Con los hilos de plata que adornan tu conciencia,
Como vino añejo que da sabor a tu existencia,
Despliegas en tu desquebrajada piel la certeza
De una vida prolongada, aunque llena de carencias.

Consagraste tu vida a servirles a terceros,
No tuviste hijos, quizás tampoco un amor eterno,
Pero fuiste rica en afectos y sensibles besos,
De tus niñas, tus traviesas princesas,
Que encarnaron en tu vida el firmamento entero.

Hoy tu vida está en el ocaso,
Y tu mente no evoca como hace veinte años,
Te conviertes de nuevo en niña que demanda mil cuidados,
Pero hay mucha humanidad y cariño en los que están a tu lado.

Y aunque tus princesas emprendieron sus caminos,
En sus existencias has dejado una huella
Hoy perciben con lágrimas en los ojos
Que sin duda eres un ángel en la tierra.