Salí de las sabanas y volví a abrir los ojos, volví a repasar mi menú de una forma rutinaria, un suspiro y salí a vagar en los recuerdos que sudaba la gente, recorrí miradas y sentí fluir sus aspiraciones, rebajé mi cabello, destapé mi horizonte, parece que las cenizas de ayer ya han sido removidas y el otoño de trece meses ha finalizado su ciclo. Es un planeta de ángeles, de colores, no puede ser manchado, no puede ser borrado, no me quitarán el collar que llevo en mi cartera izquierda, ni tampoco las plegarias que recito como canciones sin parar, no busco ni cariño ni respeto, ni brillar entre la multitud, no espero respuestas cuando le pregunto la hora a las aves. Comenzará un nuevo otoño, con manchas de libertad en mil trecientos corazones, y solo quiero a uno solo, una sola sonrisa para creer en la vida nuevamente, para rescatar las escamas que otras personas puedan ver como estorbos, no soy mas que un pincel que grita por las paredes entregando lo que no tengo, dando lo que puedo y no puedo dar, vivo en las palabras que emano por todo mi cuerpo, soy alguien sin rostro definido, y guardo cada pétalo bajo mis hombros. Quiero soltar una espina al sol, para que la veas, para que la sientas y la guardes sin garantías, sin precio y sin valor, nada se compara con el pasado ni se comparará con un futuro, soy solo un sueño que acaba cada noche y regresa cada tres atardeceres, márcame con tu aroma, golpéame en el pecho y grítame sin fundamento, no soy mas que el tipo de las mariposas de papel, no sé volar, pero podría aprender, puedo soñar que toco violín, y lo puedo demostrar. Creer, que todo vale lo mismo en cierto punto, que el sacrificio nos lleva a torcernos el brazo y el amor nos cura sin drogarnos con pastillas de yeso. No quiero secarme, no soy una hoja en el suelo, no soy la excepción, pero si soy una oportunidad en el aire, quiero crear vida sin borrar las que ya hay, quiero vivir, amar, soñar, respetar, y nunca, nunca cerrar los ojos nuevamente.