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El cementerio de los pollitos



Hace como tres meses que es que uno no sabe qué hacer con tanto día sin saber qué hacer uno. Porque el sol me esta empezando hacer ampollitas en el pellejo,y, además los granos de maíz que ya se me están enterrando en las rodillas, por lo menos me entretienen. La escuela la cerraron, por eso es la culpa de todo, que uno anda haciendo ocio y, acaba aquí, como yo estoy. Mi madre dice, que a mi no se me ocurre en mi cabeza nada que no sirva para nada. Me lo ha dicho muchas veces. Yo le creo pero nunca le hago caso. A mi no me gusta la escuela pero tampoco es cosa que uno se alegre porque la cierren. La escuela es aburrida, lo sientan a uno en una silla, sin hacer nada. Yo creo que por eso la cerraron. Pero yo quisiera estar horítica en la escuela. No para estar en la escuela si no para ver a Isabelita. Isabelita es la maestra. Y es triste, nadie lo sabe pero yo lo sé. La otra noche que estuvo aquí me dijo: " que las luciérnagas le daban ganas de llorar." Y yo le pregunté por qué. Y ella me dijo que le estuvieron recordando las bombillas eléctricas de la cuidad. Yo nunca he visto cosa alguna. La maestra Isabelita dijo que eran como las luciérnagas de la noche. Yo por más que vi a las luciérnagas menos vi cosa de bombillas eléctricas. Debe ser por eso que ella se pone triste. Ahora que cerraron la escuela yo no creo que vuelva a ver a la maestra Isabelita. Y cosa rara, tampoco veo luciérnagas, hasta se me ocurre que se fueron que ella. Por otro lado, uno no encuentra que hacer por ésta casa tan grande, porque todo lo que uno hace ya está mal antes que uno lo haga. El otro día yo me puse hacer una casita de barro como la casa de mi tío Nacho, quería meter cualquier cosa ahí adentro de la casita. ¡ Y ya! Vino mi madres y zas, me la tumbó, porque dizque me estaba gastando el agua de las tinajas y que yo no sirvo ni para buscarle agua de la quebrada. Mi tío Nacho es el que le trae agua a mi madre de la quebrada. Nunca me quiere llevar, dice, que allá, hay una vaca recien parida,que dizque después me confunde a mi, pensando que soy su ternero, porque yo soy así,escuálido feo y orejón, éso es lo que mi tío Nacho dice de mi: "porque no me das esas orejas para hacer un paraguas". Entonces, como uno está aquí sin que lo dejen hacer nada uno piensa que puede hacer. Y se le ocurren a uno cosas. En una lata vacía me puse a aprender a cocinar. Tomé unas ramitas secas, hice fuego detrás de la casa, allí, puse la lata, le eche arróz poquito y agua no mucho, no más para aprender a cocinar. Pero se me había olvidado la sal, así que fui a buscarla a la cocina. Cuando venía de regreso, escuche alguien gritando, era mi madre. Y la casa se estaba prendiendo. Por suerte mi tío llego rapido y entre ellos dos lograron apagar el fuego y, tambien entre ellos dos, me dieron una cueriza, que se turnaban cuando uno se cansaba. Aquí no me dejan hacer nada,desde que cerraron la escuela,madre dice que siga estudiando por mi solo para que no sea como mi padre, osea burro, eso dice ella,aunque mi tio dice que era por otra cosa, pero que yo no sé ni lo que sé todavía para saber lo que es. Lo cierto es que madre me pone a repetir: " la pájarita pinta sentada en un verde limón,con el pico cortaba la rama,con la rama cortaba la flor,Ay , ay, ay, cuándo vendrá mi amor" Como si uno fuera niña para tar con la pájarita esa. Yo a las pájaritas lo que sé es tirárle piedras, no más. Eso es lo que yo sé hacerle a las pájaritas, eso, y, comermelas asadas. Pero en ésta casa lo castigan a uno por todo. Tanto días han pasado desde que cerraron la escuela. Mi tío Nacho dice que la escuela la cerraron porque a la maestra Isabelita la preñaron. Y mi madre dice que mi tío Nacho es un salvaje por la boca por decir eso, que no, que la escuela la cerraron porque iban dos chiquillos y yo no más. Yo pienso que la cerraron porque la maestra Isabelita estaba muy triste. De seguro se fue a buscar las bombillas eléctricas que ella dice que me dijo. Y con ella se fueron las luciérnagas todas. Dizque que yo solo sirvo para hacer locuras, dice mi tío Nacho y mi madre.. Debe ser cierto,porque ellos dicen que no han visto otro niño de mi edad atrapando los totorrones para amarralos a la cabeza de un hilo y usarlos como cometa. Hasta que uno se cansa de tener los brazos en alto y los sueltas. Nunca he visto algo tan difícil como soltarle el hilo de la cabeza a los totorrones, lo mejor es cortarle la cabeza, pero se mueren. Los totorrones son fáciles de atrapar, los ribilines no. Uno tiene que irse quedito sin que lo vean a uno y, atraparlo rápido antes que salga volando. Y es muy raro volver a ver ribilines. También ellos dicen, que nunca han visto a otros niños sacando las arañas de sus huecos para hacerlas peliar entre ellas, como lo hago yo. Yo la verdad es que nunca he visto niños por estos lares, hay pero se van con sus padres a ayudarles en el trabajo. El domingo fuimos a llevarle flores a la tumba de mi padre. A mi me gusta ir al cementerio, tiene muchas flores bonitas como el jardín de casa. Mi tío Nacho dice que a mi padre lo mataron en una gallera, que a él le gustaba eso de andar en los gallos de pelea. Dizque que mi padre no le quiso pagar a otro cuando su gallo lo mataron y zas, a él también lo mataron. Y dizque mi madre lloró más el gallo que a mi padre. Eso es lo que mi tío Nacho dice cuando quiere hablar de todo sin que se le pregunte nada. Pero uno de éstos días estaba yo en el patio, tirandole maíz a las gallinas. Y vi que la gallina más vieja, una negra con manchitas blancas( blancas se escribe con b alta) tenía tres pollitos y solo trajó dos. Entonces yo que se murió, pensé, así fue que me puse a buscar el pollito tres, bien podía ser el dos o el uno, pero yo le puse el tres. Busqué y busqué el pollito muerto, hasta que de un rato lo encontre,y, sí, estaba muerto. Y ahí es que a uno se le vienen cosas a la mente. El pollito estaba lleno de hormigas. Si yo me muero por ahí, no me gustaría que me encontraran lleno de hormigas. Por eso fue que se me ocurrió enterrar el pollito. Me fui hasta un arbol grande y debajo de sus sombras me puse a escarbar en la tierra con las manos. Hasta que tuve un hueco en que entrara el pollito. Metí el pollito, le eché su tierra con bultito y todo arriba, despues le hice una cruz y se la puse. Cuando calleron las primeras lluvias, estuve bastante entretenido, encontraba de dos a tres pollitos muertos y, con todos procedía de la misma manera. Pero después que pasaron las lluvias ya no encontraba ninguno. Todos crecieron sanitos. Y andaba yo tan triste porque ningun pollito se quería morir. El problema vino cuando un día mi madre encontró el cementerio de los pollitos. Y casi le da algo, pero se contuvo, y las fuerzas las uso para darme a mi de lo lindo que me dejó un monton de chichones. Yo le quise explicar el asunto de las hormigas pero ella no me escuchó. Por eso me castigaron aquí, desnudo en pleno sol y arrodillado sobre granos de maíz, que ya son parte de mis rodillas. Mi madre dijo que hasta que no escarmiente no me puedo parar y yo no veo la diferencia de estar aquí, que la de estar en otra parte. Así que aquí me quedaré mirando hacia la escuela cerrada, sin la maestra Isabelita para siempre, sin las luciérnagas tan bonitas como ella.

Texto agregado el 15-05-2011, y leído por 100 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
17-05-2011 Un texto muy bien logrado, que se lee con gusto, a pesar de la tristeza de la situación, tan usual en nuestros paises latinoamericanos. Saludos! galadrielle
 
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