IV

Son las gotas cristalinas de una brisa otoñal
Frías que acarician mi rostro,
Son las palabras de una vida de atrás,
Son tus caricias; las caricias entre cipreses,
Son las caricias de una doncella
Que recostada a mí lado me brindan calor,
Las que me hacen recordar a ti;
Son de una mano pequeña, delicada
Las que esta noche otoñal
Sienten mis pechos
Son los susurros placidos
Los que deleitan mis oídos
Con tu voz casi olvidada
Y tus ojos los que derraman
Ardientes lágrimas.
Mientras los mis derraman las lágrimas
Por una ausencia casi, casi desconocida para mi alma,
Ahora que yacemos en el terciopelo de una tumba
De una tumba añeja por el tiempo
Tumba que hacía ya mi tiempo que no visitaba.
¡Oh si! Vela es tu tumba,
Que yaces, muerta mía aquí
¡Oh! Y un brillo macabro
¡Sí! El brillo de un demonio sediento de mi cuerpo
Veo en tus antes dulces ojos
¡Oh! Y tus colmillos
Son los que arrancan pedazos de mi cuello,
Siento como la maldición me va desangrando.
Veo como tus brazos de un frio maldito
Me arranca del mundo de los vivos.
¡Oh! Siento como tú mi amada
Me llevas contigo, enterrando mi cuerpo junto al tuyo.
Siento como la eterna sombra cae sobre mi alma.
Y siento como tu criatura maldita
Pero amada por mi corazón
Me arrastra a tu existencia sangrienta.
Y como las dos ebrias de placer
Retomamos el camino oscuro de la noche,
Amándonos por siempre
Mi doncella vampira…..