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Era algo necesario que lo encontrara. La última vez se le había escapado, y eso no podía volver a permitírselo, simplemente no podía. Iba tras la pista de una muchacha de largas piernas y pollera, tacos altos y una musculosa verde, linda muchacha. La seguía de atrás para que no se diera cuenta de su presencia, creía que lo hacía bien. Ella entró en un bar, el se dijo “ojala no cobren entrada”, tiró el cigarrillo consumido y entró, poco tiempo después de ella.
Adentro era lo previsible, un mundo de gente, el ambiente espeso y con olores varios, ninguno agradable. Nadie le prestaba atención, eso era bueno. Miro a su alrededor y vio a la chica acompañada por dos tipos de su misma edad aproximadamente, y una niña mas, era unos cuantos años menor, de apariencia al menos. Una mesa se desocupó y fue rápido hacia ella, después lo pensó mejor, un tipo solo en una mesa llama la atención, aunque fuera por lo perdedor. Tuvo suerte y el grupo que el seguía se sentó allí. Pasó a ocupar su lugar en la barra. Pidió una cerveza bien fría, y prendió un cigarrillo. Había que meditar bien los movimientos, la música complicaba el pensar, pero igual había que concentrarse. Tenía que irrumpir en ese grupo y preguntar por quien él buscaba; ahora las complicaciones eran las siguientes:
Tenía que ser discreto. No tenía que pasar como uno de esos tipos que quieren levantarse una mina con el novio al lado. Tenía que si o si conseguir información porque la chica era la única pista.
Esperó un poco. Los estudió, no estaban borrachos y eso era bueno. Guiándose por el contexto del bar y la vestimenta de los dos tipos no parecían ser de los que les guste pelear, aunque siempre es difícil de afirmar por la ropa nada más. Daban sorbos regulares a sus vasos, y no fumaban, esto dejaba interpretar que no eran ansiosos, por lo tanto tranquilos.
Pensó en hablarle a la chica cuando fuera al baño, pero después se dijo que esto levantaría sospechas innecesarias, no era conveniente, y a la distancia podía mal interpretarse.
Decidió ir. Dio un sorbo, el final, a su cerveza y encaró para la mesa.
- Disculpen, tienen fuego?-dijo sabiendo de la negativa con la que se iba a encontrar
- No, no fuma ninguno- dijo uno de los tipos, de una manera fría pero no tanto
- Ah, perdón. Disculpen que siga molestando. ¿puede ser que a ustedes dos los conozca de algún lado?-dijo refiriéndose a la pareja de la que necesitaba información
- Y por que no. Yo no te veo cara conocida, no se ella.
- No, la verdad que no- dijo ella, con cara de confundida
- Me parece que los pude haber visto en el cumple de Guille, pero estuvieron un rato nomás- dijo él seguro de que a ella por lo menos la vio ahí
- Si, si estuvimos. Recién lo cruzamos, iba como distraído mirando a todos lados. Capaz que se mando alguna y lo persigue la poli- esto último lo dijo y rompieron todos en carcajadas, mientras él los miraba con vergüenza ajena.
- Ja, si es así nomás con ese tipo, un caso aparte. ¿y no saben para donde iba?
- No, lo vimos en la estación de servicio de la Guemes, y el siguió derecho por ahí, para donde disminuyen los números.
- Bueno, me voy yendo. Tengo que encontrarme con unas personas. Gracias por todo- .
Los saludó y lo saludaron .Luego pensó que fue muy brusco el final, pero no le importó. Todo había salido bien, por la dirección que tomó solo había dos lugares posibles a donde ir. “esta vez no se escapa”.

Salió del bar y prendió otro cigarrillo, miró al que cuidaba la puerta, pero este no lo vio. Iba camino hacia la estación de servicio y de ahí, seguiría para donde decrecen los números. Miró para el cielo y estaba nublado, con un color naranja, que indica que se avecina una garúa, mas que una tormenta fuerte. No había viento, y el ambiente estaba realmente espeso. Por este motivo a pesar de ser sábado no había casi gente en la calle. “¿qué hora será?, una y veinte” se dijo como adivinando. Sacó el celular: una y veintidós. Caminaba con el objeto todavía en la mano, cuando a mitad de vereda, en la oscuridad que daba un chaperío que tapaba una obra en construcción sintió en la espalda algo.
-¡Dame la guita!- dijo una voz nerviosa, mientras presionaba con algo en su cuello.
-No tengo plata, no tengo nada- dijo calmo, y con el celular en la mano. Esto último lo advirtió tarde, “tengo que hacer algo rápido” se dijo, porque entendió que si no lo hacía, el hombre que lo robaba se iba a sentir contrariado, por la estúpida mentira. Con las manos en alto, presionó el celular, este brilló, inmediatamente lo dejó caer. Sintió que la presión en su nuca cedió. Miró hacia abajo, y vio una mano, y luego una cabeza con una gorra, que se apresuraban por agarrar el aparato. En ese mismo instante puso todo su empeño en golpear con su codo esa cabeza. Se escucho un grito, todo se puso muy rápido alrededor, pateó al sujeto tantas veces como le dio el aire, cuando vio las luces de un auto salió a correr. A mitad de camino se acordó del celular. Era tarde.

Cuando llegó a la estación de servicio entro al baño, se miró en el espejo, estaba transpirado. Sentía todavía la presión en la nuca, se la tocó y, miró su mano: no había sangre. Esto último lo tuvo que tranquilizar, porque sintió que paraba de sudar, de todas formas se lavo la cara, todavía tenía algo para hacer y, ahora una nueva historia que contar. Al salir del baño prendió un cigarrillo. A lo lejos se escuchó:
-¿Qué haces?, ¡Estás en una estación de servicio, imbécil!- un empleado se acercaba alborotado hacia él
- Disculpá, no me dí cuenta. Lo apago- Eso hizo
-Por tipos como este, después terminamos todos, cinco mil metros en el cielo volando por la explosión. Y media ciudad en un agujero mas grande que…- Ya estaba muy lejos no lo escuchaba.
Empezó a caminar e, hizo un recuento de plata. Había para una entrada y dos lugares por recorrer, no podía errar o sino otra vez lo jodían.
Caminó cinco cuadras como mucho, y se encontró con dos boliches, uno frente al otro. Grandes carteles luminosos y en ambos mucha gente en la entrada. Del lado izquierdo una fila ordenada, del derecho un amontonamiento alrededor de donde se encontraba la seguridad del local con una baya. “En alguno está”. Advirtió que al lado suyo un grupo de cuatro jóvenes pasaban insultando al guardia, y al local de la derecha porque solo dejaban pasar parejas. Fue ahí cuando vio una cola de parejas tapada por la multitud. Algo bueno y algo malo resultó de esto: Era obvio cual era el lugar, ahora había que buscar pareja. Miró hacia todos lados, y todas las chicas iban en grupo, ninguna sola. Se acercó a un grupo de cuatro que juzgó poco pretencioso:
-Hola ¿Cómo les va?- dijo con una amplia sonrisa, y sin saber bien que estaba haciendo ahí. No hubo respuesta, más que una mirada antipática acompañada de una coreográfica media vuelta en cuarteto. “Bueno, eran pretenciosas” se dijo, sin perder la esperanza. No quedaba mas que meditar en silencio, sacó un cigarrillo, luego el encendedor y, escucho una voz:
-¿Me prestas fuego?. Cuando levanto la mirada que tenía fija en la punta del cigarrillo vio una hermosa rubia, de ojos grandes, color verde, una boca con forma de corazón con la cantidad justa de labial rojo.
-Si, tomá - estiró el brazo para pasárselo y, cuando lo estaba por agarrar con su pequeña mano, lo retiró- pero me vas a ayudar a entrar. Es en parejas nomás y me dejaron plantado, y adentro es el cumpleaños de un amigo.
-¿Y la lista?
- Ya es tarde- Y adelantándose a lo que ella iba a decir- y me robaron el celular recién y no puedo llamarlo- Luego de esto la miró con piedad
-Mmm, bueno… vení, vamos- dijo ella y lo agarro del brazo, mientras con la mano libre prendía el cigarrillo.
“Hoy es mi día de suerte” pensó en la fila, mientras la chica explicaba la situación un poco mas lejos a las amigas.
-Ya está- dijo ella ladeando un poco la cabeza. Él simplemente sonrió.


Una vez que entró se sintió mas tranquilo. Seguía de la mano con Clara, nombre que averiguó en la fila, mientras esperaban. También supo otras cosas de la chica, y hasta por un momento logro alejarse de su objetivo de la noche.
Adentro estaba muy oscuro, con luces de colores que pasaban por la pista de baile, esta se encontraba en el centro del lugar, medio metro más abajo del piso general. Hacia ambos lados una barra, y rodeando la pista por encima de esta, mesas. Los baños al fondo a la izquierda.
-Tengo que buscar a mi amigo, gracias por todo- dijo con cierto remordimiento. La chica le cayó bien, quería seguir estando con ella.
-¿Qué pasa? ¿Y no te puedo acompañar?¿ te molesta que me quede con vos?-cuando decía esto se reía, de alguna forma lograba divertirle la situación.
Él se limitó a mirarla un rato, parecía decirlo en serio. “Eso no me lo esperaba” se dijo sorprendido. Le indicó como era la persona que buscaban: un metro setenta de estatura, pelo enrulado corto negro, sin barba. Después de dar la descripción entendió lo vaga que era, y lo inútil en consecuencia. Buscaron en la pista viendo desde arriba, no había nadie. Luego recorrieron las barras, tampoco encontraron a nadie. Fue al baño, ella espero afuera, y no tuvo mayor éxito. Cuando salió del baño él iba a continuar la búsqueda, cuando Clara lo frenó bruscamente. Le señalo el VIP. Este lugar estaba arriba, escalera de por medio, y podía ingresar cualquiera como sus siglas lo indican.
-¿No, es ese?- preguntó ella
-Si, es él- dijo desanimado- ¿cómo hago para que me dejen subir?
-Vamos, a mi me conoce el que cuida quién entra y quién no.
- No tengo idea de cómo te voy a agradecer todo lo que hiciste por mí hoy.
Clara sonrió y avanzó con paso decidido. Llegaron frente a las escaleras, y ella le hablo algo al gorilón que cuidaba la misma. El tipo puso una cara odiosa, hizo una negativa con la cabeza y corrió el cordón que evitaba el paso. Ella le hizo señas para que suba.
Una vez arriba él se movió discreto. Guillermo estaba de espaldas a la escalera, por lo tanto de espaldas también a él, acompañado de cuatro tipos mas, cada uno con su pareja. Al parecer no lo vieron, se acercó sigiloso, después entendió que esto era una ridiculez, porque nadie iba a escuchar sus pasos con la música tan fuerte, de todas formas siguió con paso lento. Cuando estuvo bien parado atrás de su presa, cruzó su mano derecha por sobre su cuello. Guillermo se levantó manoteando, lo soltó, y cuando la victima dio vuelta y se tuvieron cara a cara: los dos rompieron en carcajadas. Y luego se abrazaron, Guillermo dijo:
-Llegas tarde, son las dos y treinta pasadas.
-Y que querés, esta vez me la pusiste difícil. El mes que viene haces vos de perseguidor, porque hoy no la pasé nada bien, bah, tan mal no la pasé. Ella es Clara…




Texto agregado el 18-05-2011, y leído por 83 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-05-2011 Excelente cuento, me mantuvo muy expectante, las situaciones se armaban y rearmaban cada vez, además de buenos elementos narrativos. En general muy bien, pero tengo una crítica de redacción. Varias veces ponías comas luegos de las "y" o las "e" cuando no debía. Cito "Sentía todavía la presión en la nuca, se la tocó y, miró su mano:"...ahí me parece no debiera ir la coma. De igual forma detecté unos 5 o 6. Eso disminuyó un poco el ímpetu de la lectura, pero en definitivas cuentas salí ganando, pues muy buena historia has armado. fafner
 
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