Una lira, una oda, un romance
Un pueblo que celebra su odisea
Una iglesia se corona con preces
Un canto de victoria, un franco avance

En la iglesia, invención del Dios eterno
Que quiso enviar al mundo un gran mensaje
Al través de los hombres con coraje
Librando así a las almas del averno

¡Id al mundo gentil y haced testigos!
Es la orden de aquel crucificado
Que después de haber resucitado
No tolera suplicios ni castigos

La tarea es de titanes y valientes
Sollo los fuertes nos traerán su Reino
De esa estirpe escogió y dará su premio
Al que tal amor tenga, es suficiente

Hay un pueblo que sufre y que tiene hambre
Hambre de la palabra del Dios Vivo
Del fracaso y del mal es su cautivo
Sólo Cristo redime con su sangre

Nos queda poco tiempo en la montaña
De transfiguraciones, un momento
Es urgente bajar al campo yerto
Donde hay dolor, miseria y gente huraña

La nave de una Iglesia va bogando
Con Cristo el capitán del Dios ungido
Con dirección precisa y tiempo urgido
Con presteza y con valor; con firme mando

A llenar los graneros, ¡Al balance!
Los campos están blancos; ¡a la siega!
Millones de millones darán realce
Al Reino de los cielos en la tierra

Autor: Saúl Esquivel Pedroza
Guanajuato, México.
1924-1994