Tendido y dormido entre caricias nocturnas,
¡Te vi mi amor! inclinarte sobre mi lecho
Pálido como el fruto y la hoja del lirio más oscuro.
Apaciguado; serena y sombría con el cuello desnudo,
Lista para clavar sus colmillos; para ser mordido

Tu piel blanca, demasiado para dar paso a sonrojarte
Pero es el color perfecto, ausente de blanco y rojo…
Tus labios se estremecieron tiernamente
Y con tu delicada voz, me dijiste “Placer…”

¡Y así! Toda tu piel se convertiría en miel para sus Labios,
Todo tu cuerpo, exquisito alimento para mis ojos,
Tus largos y aéreos brazos y tus ardientes manos,
Tu corazón volviendo a latir, y tu cabello carmesí,
Todo tu ser, dando placer, con todo y calma
Dando deseo a mi alma…