Comenzando el año y hasta ahora ya he perdido varias cosas. Perdí el control de mi tele, perdí mi celular por varias horas, perdí varios amaneceres por seguir durmiendo, perdí mis llaves por un día, perdí la confianza en algunas personas, perdí la fe en otras, perdí las ganas de hacer ejercicio y de bajar de peso para el verano –porque dicho sea de paso, ya llegó y yo sigo en mi estado morsa-, perdí la sed pero no el hambre, perdí mis anillos porque no me los quise poner más, perdí las ganas de ordenar mi cuarto y mi vida, perdí las ganas de hacer las cosas bien con mucho esfuerzo, perdí las ganas de equivocarme para aprender, perdí el miedo y la incertidumbre, perdí la duda y la ansiedad, perdí la paciencia al tiempo. A fin de cuentas y en pocas palabras, perdí todo. Pero no me importa. Ya no me importa. Hoy solo quiero seguir la corriente que causan mis pasos, y los de nadie más. Hoy realmente quiero hacer las cosas porque quiero sin complacer a nadie, hoy quiero decir lo que pienso y siento, sin importar lo que los demás digan, sin importar que les moleste, hoy quiero ser yo.



Así que, si bien perdí muchas cosas ya, me quedan aún las ganas de ser feliz a mi manera, de quererme a mi manera y zurrarme en los demás. Estoy en mis días “alpinchistas”, en esos días que no esperas nada a cambio, porque todo te lo quitan, y ya no te importa, porque quizás y de repente, tampoco se los das. Hoy por hoy, y para este nuevo año, voy a concentrarme en mí y en lo que mi corazón a veces quiera decir latiendo, en lo que mis lapsos oníricos griten con furia y desenfreno, en lo que yo quiera. No pretendo luchar contra lo que está muy lejos, y no por mediocre, si no porque no me da la gana más; como dije, ya no me importa.



Si es que por casualidad, entre lectores asiduos y noches sin dormir, aparecen las flores y los colores de un ayer, tendrán que tocar mi ventana con ahínco, porque si no, no la abriré. Me quedaré con hedor de la vainilla, ese que inunda mi cuarto ahora, y cuando quiera, pero solo cuando quiera, abriré mi ventana por las noches, para oler el jazmín venir a mí. Porque me gusta, porque quiero.



Soy rebelde como una vaca que no quiere dar leche (8).



Para los que gusten, y para los que no.



Seremos locas calatas.