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La serpiente cascabel en el pie de gabiroba.
(Por Capitán Anilto)
Era una tarde soleada. Papa y Mama habían ido a ciudad de São Geraldo no-sé-que hacer, e me dejaran a la atención de Beija, una jovencita nuestra vecina. Vivíamos en la última curva de la última calle de Caturaí, un pequeño pueblo de Goiás. A lado de la calle había un bosque grande y la hacienda de los padres de Beija.
Habíamos decidido perder el tiempo un poco en la propiedad. Caminamos por el pasto abandonado, lleno de huellas de carros-de-bueyes hacia el arroyo, donde siempre nos divertíamos en sus aguas perezosas que corrían entre las rocas, formando lagunas aquí y allá. Beija había ninguna vergüenza desnudarse a nadar en los estanques. Era un lugar desierto, apenas visitado por la gente. En cuanto a mí, en mis casi cuatro años de edad era de pura inocencia. Me encantaba jugar en el agua con ella, y luego descansar en su regazo, en el que casi siempre terminaba durmiendo.
Pero esta vez no llegamos a la arroyo.
Habíamos escuchado cercano el silbido de lo tinamú, un pájaro tímido y muy divertido. Caminaba moviendo la cabeza de lado a otro, como si mirando el camino, y de vez en cuando se detenía, e enviaba su silbido típico, un susurro que sonaba algo así como "Señor juez...."
Decidimos tratar de observar las aves. Caminando con cuidado nos acercamos a la fuente de los silbatos. De pronto los vimos: un grupo de unos ocho tinamús, que con entusiasmo picoteaban gabirobas caídas al suelo, casi bajo el gabirobeira cargado con sus frutos de oro. Poco después, los tinamús corrían en alboroto. Pensábamos que nos habían visto. Así que decidimos disfrutar de la gabirobeira.
Yo estaba en el frente, y cuando me acercaba, la llamada urgente de Beija me hace estacar. Los niños del campo pronto aprenden a reconocer el tono de peligro en los gritos de sus mayores, no importa la palabra que se usa. Beija se me acercó con cautela, puso su mano en mi hombro y señaló en el marco del gabirobeira . A pocos metros, a la sombra, ya en espiral, tenía un enorme serpiente de cascabel lista para atacar.
Beija me arrastró lentamente, y cuando la distancia permitió, gritó:
- ¡Corre!
Nos fuimos de cabeza a las pistas de carros-de-bueyes, y sólo nos detuvimos en la cocina de la madre de Beija.
- ¿Qué es? - Le preguntó la madre de Beija con espanto. - ¿Ha encontrado un fantasma?
- ¡Madre! Una serpiente de cascabel. Enorme. Debajo del pie de gabiroba .Casi nos picó ... - Beija habló sin aliento.
- Era enorme! Su cabeza tenía el tamaño de la cabeza de Beija! - Añadí con entusiasmo.
- ¡Dios! Era una serpiente cascabel o una anaconda?
- Serpiente cascabel. – Yo dije - anacondas son mucho más grandes. Mi padre dijo que había una anaconda en bosque que cuando pestañeaba parecía que los cilios palmoteaban.
- ¡Wow! Eso fue genial! - Se burló.
- Papá dijo que un día unos indios estaban en la caza, y una anaconda tragó un de ellos en un so bocado. Pasó por su garganta. La suerte es que la anaconda estaba con disentería y él salió al otro lado rápidamente. Ni siquiera perdió el aliento. Pasó tres días a tomar duchas para salir el olor. Ahora la gente lo llama "La diarrea de Anaconda."
- Aquieta la alegría y se come un pastel. - La madre de Beija se echó a reír, y trajo un pastel y una jarra de jugo de limón.
Después de la glotonería, Beija se sentó en el porche mecedora. Me enderecé en su regazo, y un minuto más tarde, fue para dormir. Me desperté en la noche, mi madre había venido a buscarme. Al llegar a casa, la rutina de aquellos tiempos: lavarse, comer, escuchar música en la radio de pila y, a continuación del sueño. No podía permanecer mucho tiempo con la lámpara de aceite encendida, pero nuestro nariz amanecía lleno de humo negro.
En esa noche soñé con serpientes de todas maneras: las serpientes de cascabel, gran surucucús, serpientes vid, una anaconda gigante y que pestañeaba fuertemente, cuya cabeza se parecía a la cara de Beija.
Al día siguiente, Beija llegó a casa temprano y dejó una canasta llena de gabirobas, regordetas, de oro y tan dulce como ella.

Texto agregado el 18-05-2012, y leído por 129 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-05-2012 Me he divertido mucho con tu cuento. Estoy que viro pra sima de la risa. 5* ZEPOL
 
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