Confesión Nº1


Correa se levantó, se miró en el espejo y supo que el día de hoy no iba a ser en vano. Supo, que tras la verdad se escondía la verdad y que tras el manto de piedad los adornos se caen y se rompen. Supo que los gatitos se hacen torta contra el suelo, y que si uno tira, algo, indefectiblemente, se mueve. Supo que se equivocaba, que ponía el acento en la palabra que no lo pedía, que el cristal con el que miraba se retorcía en arañas pegajosas. Supo que no sabía nada y jugó a lo que menos sabe. Jugó a que nada le importaba. Jugó a esquivar el círculo, a no caer donde ya había tropezado tantas veces. Jugó con cartas marcadas por otro. Jugó sabiendo que no podía ganar y perdió. Y tal vez por eso jugó. ¿Te gusta perder Correa?. Sos un personaje de Arlt que sólo encuentra en la barbaridad realizada, en la atrocidad propia, la prueba de su existencia. ¿En serio crees que todos son malos?. ¿En serio crees que la vida es eso que hacés?.
Hay hombres que entran en una habitación y hacen sentir que las paredes se achican. Vos querés ser uno de esos hombres. Hay hombres a los que no les tiembla el pulso ante nada. Vos querés ser uno de esos hombres. Y también hay hombres que se le cagan de risa a la muerte en la cara, o al amor, o a la vida, o a la felicidad, o a la desgracia. Y hay hombres que piensan que todo eso que acabo de nombrar es exactamente lo mismo. Una sola verdad hecha de unas cuantas mentiras. Vos querés ser uno de esos hombres. Pero tenés miedo, tenés un terror padre que te ata por las noches a la pata de la cama y no te deja ir a ver quién golpea. El cagazo te hiela la sangre, Correa. El cagazo te hace mundano, previsible, un buen pibe. El cagazo te levanta a las 6 de la matina y te manda sin chistar al trabajo. El cagazo, porque esto que te hace temblar ya no es miedo, te hace decir cada vez que alguien te escucha que tenés la suerte de trabajar en algo que te gusta, que hacés una diferencia que el resto no conoce. Dejate de joder, Correa. Sí, con coma, para tomarme el tiempo necesario para insultarte con ganas, para que te tomes el tiempo necesario para maldecir a tu suerte. Y ya sé que no tenés fe en la suerte, y creeme, es lo único bueno que por ahora te conozco.
Llamá a tu mamá Correa, decile a esa mujer que la amás, pedile perdón a algún amigo, porque se te acaba el cuarto de hora poeta. No, no te vas a morir. Falta, quedate tranquilo. Pero no hace falta estar muerto para perder el tren. Es más, en general el tren se te escapa cuando estás vivito y coleando. Pensalo. Hasta la próxima Augusto Correa. Tengo sueño, son las 2 hermano, y mañana tengo llevarte en andas un día más. Así que dejame dormir.
"De cachorro me abandonaron y la vida me hizo perro". Una boludez que escuché en la televisión, pero no sé por qué, te viene al pelo Correa. Está bien, sí sé, pero dejame dormir. Otro día te cuento.

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