaneció en completo silencio y mirándome fijamente mientras comía.

Cuando terminé, aquel hombre comenzó a relatar lo que había pasado hacia ya tanto tiempo en aquel desafortunado pueblo; no podía creer lo que estaba presenciando, aquel sujeto conocía mi historia a la perfección.

Su penetrante mirada, y la firmeza en su voz, me hicieron temblar…

Todos los recuerdos que habían permanecido escondidos en mi mente surgieron una vez más para atormentarme.

Después de un par de horas el extraño sujeto había relatado toda mi historia, incluso los pequeños detalles que ni yo mismo recordaba. Mientras tanto, permanecí inmóvil y sin habla, fue tal el asombro que comencé a sudar frió y al parecer en cuestión de minutos quedé tendido sobre el suelo inconsciente y con una terrible fiebre.

Cuando desperté no pude encontrar a nadie en la choza. Salí a buscar al hombre que me había llevado a ese lugar. Pregunté a todas las personas que estaban cerca de la choza y ninguna supo darme razón. Lo único que logre averiguar era que la choza era propiedad de un campesino al cual tenían mucho tiempo sin ver.

Me encontraba más confundido que nunca. Porqué, después de tantos años que me había pasado ocultando los dolorosos recuerdos me sucedía esto, talvez era una recaída en mi condición que al parecer estuvo estable durante varios años.

De una cosa estaba seguro, no podía pasarme el resto de mis días así, algunas veces con seguridad y otras ni siquiera con la tranquilidad necesaria como para conciliar el sueño. Tenía que llegar al fondo de todo.

Con el tajo de cordura que aun prevalecía en mi, busqué desesperado hasta encontrar a un medico brujo al que convencí con engaños de que me acompañara en mi singular travesía, pensando, que solo él, me podía conducir al porque de mis olvidados actos.

Una vez alejados del pueblo conté al brujo toda mi historia, él, un poco inseguro me sugirió que viajáramos a una alejada aldea donde había nacido. Ahí podría someterme a un tratamiento para encontrar el origen de mi mal.

Emprendimos entonces un largo camino que duro 17 días…

En unas montañas, alejadas de toda civilización, encontramos en efecto una pequeña aldea en donde nos recibieron amablemente y permanecimos algunas semanas.

En un principio estaba inseguro de lo que pudiera suceder en esa aldea, pero el deseo de comprender lo que pasaba me llevo a someterme a toda prueba que el extraño brujo proponía hacerme.

Probé todo tipo de hierbas y sustancias alucinógenas, hasta que un día, mediante una sesión de hipnotismo, logre recordar lo que había sucedido:

Ahí estaba, en uno de los campos donde trabajaba, cuando de pronto un repentino dolor de cabeza me invadió, de camino a casa comencé a sentir un extraño mareo que hizo que me detuviera.

Después de permanecer un par de minutos sentado, sentí que mi malestar desaparecía por lo que continué el camino. El recorrido era un poco largo hasta el pueblo, y como los mareos se hacían cada vez más intensos decidí apresurar el paso.

Al llegar al pueblo, iba caminando por una de las calles principales cuando un perro callejero intento morderme. Tome un pequeño cuchillo que siempre llevo en el zapato y sin mostrar compasión alguna lo mate.

Continué mi camino como si nada hubiese pasado. Al llegar a la plaza me tope con un grupo de niños que jugaban despreocupados, estos, sin medir las consecuencias de sus actos, lanzaron una piedra hacia mí, lo cual me enfureció a tal grado que les grite severamente.

Todos corrieron para dispersarse excepto mi pequeña hermana, que no había notado que se encontraba entre los niños. La tome por el brazo y con gesto de enojo la lleve hacia la choza; durante el camino no hice otra cosa mas que regañarla.

Con cada paso que daba me enfurecía aun mas, al llegar a la choza golpeé la puerta hasta casi derribarla; mi madre abrió asustada y preguntando que pasaba, con gritos le conté lo que había pasado y porqué llevaba del brazo a mi hermana; ella, un poco asustada, trató de calmarme con poco éxito.

Mi madre salió de casa rumbo a la iglesia quedándonos solo mi hermana y yo; al poco tiempo, los mareos y dolores de cabeza que parecían ya haber desaparecido regresaron con mayor intensidad. Una vez mas la ira se apodero de mi y sin motivo aparente tome a mi hermana con irrefrenable cólera y comencé a golpearla contra la pared hasta dejarla sin vida.

No conforme con eso la arrastre hasta la cocina, la pose sobre la mesa, y sacando una vez mas el pequeño cuchillo de mi zapato la destacé cual si fuera una pequeña res. Limpié la sangre de mis manos y tomando mi bolso decidí salir a buscar a un comerciante con el cual tenia ciertos asuntos pendientes.

De camino hacia el mercado, al parecer olvide lo que momentos antes había sucedido desde aquellos mareos que ya habían desaparecido, no preste mucha importancia a eso y seguí mi camino despreocupado, cuando de pronto, a lo lejos logre ver una multitud que gritaba mi nombre…

Al llegar a este punto, durante la sesión de hipnosis, desperté súbitamente…

El brujo intento en repetidas ocasiones volver a hipnotizarme sin poder conseguirlo. Ya era un gran avance lo que habíamos logrado, pero aun quedaban muchas interrogantes por contestar: ¿A que se debían los mareos y dolores de cabeza?, ¿Tuvieron algo que ver estos con mi comportamiento?, ¿Cuánto tiempo paso desde que salio mi madre rumbo a la iglesia para cuando yo llegué al mercado?, ¿Quién había descubierto lo que había hecho?

Los ancianos de la aldea se reunieron para hablar de mi caso, estaban sorprendidos; mi condición se vio aun mas demacrada puesto que me negaba a comer y no podía dormir pensando en todo lo que había hecho.

Pasaron un par de días para que los hombres reunidos pudieran llegaran a una conclusión. De inmediato me llamaron a la choza donde se encontraban dialogando; al entrar sentí un ambiente de tranquilidad; todos se encontraban en silencio y mirándome fijamente; había poca luz y solo logre ver muchas hierbas sobre una mesa que estaba al fondo.

El sujeto que parecía ser el mayor de todos se presento como el líder de la aldea, hombre de gran conocimiento y experiencia, luego me dijo que tomara asiento; tome parte del círculo que formaban y me dispuse a escuchar…

“Una extraña enfermedad es la que tu padeces –me dijo– de la cual poco conocimiento tenemos. Solo te podemos decir que es un raro tipo de psicosis o locura temporal, la cual se encuentra en estado latente dentro de ti. No hay forma de saber con seguridad cuando pueda surgir y apoderarse de ti; no puedes controlarla ni recordar nada después de que ha pasado”

Como era posible, porque me sucedía esto a mí, no era bastante con los largos años de angustia que había pasado; con el sentimiento de repudio que sentía hacia mí cada vez que deseaba regresar a casa; con tantos años sin saber de mi madre; no era eso suficiente.

Interrogue a los hombres que se encontraban presentes sobre el extraño hombre que me había llevado a su choza; que me había relatado mi historia; les dije que no lo volví a ver después de despertar y salir a buscarlo.

“Eso no fue mas que una crisis de tu mal –contestaron– es en esos momentos cuando no puedes distinguir entre lo real y lo irreal”.

Esa noche, continuaron advirtiéndome sobre lo poco que conocían sobre mi caso y lo peligrosa que podía ser una recaída; aunque aun tenía muchas preguntas que hacer decidí quedarme callado y solo pensar en lo que me habían dicho.

Durante el resto de la noche no pude conciliar el sueño, solo pensaba en lo peligroso que podía ser si no lograba conservar la cordura; al caer la madrugada me aleje de la aldea.

Camine durante varias horas hasta que mis piernas no pudieron mas y tuve que detenerme; me acerque a un acantilado y me senté en una piedra que sobresalía. Permanecí inmóvil durante un rato pensando todo lo que había sucedido; no podía recordar cuantos años habían pasado desde que huí de mi pueblo; no podía recordar un solo momento de tranquilidad o felicidad desde aquel día. Me preguntaba si había alguna fuerza que me fortaleciera para continuar luchando el resto de mis días, desafortunadamente solo sentía desprecio hacia mí mismo.

Solo quedaba una cosa por hacer... Solo así conseguiría la paz que necesitaba.

Tomé la decisión y salté…

Texto agregado el 11-07-2004, y leído por 238 visitantes. (1 voto)


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